Visto desde el lado positivo, los trompazos que durante el pasado siglo sufrieron los barcos de Trasmediterránea que operaron en Ibiza, a pesar de ser considerables, nunca tuvieron graves repercusiones: se produjeron daños, algunos buques quedaron para el arrastre, pero esos naufragios no fueron tan trágicos, por ejemplo, como los que periódicamente suceden en aguas asiáticas. Pero visto desde el lado negativo, algunos de esos accidentes podrían haber sido catastróficos. Hubo suerte, mucha suerte.

Por ejemplo la que tuvo el ´Juan March´ (albatros de 117,5 metros de eslora y capacidad para 500 pasajeros y 100 coches) a las 14.15 horas del 16 de noviembre de 1974, cuando entraba en el puerto de Vila procedente de Palma. Falló su sistema de control del paso variable de las hélices: en vez de frenar la velocidad, se puso a toda máquina. Entró pausado pero, de repente, se precipitó contra el pantalán destinado a las descargas de la petrolera Campsa (entonces estatal) y de la gasista Butano, que resultó en parte destrozado. Podría haber acabado en catástrofe si en esos momentos hubiera habido algún buque descargando combustible. Precisamente, había entrado lentamente por la bocana porque el sistema de propulsión ya había fallado durante las maniobras efectuadas tanto en Barcelona como en Palma. La embarcación, que había pasado recientemente una revisión anual en los astilleros de la Capital Condal, acabó con dos abolladuras a babor y otra en la roda.

La proa embistió el pantalán (actualmente no existe, pero entonces cruzaba el espejo de aguas del puerto) y lo partió en dos. Arrancó la pasarela y las tuberías que conducían el combustible y embarrancó en el fango. Una hora y quince minutos después, logró salir por sus propios medios de esa trampa. Pero cuando intentó entrar de nuevo a puerto, se repitió el mismo problema. Quedó anclado en el antepuerto y sus pasajeros no pudieron ser desembarcados, en lanchas, hasta las 18.30 horas. No así los coches ni unas motos que debían disputar una prueba deportiva.

No era la primera vez que se empotraba por esos motivos, pues en Valencia (en 1966) ya había destrozado una golondrina al impactar contra el muelle de ese puerto. La primera vez que el ´Juan March´ entró en el puerto ibicenco fue el 5 de agosto de 1966... con hora y media de retraso. Llevaba a bordo a la pasajera (siempre eran mujeres) ´un cuarto de millón´, Chantal Wawersili, natural de Lausana.

Choque contra la escollera

Choque contra la escolleraDe Denia al desguace. Peor acabó el ´Ciudad de Zaragoza´, que Pitiusa de Transportes (Pitra) adquirió a Trasmediterránea en 1999 y lo bautizó ´Tagomago´. A los pocos meses, el 12 de diciembre de 1999, mientras cubría la línea Sant Antoni-Denia, chocó contra la escollera norte del puerto alicantino y quedó embarrancado. Cuatro días más tarde, pivotó 180 grados sobre su eje debido al fuerte viento y la marejada, de manera que taponó el acceso al puerto. El tráfico marítimo fue desviado al puerto de Gandía. El 6 de enero de 2000 lograron sacarlo de allí y remolcarlo a Cartagena, primero, y luego a Cádiz. Había quedado tan destrozado que fue vendido para desguace. Los tribunales dictaminaron que la mala señalización del puerto de Denia, la ausencia de práctico para orientar al buque y la inexistencia de remolcadores fueron las causas que, esencialmente, provocaron el accidente.

Desde la venta al naufragio del ´Tagomago´ en Denia solo pasaron seis meses. Foto: J.C. Cárdenas

Y de Denia a Corea. Comenzaba un nuevo milenio y el puerto de Denia parecía gafado. Dentro de su plan de modernización de la flota, Trasmediterránea introdujo la alta velocidad mediante fast ferries con monocasco de aluminio. Qué tiempos aquellos en que los barcos alcanzaban los 37 nudos y las travesías no se hacían eternas. El ´Alcántara´, que era uno de esos buques veloces, tuvo un serio percance a las 22.50 horas del 4 de julio de 2006: procedente de Eivissa, enfilaba la entrada a Denia por la bocana del puerto cuando chocó con l´Androna, una inmensa roca sumergida ubicada junto a la escollera norte. Sufrió importantes daños en su casco que le provocaron dos vías de agua. Los bomberos la achicaron para evitar su hundimiento.

