El futuro de la conselleria de Transparencia y Cultura está en el aire. Es más, existen posturas totalmente enfrentadas sobre lo que hay que hacer con el departamento que hasta el viernes dirigió la destituida Ruth Mateu a raíz de la polémica de los contratos con el jefe de campaña de Més, Jaume Garau. La presidenta Francina Armengol y el PSIB-PSOE son partidarios de suprimir la conselleria y repartir las áreas en diferentes departamentos. No obstante, en Més la consideran una conselleria que es de su cuota en los acuerdos por el cambio y no quieren desprenderse de ella.

En la tarde de ayer Més mantuvo toda una serie de reuniones para analizar las diferentes posibilidades. Por una parte, tienen sobre la mesa el acuerdo de la Ejecutiva que ordena a la comisión negociadora no ceder y exigir la conselleria para una persona de Més. Por otra, tienen la propuesta, casi exigencia, de Armengol que apunta que lo más conveniente para cerrar la crisis es no nombrar a nadie y repartir los departamentos de forma trasversal a todo el Govern.

Las bases de Més están muy enfadas por lo ocurrido con los contratos con Garau y consideran que ceder la conselleria de Transparencia sería un síntoma de debilidad ante sus votantes. Més se ha encontrado con un problema añadido. Consiste en la dificultad para encontrar a alguien de garantías para convertirse en nuevo conseller de Transparencia y Cultura. El candidato mejor posicionado que tenían era el exconcejal Antoni Verger, que, sin embargo, Verger ha rechazado el cargo de conseller.