Hace unas semanas, un paciente llegó al servicio de Urgencias del hospital Can Misses con una pancreatitis. Se la había causado un antiepiléptico. Así que el personal de Urgencias buscó la tarjeta amarilla y notificó que ese medicamento, a ese paciente, le había ocasionado una inflamación del páncreas. Es una de las últimas notificaciones de efectos adversos de fármacos que se han realizado en el Área de Salud de Ibiza y Formentera. Precisamente a eso, a comunicar cuándo un medicamento tiene consecuencias no deseadas ni previstas en un pacientes, dedica su campaña del mes de marzo la Unidad de Seguridad del Paciente.

«No se notifica mucho», reconocen Marga Prats y Ana Samper, farmacéuticas del área. Especialmente en el hospital, donde están centrando ahora los esfuerzos. Lo achacan a falta de conciencia o de conocimiento. El año pasado hubo ocho de estas notificaciones. «Pero veníamos de dos o tres», indica Prats, que está convencida de que la cifra de este año será mucho mayor. «En los centros de salud sí se hace mucho», apunta Samper, que destaca que eso se debe a la labor de concienciación que, desde hace dos años, desarrollan los farmacéuticos de Atención Primaria. En este tiempo se han organizado conferencias para explicar la importancia de la notificación. «Se ha notado esta intervención», insiste. El año pasado el personal de los centros de salud remitió a Mallorca un total de 203 alertas. «Ha aumentado mucho, en 2013 se tramitaron un total de 13 en toda el Área de Salud», recalcan. De hecho, son «referencia» para otras áreas de salud. «En Mallorca y Menorca en Atención Primaria van a coger su ejemplo», añaden.

De la cartulina a la pantalla

Samper está convencida de que el truco para conseguir que se notifiquen todos los efectos adversos que puedan estar causados por medicamentos está en conseguir que todo el personal interiorice que es una obligación hacerlo y que, además, conozca las herramientas de que disponen para ello. Samper reconoce que en el caso de los sanitarios de los centros de salud es más fácil cumplimentar este proceso «porque hace tiempo que pueden acceder directamente a la notificación desde la receta electrónica». Al poder realizar el trámite de forma automática, se incluye también toda la información complementaria que se necesita para poder después estudiar el caso. «En atención especializada ahora ya también se puede, pero antes no. Se ha trabajado mucho para integrar la tarjeta en la historia clínica», añade.

De hecho, es uno de los farmacéuticos de Primaria, Rafa Torres, el que protagoniza la fotografía del mes de marzo en el calendario de la Unidad de Seguridad del Paciente. Torres aparece con la cara llena de ronchas rojas mientras Prats lee con atención el largo prospecto de un medicamento y Samper esgrime una enorme tarjeta amarilla. La idea de sacar tarjeta amarilla a los medicamentos, como si fuera una falta en un partido de fútbol no es casual.

Marga Prats, Rafa Torres y Ana Samper, en la fotografía del mes de marzo del calendario de la Unidad de Seguridad del Paciente. Foto: USP

El formulario que se abre en el ordenador cuando un profesional quiere hacer una notificación es de este color. También lo eran las cartulinas que se empleaban no hace mucho para este proceso. «Se rellenaban, se doblaban como si fuera un sobre y se enviaban por correo ordinario al centro regional de farmacovigilancia», indica Samper. Las antiguas tarjetas las recibían los farmacéuticos e incluir todos los datos requería un tiempo, ya que tenían que indicar, a mano, «los medicamentos implicados, los fármacos que en ese momento estaba tomando el afectado y lo que había pasado». Ana Samper recuerda que entonces notificar era «tan complicado» y se hacía tan poco que, cuando en Mallorca recibían los tarjetones amarillos, la llamaban para preguntar los detalles de lo que había ocurrido.

En estos momentos los profesionales tienen, en la historia digital del paciente, un enlace que les lleva directamente a esa tarjeta amarilla. «Pinchas y te sale el tarjetón», indica Samper, mostrando el formulario que se abre en la pantalla. «Es completamente confidencial», insiste.

