Si se pudiera dibujar un perfil del comprador medio de una vivienda en las Pitiusas en el año 2017 éste sería el de un ciudadano centroeuropeo con alto poder adquisitivo que compra tanto primera como segunda vivienda. Un cliente que preferentemente busca villas en el campo, pero que también adquiere pisos en los núcleos urbanos como primera residencia.

La inversión extranjera es uno de los factores que, sumado a «la escasa oferta de vivienda nueva y a la mejor disposición de los bancos a financiar compras sólidas, está provocando el incremento del precio de la vivienda en Ibiza», según señala el delegado en Ibiza del Colegio de Agentes de la Propiedad Inmobiliaria, API, José Torres, que advierte de que este ciclo «optimista» en el que está instalada la isla «a veces acaba mal». «Los inversores más activos son los extranjeros (ingleses, holandeses y franceses)», inciden desde la sociedad de tasación Tinsa. En este sentido, en los últimos meses se han abierto numerosas inmobiliarias en la isla dirigidas a este perfil de comprador.

Pero el interés foráneo no se centra solo en la vivienda, también ha habido un aumento de desembarco extranjero en el tejido empresarial. «Se están produciendo muchos cambios de dueños en establecimientos de la isla, con una entrada muy significativa de empresas extranjeras», apunta un portavoz de Tinsa.

Comprar para alquilar

El atractivo de una vivienda en Ibiza para un inversor está fuera de toda duda. Según datos del portal inmobiliario Fotocasa, de media, la rentabilidad anual que se puede obtener en España de un inmueble comprado para ponerlo posteriormente en régimen de alquiler es del 5,7%, mientras que en 2016 era del 5,3% y en 2013 del 4,8%. Estos datos en un destino estacional como las Pitiusas, y con miles de viviendas usadas como vacacionales, se disparan en los meses de verano, tal y como recordaba el colectivo Terraferida hace unos días, que cuantificaba en 27.000 las viviendas que se anunciaban en el portal Airbnb para este cometido con una cifra de negocio de 92 millones de euros el año pasado.

Pero, ¿quién puede comprar una vivienda nueva en Ibiza y Formentera para destinarla a inversión? Si nos atenemos a los daros que ofrece el informe Tinsa sobre mercados locales del primer trimestre de 2017, el ciudadano de las islas lo tiene muy complicado porque debe realizar un esfuerzo económico mucho mayor que compradores de otros lugares. Si en España un comprador necesitaba en el cuarto trimestre de 2016 (último dato disponible) destinar 6,1 años de salario para afrontar la compra de una vivienda media, es decir dos años menos que durante el boom inmobiliario, en Balears se necesitan doce años, la mayor de España y muy por delante de la segunda, que la tiene Málaga con ocho años. Esto refleja, según Tinsa, «la existencia de un mercado de alta gama que impulsa al alza el valor de la vivienda media».

Trabajadores expulsados

Esta sociedad de tasación recuerda el problema «acentuado» que tienen las Pitiusas en los inmuebles de primera residencia y apuntan a un hecho que también se está produciendo en grandes ciudades turísticas como Barcelona o Venecia: «muchos trabajadores de la capital se han tenido que ir a vivir a las calas donde han podido encontrar casas con precios o alquileres más bajos».

Esta fuga, según los tasadores y los agentes inmobiliarios, viene provocada también por la «falta de suelo» para construir nueva vivienda y apuntan como una de las causas a la anulación de los planes urbanísticos de las poblaciones de Vila, Sant Antoni y Sant Josep. «Esto ha provocado que muchos promotores se quejen de los larguísimos plazos para obtener las licencias pertinentes. Los solares están comprados, pero solo faltan los permisos para poder empezar a construir en muchos casos», señala Tinsa.

En este sentido indican que existe «mucha incertidumbre» entre los promotores, «que no pueden empezar a construir por la falta de licencias».

Todos estos factores dibujan un panorama incierto, «que dependerá mucho de la puesta en marcha de los planes urbanísticos de las grandes poblaciones», dicen desde Tinsa. Pero lo cierto es, como recuerda José Torres, la gente se ha olvidado «de los tiempos en los que los propietarios de los pisos rebajaban los precios de alquiler para conservar arrendatarios cumplidores».