Semejante concentración de políticos como la que ayer se dio por la mañana en el Passeig de ses Fonts solo sucede cuando hay votos en juego o algo se cuece en las brasas. Ayer se daba este último caso, la primera Fira de la Llagosta, la Gamba i el Peix d'Eivissa, garantía de éxito de asistencia tanto de público como de sus representantes en las instituciones. Ante los manjares anunciados, cocinados por los mejores chefs pitiusos, los políticos ibicencos hicieron lo posible por encajar el acto en sus apretadísimas agendas, renunciando, con mucho dolor, al partido de fútbol que sus críos jugaban a mediodía, a otras comidas de hermandad o, incluso, a sufrir gota al paso que llevan. Y quedan dos años de mandato.

La feria generó cierta ansiedad: una hora antes de que comenzara ya había cola (a mediodía ya era de unos 50 metros) para adquirir los tiques que, a muy buen precio, permitían degustar desde una variedad increíble de tapas (a cinco euros) a un arroz con langosta y marisco (10 euros). De este último se prepararon paelleras para 300 raciones, según explicó Pere Valera, representante de las cofradías de Ibiza y Sant Antoni en la marca Peix Nostrum.

Valera recordó que este tipo de ferias está teniendo un gran éxito de público (y de políticos) porque «a la gente le gusta el pescado». Y las gambas y la langosta, aún más, sobre todo a precios como los de ayer. Según detalló, la última feria del gerret celebrada en Santa Eulària fue una buena muestra de que este tipo de citas tienen mucho reclamo: vendieron 18.860 tiques, unos 7.000 más que un año antes. «Y eso que llovió e hizo mal tiempo», subrayó. Si el éxito se midiera por el número de barriles de cerveza vaciados, la última edición del gerret fue la bomba: se consumieron 37 barriles de 50 litros cada uno, 1.850 litros de cerveza en total. Para la de ayer tenían preparados 30 barriles.

Dentro del espacio reservado para las cofradías, los pescadores Nico y Antón dedicaron parte de la mañana a cocinar una frita de sepia. A su lado, tres patrones de pesca alicantinos que cada semana faenan en estas aguas, usaron la plancha para dar un par de pasadas a cigalas y gambas rojas, además de cocer unas gambas blancas.

Las piruletas de Virginia

En ese mismo espacio, la inspectora de Pesca del Consell y exalcaldesa de Ibiza, Virginia Marí, preparó unas piruletas de gambas. Primero empalaba el marisco en un pincho, que luego sumergía en una pasta elaborada con ajo, perejil y harina, e introducía posteriormente en una freidora. Una exquisitez como las que suele cocinar Marí cada vez que hay algún encuentro gastronómico en el que el pescado es el protagonista. La exalcaldesa se pone el delantal en cuanto surge la más mínima ocasión.

Tras la actuación de la Colla de Buscastell y la brulada de corns (de tres caracolas), así como de los discursos de la edil de Cultura y Fiestas Tradicionales, Comercio, Agricultura y Pesca, Cristina Ribas Mountford; del alcalde, Pep Tur, y del director insular de Agricultura y Pesca, Vicent Tur (que apuntó que «crear marcas de calidad es el camino que hay que seguir»), comenzó una feria en la que el olor a plancha y pescado invadió el paseo.

Cirugía para morenas

Fue el momento en el que comenzó el show cooking bajo la carpa del paseo. En una época en la que los cocineros y los pinchadiscos han adquirido la categoría de gurús, no podía faltar una demostración en vivo de cómo preparan sus platos, eso sí, a veces con una jerga solo válida para iniciados y con menos magia que la que cabía imaginar. Sobre una tarima, a lo David Guetta, y con una cámara que en todo momento seguía las evoluciones del plato (proyectaba las imágenes en una pantalla gigante), abrió el turno de master chefs ibicencos Juanito, el cocinero de Es Nàutic, que en vivo sacrificó, cortó y salteó una langosta autóctona (con brida identificativa), acompañada para la ocasión de huevos payeses fritos.

Le siguió Álvaro Sanz, del Es Tragón (buen juego de palabras), que además de cocinar explicó detalladamente cada elemento usado en su receta y la manera de prepararlo. Por ejemplo, la morena: «Ahora es un pez que no se valora, pero en la época de los romanos incluso había viveros», contó Josep Lluís Joan, técnico de calidad agroalimentaria del Consell de Ibiza. Joan recordó que Julio César llegó a ofrecer un pantagruélico banquete en Roma en el que se cocinaron 6.000 de estos anguiliformes... que no pagó, lo que provocó la ruina del criador. Sanz advirtió de que antes de cocinar la morena «hay que someterla a una cirugía» para eliminar sus numerosas espinas.

Para cada pequeño tartar de sirvia ahumada y gamba roja con tortita crujiente de camarón que Sanz cocinó, empleó una lista interminable de condimentos y material: chile picante de Perú (rocotó), sal gris, espagueti de leche de coco, huevas de pez volador, aceite de arbequina, cilantro inyectado... Todo ello sobre un par de mosaicos andaluces y mientras los asistentes salivaban.