Ni están enfermos, como se dice sin ton ni son en las redes sociales, como para acabar varados en las costas pitiusas, ni las poblaciones de cetáceos en el Mediterráneo han aumentado en los últimos años como aseguran algunos estudios publicados recientemente. Realmente, no hay ningún dato científico que avale este aumento de cachalotes, ballenas, calderones y delfines en nuestras aguas. «No hay datos ni estudios científicos que confirmen el incremento del que se habla de estas especies», asegura Txema Brotons, biólogo especializado en el campo de los cetáceos que pertenece a la asociación balear Tursiops.

«Puedo aceptar que se vean más, pero habría que ver cómo se hacen estos avistamientos, cuáles son las condiciones del mar, la capacitación de los observadores... pero no se puede decir que haya una población de cetáceos en el mar balear que esté aumentando, porque que se vean más no significa que haya más. Y ni mucho menos por aparecer dos ejemplares varados en la costa de Ibiza se puede asegurar que se incremente», apunta el biólogo.

Los rápidos dañan más

De hecho, el único aumento que ha percibido esta organización es un «preocupante número de cetáceos heridos por barcos de gran tamaño en el mar balear», según explica Brotons. «Tenemos muchísimas fotos de cachalotes con cicatrices que son provocadas precisamente por las embarcaciones más rápidas, ante las que los cachalotes no tienen capacidad de reacción».

En un lugar como es Freus, entre Ibiza y Formentera, donde en verano se concentra una gran densidad de barcos, «la mayor de Balears y quizás del Mediterráneo», los atropellos son una grave amenaza, pero también lo es el ruido. «Zonas como es Freus sufren un gran impacto por el ruido y por supuesto tiene influencia sobre el comportamiento de los delfines», apunta este biólogo, que asegura que el hecho de que sean vean más delfines en invierno que en verano en la isla, «también está provocando un aumento de la actividad humana, como lo demuestran estudios realizados con aparatos subacuáticos en esta zona».

Y todas estas amenazas se producen en un lugar que tiene una de las mayores «zonas calientes» de cetáceos en el Mediterráneo. «Balears es un punto importante para el cachalote, donde se encuentran hembras y machos, es un lugar donde crían, se alimentan... pero al mismo tiempo es una zona problemática, por el tema de los atropellos y por la actividad humana», asegura Brotons, quien apunta que una de las especies que más sufre este desequilibrio es el delfín mular, «que es el más costero y que padece una actividad brutal en verano».

Este investigador lo tiene claro: los cetáceos llegaron primero, y son los humanos los que hemos invadido su espacio. «Ellos vienen aquí a comer y nosotros pasamos por encima con el barco, a ellos no les queda más remedio que venir aquí a comer y a reproducirse y somos nosotros los que hemos llegado luego; además, hay que tener en cuenta que los barcos de hace 50 años no iban a 20 nudos como las grandes embarcaciones que cruzan el Mediterráneo hoy en día», asegura.

El peligro de las excursiones

Brotons incide en otro problema «incipiente» que se empieza a producir en el mar balear, que es el de las excursiones marítimas para avistar delfines o calderones y que no están reguladas. «Es una nueva amenaza que la comunidad autónoma todavía no ha regulado; hay que tener en cuenta que los cetáceos son animales protegidos y que tú no puedes aproximarte a ellos porque hay una ley estatal que lo prohíbe y que crea una zona móvil de protección, y allí la actividad humana se tiene que ver restringida», apunta. En otros sitios, como en Canarias, estas excursiones están reguladas. «Aquí, de momento, no y ya sabemos cómo hacemos las cosas en Balears, así que si dejamos que crezca, el problema será cada vez más grande», señala con resignación.

Mientras tanto, la asociación Tursiops sigue trabajando en la conservación y protección de los cetáceos, así como en la divulgación de las investigaciones que se realizan sobre ellos en el Mediterráneo occidental. Tursiops, fundada en 1998 en Mallorca, organiza todos los veranos campañas para el estudio y el avistamiento de los cetáceos y en estas fechas se encuentra en fase de inscripción de las nueve campañas que celebra entre junio y septiembre.