Una treintena de garcillas bueyeras (Bubulcus ibis) sobrevolaban ses Feixes de es Prat de Vila a las seis de la tarde del 6 de marzo, un par de horas después de que los bomberos dieran por controlado el incendio que devoró diez de las 14 hectáreas de ese humedal. La bandada no pasó inadvertida para Oliver Martínez, ornitólogo y agente de Medio Ambiente (AMA), que participaba en esos momentos en el remate de las tareas de extinción: «Comenzaron a dar vueltas, como si no se creyeran que desde la mañana hubiera podido cambiar tanto ese espacio», a esas horas devastado y calcinado. Su plumaje blanco contrastaba con el suelo ceniciento. «Acabaron posándose y durmiendo sobre un árbol que quedó en pie, totalmente carbonizado, justo enfrente del Club Náutico». Martínez, uno de los principales expertos en aves de las Pitiusas, se tomó el regreso de esas aves a su dormidero, al que hacía meses se habían mudado desde es Prat de ses Monges, como la señal de que la vida volverá a brotar en es Prat de Vila. De la esperanza.

Hace 18 años, el sábado 19 de septiembre de 1998, otro incendio arrasó la zona, cuyo cañizar regeneró rápidamente, en apenas unos meses. Se da por hecho que las cañas volverán a crecer varios metros de altura (los brotes ya han aparecido: en verano llegan a crecer medio centímetro al día) y que, de nuevo, taparán toda la miseria que las llamas sacaron a la luz. ¿Pero es irrecuperable o algún día podría volver a tener el esplendor del humedal que fue antaño?

Lo que para unos se ha convertido en un basurero, el patio trasero de Vila, para otros es un reducto de vida en el que la naturaleza, numantina, se ha empeñado en resistir. Joan Carles Palerm, presidente del Grup d´Estudis de sa Naturalesa (GEN), cree que hay vida más allá de las cenizas, siempre y cuando haya voluntad. El incendio, asegura, no le preocupa.

Más que las llamas, es el hombre el que daña ese espacio: «Afortunadamente, los hábitats de las zonas húmedas están basados en unas interacciones muy sencillas. Hay muy pocos elementos, pocas especies vegetales en la base. Y cuanto más sencillo es un ecosistema, más fácil es restaurarlo. De manera natural, es muy fácil que se recupere». Bastará, dice, un año... pero para volver a lo de siempre. Para que deje de ser un estercolero se necesita algo más, pero no mucho más: «Con poco que se haga allí, se recuperará fácilmente. Por ejemplo, con la retirada de escombros o la limpieza de los márgenes. Los resultados serían muy rápidos. La vida rebrotaría muy fácilmente. Es la ventaja de las zonas húmedas».

Si lo que se desea es que es Prat de Vila vuelva a ser el hábitat de muchas aves acuáticas, como lo fue hasta hace medio siglo, bastaría, afirma, con eliminar «aquellos elementos que no deberían de estar allí», como barracones, casetas o chabolas construidas con bloques de hormigón, aparcamientos€ «El suelo de esos parkings está muy compactado, pero bastaría con meter un tractor y romper esa estructura dura superficial para que la vegetación volviera a colonizar ese espacio», indica.

Lavadero de coches en un humedal

Lavadero de coches en un humedalEs sencillo, insiste, que las aves regresen, siempre que desaparezcan de él «actividades económicas que no corresponden a un humedal». «No puede ser -comenta- que haya allí lavaderos de coches. El jabón que usan acaba en la zona húmeda. Y los talleres tienen un montón de residuos peligrosos, como aceites y líquidos de frenos. Estarían mejor en suelo urbano. Eso garantizaría menos riesgos de escape».

Incluso, subraya, el cañizo rebrotaría donde hace años fue tapado por toneladas de escombros, como en la zona de Dúmper Manolo: «Se ha pedido muchas veces que se retiren. En Google se ve claramente cómo se han rellenado las feixes con restos de ladrillos, hormigón, cemento.... En vez de llevarlos donde tocaba, los tiraban dentro. Los juncos volverían a surgir en ese espacio. Es la suerte de tener una estructura básica, sencilla».

La vida vuelve a ses Feixes. Foto: Vicente Marí

Sin agua no hay vida. En ses Feixes de es Prat de Vila la hay, pero los canales por donde circula están «colmatados». Los agentes del Ibanat y los bomberos que actuaron el 6 de marzo los recorrieron «con el agua hasta las rodillas, pero si hubieran estado como debían, limpios, habría llegado hasta el cuello», explica Oliver Martínez. «La última vez que se quemó allí una superficie importante, en 1998, aún se veían muy bien los canales. Pero ahora, buena parte están colmatados, llenos de restos de cañas y fango. Eso es algo que hay que recuperar. Se puede sacar el material a mano. Eso permitiría mejorar la diversidad de especies, de la fauna», explica Palerm. Aun en malas condiciones, hasta el pasado incendio «allí habitaba la polla de agua (Gallinula chloropus), era el dormidero de las garcillas bueyeras y de centenares de estorninos, había carriceros, incluso un caracol de agua dulce (del género planorbis), que algunos decían que era endémico, otros que no», detalla el presidente del GEN.

«Hay más ratas en la ciudad»

«Hay más ratas en la ciudad»«Y eso -insiste Palerm- a pesar de cómo estaba. Porque no estaba mal en realidad. Había escombros sueltos aquí y allá, actividades que no tocaban, pero en buena parte de esa zona, como no se podía acceder, la vegetación estaba como correspondía y era una buena zona húmeda». Los bordes, cerca de la carretera, sí están repletos de porquería, advierte: «Pero los canales y la zona central estaban bien. Lo que hay es mucho impacto en la zona periférica, y mucha caseta y muchas construcciones en su interior que son fáciles de eliminar. Esa historia de que es un nido de ratas€ es cierto que las hay, pero hay más en la ciudad».

Oliver Martínez también es optimista. Cree que con poco que se haga en es Prat de Vila, la regeneración sería rápida y sencilla: «Hay intervenciones que no necesitan ni gestión que demuestran que son zonas muy agradecidas. Hace unos años desescombraron el frontal de es Prat de ses Monges que da al centro de salud de la avenida 8 d´Agost. Ahora, cuando llueve, se crean allí unas lagunas temporales donde se meten patos, garcetas, avefrías, agachadizas€ Incluso el chorlitejo chico ha criado allí. No necesitó una gestión, simplemente se metió allí una pala para quitar relleno. Si se hiciera algo integral, con dinero y voluntad, sería increíble lo que podría ocurrir en es Prat de Vila».

«Con gestión es fácil darle la vuelta»

«Con gestión es fácil darle la vuelta»«Tenemos un gran potencial natural y lo que deseamos es recuperarlo. No queremos que sea un parque urbano, como suena últimamente, sino un espacio natural», avisa Jordi Salewsky, geógrafo, urbanista y miembro de Amics de la Terra. Salewsky cree que «sería fácil darle la vuelta» a la situación actual: «Pero se necesita una gestión. Hay que limpiar los canales, evitar que haya agua estancada, dejar que circule, limpieza, itinerarios marcados€ El tema de la gestión no significa una gran inversión. Y cuando los ciudadanos y turistas vean lo que realmente es, todos lo apreciarán». En ese sentido, recuerda que «la Unesco ya avisó de que esa zona se podría incluir en la declaración del Patrimonio de la Humanidad. No todas las ciudades tienen el privilegio de contar con una zona húmeda. La hemos maltratado, pero ahora le podemos dar la vuelta». O dejar que siga siendo el basurero de Vila.