Ingresos en Urgencias

Ingresos en UrgenciasPrats insiste en la importancia de estas alertas. «Uno de los motivos más recurrentes de ingreso en los hospitales es, precisamente, por reacciones adversas a algún fármaco», recalca. Eso sí, matiza que no siempre es fácil detectarlo porque «puede estar enmascarado» y confundirse con un síntoma. «Notificar es una actividad de salud pública, de farmacovigilancia», indican las farmacéuticas. Samper detalla que antes de poder lanzar un medicamento al mercado se hacen estudios y pruebas para garantizar no sólo que éste sea eficaz, sino también seguro. Sin todos estos controles, la Agencia Reguladora del Medicamento no permite que se ponga a la venta. «Estos estudios se hacen con una muestra reducida. Cuando el medicamento sale al mercado podemos afirmar que es seguro a corto plazo, pero faltan datos para garantizar la seguridad a largo plazo», detalla Prats. «Cada producto tiene un mínimo de personas en las que se debe testar, pero luego es necesaria la farmacovigilancia», añade Samper. «En esas pruebas está todo muy controlado, pero la realidad es que quienes luego los consumen tienen otras enfermedades y toman ese medicamento al mismo tiempo que otros. Por eso hay que vigilar luego los efectos secundarios», continúa Prats.

Las farmacéuticas explican que, cuando la agencia reguladora recibe una alerta sobre una reacción adversa, revisa la seguridad de ese producto. Si se confirma la sospecha que les han comunicado pueden añadir restricciones a su consumo, reducir las dosis e, incluso, llegar a retirarlo del mercado si los efectos son graves. «Ya se han dado casos de medicamentos que, tras notificar efectos secundarios en determinados colectivos, se ha restringido su dosificación», insiste Prats.

Prioridad a los efectos «graves»

Las representantes de Farmacia de la USP consideran «prioritario» que se empiecen a notificar estas reacciones graves: «Las que provocan una hospitalización, son motivo de una baja o requieren una atención urgente». «Pero es que de esas tampoco se alertaba», lamentan. De ahí la importancia de potenciar las actuaciones de concienciación en el servicio de Urgencias. Marga Prats, que es responsable de farmacia de Urgencias considera que es «un buen ámbito» para empezar con esta labor en el hospital. En este sentido, cree que el caso de la pancreatitis servirá para que los profesionales que intervinieron en él tengan en presente, a partir de ahora, la importancia de hacer la notificación, aunque lleve algo de tiempo.

«A veces lo que ocurre es que la gente, al no estar segura, no comunica la sospecha», reconoce Prats, que confiesa que a ella misma, hace unos años, le costaba: «Eso antes me frenaba. Pensaba que igual era una tontería o que no tendría razón». «No tienes que estar seguro, sólo con la sospecha vale, ya se encargan luego otros expertos de comprobar si aquello que has notificado es así o no», indica Prats

Todas las alertas remitidas a los centros autonómicos se cargan luego en una base de datos a nacional: Farmacovigilancia Española de Datos de Reacciones Adversas (Fedra). «Quizás, desde fuera, pueda parecer que no es importante, pero lo es, y mucho, para que un medicamento sea seguro», indica Ana Samper.

La Unidad de Seguridad del Paciente quiere implicar también a los usuarios en la notificación de los efectos secundarios causados por medicamentos. Marga Prats explica que cualquiera, si cree que un fármaco es el causante de algún desajuste o molestia, puede alertar de ello a través de la web notificaRAM.com. Esta página aparece en los prospectos de todos los medicamentos y cuenta con un apartado para profesionales «que es más farragoso» y, desde 2012, con otro para consumidores. Samper destaca que los pacientes no deben sentir reparos: «La gente que trabaja en farmacovigilancia está ávida de información con la que trabajar para mejorar los medicamentos».

Eso sí, además de notificar o de «abandonar los tratamientos por su cuenta», las farmacéuticas recomiendan comentar lo que les ha pasado a su médico, enfermero o farmacéutico: «Igual se puede solucionar reduciendo la dosis, cambiando a otro medicamento o esperando unos días, porque hay veces que el cuerpo necesita una semana para acostumbrarse». Samper señala que quienes serían una mina detectando efectos adversos son los que trabajan en las farmacias comerciales: «Te dicen que podrían comunicar alertas todos los días».

Ambas están tan concienciadas que aseguran que desde hace un tiempo ven efectos secundarios «en todas partes». Están convencidas de que dentro de poco esto mismo les ocurrirá al resto de sus compañeros. «Hay que cambiar el chip, ver que es una obligación como profesionales y como sanitarios. No es un capricho. De hecho, hay un Real Decreto de 2013 que lo regula», indica, muy seria, Marga Prats, que muestra el prospecto de un medicamento en el que figura la web a la que hay que comunicar las sospechas. Cuando se les pregunta si hay una tarjeta roja para los medicamentos, las dos ríen. «De momento no, pero es algo serio porque un efecto adverso puede causar un daño serio a un paciente», concluyen.