Exactamente a las 11.16 horas de ayer se producía un reencuentro para los anales: Pepita Guasch y Joan Murenu se daban un abrazo a medio camino de sus respectivas tiendas, después de meses teniendo que dar un rodeo por toda la plaza para poder verse las caras. Desde ayer sólo les separa la distancia que hay de Can Domingo a la Armería Murenu en línea recta y su abrazo, medio en broma, es uno de esos momentos para subrayar en la pequeña historia, esa que se escribe en minúsculas, del paseo de s´Alamera, o de Vara de Rey, según prefirieron los ciudadanos en la reciente consulta popular organizada por Vila. Marca el principio del final de las obras, que cada día está más cerca.

Aunque el momento se podría haber producido mucho antes, porque la retirada de las vallas que permiten atravesar el paseo a la altura de las calles Vicente Cuervo y Ramón y Cajal se produjo a las siete de la mañana. Y más o menos a esa hora también se empezaron a retirar las barreras que delimitan la zona en obras del centro del paseo para ´liberar´ el espacio para las terrazas. Pero los dos tenían asuntos familiares que atender y no pararon por s´Alamera hasta esa hora. Tampoco es que hubieran concertado cita. Guasch vio a Murenu cuando iba para su tienda y su vecino de enfrente corrió hacia ella para saludarse con mucha alegría porque «desde octubre pasado» que no se tenían tan cerca. Tan sencillo como eso.

En cuanto a la causa de su ´separación´, Murenu de momento deja «en suspenso» su veredicto de las obras, que condiciona a que los operarios logren lavar la mancha en el nuevo pavimento junto a la puerta de su tienda. La causó el agua sucia que cayó por el canalón tras limpiar la azotea de la finca.

«Gustará más o menos», decía Guasch, que admitía que el pavimento no tiene demasiados admiradores, por las conversaciones que mantuvo ayer. «Lo dejamos en interrogante de momento, aunque bonito no es», comentó. Pero a ella le gusta sobre todo «el concepto». Cree que «es una gran mejora para el paseo, que queda como una gran explanada» y valoró la idea de «unir el paseo con la muralla», también el nuevo espacio que se gana «a los pies» de Dalt Vila; en definitiva, «es muy positivo para Ibiza». Otro gran cambio a mejor para Guasch será dejar de ver «coches rodando y rodando para aparcar en verano. Era de locos».

Ayer los paseantes y los primeros turistas se desparramaban por el paseo, después de un invierno que para Pepita Guasch «ha sido duro». asegura que su caja ha sufrido «un verdadero desastre» durante las obras, porque «había que hacer un Tetris para llegar» hasta su tienda y el resto de negocios. Ahora espera «remontar» con un buen verano.

Pérdidas que «valen la pena»

Es el mismo diagnóstico que hacía otro ilustre del paseo, el presidente de la asociación de restauración de Pimeef, Joan Riera. Su negocio, Ca n´Alfredo, ha perdido más de la mitad de sus ingresos durante las obras: «Pero ya sabíamos que se tenían que hacer», asume. Para él «han merecido la pena» estos meses complicados y pronostica que Vara de Rey ganará aún más peso en Vila y se beneficiará de los visitantes y cruceristas que ya pasean por la Marina.

«Hemos ganado un 100%», aseguraba Riera, exultante por poder montar esta mañana la terraza del restaurante. En cuanto al resultado estético, admite que «es imposible contentar a todo el mundo», pero defiende que el pavimento de Ibiza es similar al de los Campos Eliseos de París o al de varias zonas de Granada: «Esto no es algo que se hayan inventado aquí», dijo. Incluso le parece «un acierto» que las losas que delimitan la zona terrazas se hayan alejado a cinco metros de las fachadas en el lado norte de la plaza -enfrente están a dos metros- porque «así no se tapa a los comercios y no obstruye el paso».

El blanco de la mayoría de críticas es, de nuevo, el pavimento elegido. Vicent Boix lo ve «peligroso para los niños que se puedan caerse» y confía en que apliquen algún revestimiento especial para «que no patine tanto». Por lo demás, se confesaba sorprendido por el aspecto final: «Ha quedado una maravilla», aunque para su gusto resultaría «aún mejor» que el enlosado que define la zona de terrazas se extendiera «a toda la plaza».

Su compadre, Torres Font, prefería quedarse con lo positivo. «Es una obra fantástica que ha costado mucho y tendríamos que valorar lo bueno que tiene», sobre todo el hecho de que ya no habrá coches en Vara de Rey: «Nos conformamos y queremos felicitar a los responsables», dijo, con el asentimiento de su amigo.

En cambio, a Javier, encargado de una tienda del paseo, no le gusta nada el resultado: «Se ve pobretón y con aspecto sucio, como de plaza antigua», aunque admite que «hace más visibles los comercios».

El debate alcanza hasta el concejal de Patrimonio, Pep Tur, que admite que la mitad de opiniones que le están llegado son «felicitaciones» y la otra mitad, «críticas». Es lo que esperaba al tratarse de la intervención en un espacio «icónico» de la ciudad, aunque después de ver cómo está quedando, defiende «aún más» el proyecto elegido, sobre todo su concepto.

Tur explicó ayer que la buena marcha de la obra ha permitido reabrir el espacio de las terrazas «incluso antes de lo que estaba previsto», aunque recordó que aún se han de hacer retoques. La semana que viene, por ejemplo, empezará la restauración de las farolas y los bancos originales, por ejemplo. Por lo demás, ya se ha empezado a delimitar la zona de terrazas en la calle Jaume I y se mantiene la previsión de terminar la obra a finales de mes.