Poco duró en estas costas. Dado el coste del combustible, la naviera cambió de estrategia, jubiló anticipadamente los fast ferries en 2008 y volvió a los buques hiperlentos. El ´Alcántara´ fue adquirido en 2012 por una naviera coreana: ahora es el ´Royal Star´.

Travesías con cerdos. Pero si ahora nos quejamos de la lentitud de los buques, en los años 50 y 60 podían protestar por eso y por muchas otras razones. Pere Vilàs Gil, investigador y autor de la voz de la naviera en la Enciclopèdia pitiusa, se marea solo de pensar en el ´Rey Jaime I´, con el que tardaba casi 10 horas en llegar a Valencia, donde residía parte de su familia. Era «un ´corcho´» que al menor movimiento del mar se balanceaba. Apestaba a combustible y a pintura, pero aún peores eran las travesías en las que las bodegas iban repletas de cerdos (Sus scrofa domestica). El hedor de aquellas piaras era, asegura, insoportable. Según Vilàs, una curiosidad de ese antiguo vapor era que los camarotes estaban separados por sexos. Y a él, que era aún un canijo, le tocaba siempre ir al de las mujeres junto a su madre.

El ´Rey Jaime I´, buque insignia de Isleña Marítima, fue botado el 4 de junio de 1911, de manera que en los 60 ya era casi una pieza de museo. Corría el rumor de que sus tripulantes hacían apuestas sobre si se hundiría en 1961 o en 1962. En diciembre de 1953 fue totalmente renovado para que usara fuel-oil en vez de carbón. Siempre daba algún susto: la noche del 28 de marzo de 1966, una hora antes de zarpar desde Palma a Eivissa, reventó una de las tuberías de sus calderas: un maquinista salió por su propio pie y fue trasladado al hospital para que le curaran las quemaduras; el otro fue rescatado por un oficial tras protegerse las manos con guantes y la cabeza con una capucha de amianto y sacarlo a sus espaldas. Para descanso de los ibicencos, la noche del 29 de octubre de 1967 cubrió su última singladura entre Eivissa y Palma como correo marítimo. Después se dirigió hacia Valencia, donde fue vendido en pública subasta por cuatro millones de pesetas y desguazado.

Cárcel en Alicante. Botado el 23 de julio de 1906 en Francia como ´Corte´ para cubrir la línea Marsella-Córcega, este ´cisne´ fue adquirido luego por Isleña Marítima y renombrado ´Rey Jaime II´. Desde el 7 de febrero de 1936 prestó servicios en las línea de Palma a Eivissa. Por poco tiempo, pues su rumbo cambió al estallar la guerra civil. El 17 de julio de 1936 salió de Palma con destino Eivissa y Alicante. En este último puerto permaneció varios meses como cárcel flotante. El 17 de septiembre de 1937 partió de Barcelona con destino Maó junto al ´J.J. Sister´. Eran custodiados por los destructores ´Almirante Antequera´, ´Gravina´ y ´Sánchez Barcaiztegui´, pero al ser interceptados por el crucero ´Canarias´, los buques republicanos se dieron a la fuga y dejaron indefensos a los componentes del convoy, que fueron apresados y conducidos a Palma, donde cambiaron de bando. El 8 de febrero de 1957, al enfilar la bocana de Vila con destino a Alicante, abordó al bou ´Josefa Cano´, que se hundió inmediatamente. En el verano de 1960 prestó sus últimos servicios entre Palma y Eivissa. Dos años más tarde fue enviado a Málaga para su desguace. Para respiro de los pitiusos, claro.