El recién nacido descansa sobre el pecho de su madre. El cordón umbilical, latiendo aún, se pinza. La sangre deja de fluir de la placenta al bebé. Toda la que queda en el cordón y en la placenta, es para la donación. El personal del paritorio pincha la vena del cordón, que latirá aún durante unos minutos, en su parte más distal, y toda esa sangre, a través de un tubo, acabará en una bolsa similar a las que se emplean para la donación de sangre de los adultos. Esa bolsa debe pesar, al menos, 110 gramos para, en un futuro, salvar la vida de un enfermo de leucemia que sea compatible. «Quizás un niño con leucemia», apunta Pilar Boto, supervisora de paritori0 del hospital Can Misses mientras imprime uno de los folletos que, desde hace semanas, están en los centros de salud para animar a las madres a hacer este «gesto altruista».

«El cordón umbilical salva vidas», se lee en la portada, en la que se ve a una mujer sosteniendo con mimo a un bebé. Aunque pueda parecer imposible decir que no a ese gesto, Boto asegura que es más habitual de lo que la mayoría se imagina. «Todos los que han sufrido un caso de cáncer en la familia, quieren hacerlo, pero en los demás casos, no», indica. Uno de los principales motivos por los que las madres se niegan es la moda del pinzamiento tardío, que madre e hijo estén conectados hasta que el cordón umbilical deje de latir y prácticamente toda la sangre del cordón y la placenta se vaya al recién nacido. Boto, se lo ve en las caras a las embarazadas que cada viernes visitan el paritorio: «Se lo explico y todas lo entienden, pero cuando les hablo del pinzamiento precoz, les cambia la cara. Somos egoístas». La supervisora recuerda que, hasta hace cinco años, en todos los partos se cortaba el cordón umbilical nada más nacer el niño.

Tanto Boto como el responsable del Banco de Tejidos de Balears, Antoni Gayà, hacen mucho hincapié en que cortar el cordón inmediatamente después del parto no supone ningún perjuicio para el recién nacido. «Ahora está de moda el pinzamiento tardío, pero a mí juicio, tiene más beneficios la donación», apunta la supervisora. Gayà, por su parte, indica que un exceso de sangre en el bebé «tampoco es bueno» y destaca que el único motivo que justifica el pinzamiento tardío es cuando ese recién nacido puede sufrir una desnutrición en los meses siguientes. «Si nace en un país con hambruna, esa sangre le da unas reservas de hierro, pero aquí no es el caso», indica Gayà, que confía en recuperar la «época gloriosa» de donaciones de hace años.

El responsable del Banco de Tejidos asegura que esta sangre se emplea únicamente para enfermos de algún tipo de cáncer de la sangre, principalmente leucemia, una transfusión que funciona como un trasplante de médula. A pesar de la caída de las donaciones de los últimos años, Gayà destaca que España es un país muy concienciado: «El 10% de la sangre de cordón umbilical congelados de todo el mundo está aquí». «No hay una necesidad urgente de donaciones, pero hay que mantenerlas», indica el experto, que señala que Balears es una de las comunidades incluidas en el Programa Interterritorial de Cordón Umbilical Concordia, en el que también participan Andorra, Aragón, Cantabria, Catalunya, Extremadura y Navarra. Todos estos territorios recogen las donaciones y las envían al Banc de Sang i Teixits de Barcelona.

1.500 millones de células

Allí, todas las muestras válidas se conservan congeladas en nitrógeno, a 190 grados bajo cero, durante años. Son la esperanza de muchos enfermos, a los que se realizará el trasplante cuando una de las donaciones es compatible con él. En todo el mundo se calcula que hay unas 700.000 bolsas con sangre de cordón. Todas ellas están disponibles para enfermos de cualquier rincón del planeta. Gayà detalla que para que la donación sea válida es imprescindible que la sangre cuente con 1.500 millones de células. Por debajo de esa cantidad no se conservan. Esto tiene una explicación muy clara: «Para un trasplante, una transfusión, se calculan que son necesarios diez millones de células por cada kilo que pese la persona». Un enfermo de 70 kilos de peso necesitaría 700 millones de células.

«El proceso de donación y conservación de sangre de cordón umbilical es muy costoso, no se pueden despilfarrar recursos para una muestra de 300 millones de células porque sólo servirá para un paciente que pese, como máximo, 30 kilos», explica el experto, que no se refiere únicamente al coste económico, sino también, y sobre todo, al emocional: «Imagina que un enfermo de leucemia, adulto, encuentra una muestra que es compatible con él, pero que no se puede utilizar porque no es suficiente».

Saber si esa muestra es válida antes de enviarla por mensajería es el objetivo de un nuevo estudio que se hace en el laboratorio de Can Misses, según explica Nadia Gómez.

Aunque admite que el pinzamiento tardío «desincentiva» a las matronas a promover la donación de sangre de cordón umbilical, defiende que, incluso en estos casos, un buen profesional puede obtener una muestra válida para un trasplante. «Otros países lo están haciendo con porcentajes mínimos de descartes», asegura el experto, que se muestra tajante: «Una persona entrenada puede obtener una donación con más células en un pinzamiento tardío que alguien que lo hace por primera vez con un pinzamiento precoz».

Pilar Boto explica que ella y la doctora Pilar García se han marcado como objetivo promover la donación de sangre de cordón umbilical entre las embarazadas. Hablan de ello en las visitas semanales al paritorio, han repartido folletos en todos los centros de salud y quizás empiecen a impartir charlas para que profesionales y sociedad sean conscientes de la importancia de un gesto tan pequeño. «Puede salvar una vida», recuerda.