Sigue siendo un problema y también un enigma que los púnicos no nos hayan dejado testimonios documentales similares a los que tenemos sobre Ibiza y Formentera de sus coetáneos griegos y romanos. Y una dificultad añadida es que estas escasas fuentes latinas y helenas, lejos de conformar un relato, carecen de hilatura y son sólo anotaciones hechas a vuela pluma, apuntes ocasionales de un puzzle al que le faltan muchísimas piezas. Puestas así las cosas, se me ha ocurrido el disparate de sumar, en una sola parrafada y como si vinieran de una misma mano, todas esas noticias variopintas, dispersas y difíciles de localizar, que los clásicos nos han dejado del archipiélago pitiuso.

Espero que los dioses me perdonen el heterodoxo ´refrito´ que aquí propongo con una sola advertencia, la de que no son comentarios que podamos tragarnos en su estricta literalidad porque contienen exageraciones, contradicciones y leyendas. Son textos que el lector puede localizar en Cl. Ptolomeo, Diodoro Sículo, Estrabón, P. Mela, Hesiquio de Alejandría, Zonaras, Agatemero, Eustaquio de Tesalónica, Plinio, Avieno, Isidoro de Hipona, Pedanio, Dioscórides, Tito Livio, Lycofron de Calcis y Polibio. Hechas, por tanto, las presentaciones, sigue el prometido texto refundido.

«En la mar ibérica hay dos islas que los romanos llaman Baleares -Maior y Minor, por su tamaño- y los griegos Gimnesias. Muy cerca y por el sur, encontramos otras dos islas separadas por un estrecho freo, llamadas Pitiusas por sus muchos pinos. La más pequeña, de 100 estadios, se llama Ophiüsa porque abunda en sierpes, y la mayor, Ebusus, de 400 estadios, tiene una ciudad del mismo nombre. Los baleárides no producen aceite y hacen un sucedáneo de lentisco que mezclan con manteca de cerdo y usan para untarse el cuerpo.

Son muy aficionados al vino, pero no lo producen. Estas islas mayores suman más de 30.000 habitantes que son muy pobres y van descalzos, desnudos en verano y cubiertos con pieles de cabra en invierno; viven en galerías subterráneas y en cuevas excavadas en lugares escarpados; cazan y se defienden con venablos endurecidos al fuego y con piedras que lanzan con 3 hondas. Llevan una colgada del cuello, otra de la cintura y la tercera en la mano. Son diestros en su manejo porque, cuando son niños, sus madres sólo les dan el pan que, colocado sobre un tronco, aciertan a descolgar con los tiros de sus hondas, cosa que hacen con tal energía que sus cantazos parecen proyectiles lanzados por una catapulta.Pocas mujeres

Es un pueblo de pocas mujeres y, si las traen a sus costas navegantes o piratas, para conseguir una dan hasta 5 esclavos. En sus esponsales tienen la extraña costumbre de que la doncella tenga coyunda con los varones y amigos de la familia, siendo el novio el último en gozar tal honor. Por lo que se refiere a Ebusus, en las islas Pitiusas, dista de las columnas de Heracles una travesía de 3 días con sus noches, de Libia un día y una noche, y de Iberia un solo día. Sus tierras que alternan llanos y colinas son ricas en grano, viñas y olivares injertados en acebuches. Sus lanas son muy finas y sus higos son, con los de Marruecos, los mejores del Mediterráneo. Maduros, destilan gotas de miel y secos son también muy apreciados. La isla tiene una ciudad que es colonia cartaginesa, Ebesos, creada 160 años después de la fundación de Cartago. Dispone de puertos importantes, poderosas murallas y un gran número de casas, bien construidas, habitadas por toda clase de extranjeros y fenicios en su gran mayoría. Su tierra es refractaria a los animales ponzoñosos y a las serpientes que tanto abundan en Ophiusa. Y de la misma manera que las liebres mueren en Itaca, en Ebusus no medran los conejos que tanto abundan en Hispania y son una plaga en las Gimnesias, donde arruinan campos, árboles y casas con sus galerías y madrigueras, siendo tan grande su daño que los baleárides se plantean abandonar las islas y han solicitado auxilio militar al divino Augusto.

Muchos peces

En lo tocante a las aves, abunda la polla blanca -el gall de faver-, el águila ratonera, los ´vipiones´ que llaman grullas y los cormoranes. También hay muchos peces. Abundan el gallo de mar y la salpa que rechazan en muchos lugares, pero que en Ebusus cuecen tras golpearla para ablandar sus carnes. En la historia de la isla es significativo el ataque el 217 aC de Cneo Cornelio Escipión que, tras dos días de asedio, desistió de tomar la plaza y se conformó con saquear las casas del entorno. Años más tarde, el 205 aC., el general Magón recaló con su flota en Ebusus que le proporcionó jóvenes y armas. Otro episodio notable tuvo lugar, siendo ya Ibiza ciudad federada desde el 123 aC, cuando se enfrentaron en nuestras aguas los generales Mari y Sul·la. Sertorio, lugarteniente de Mari, atacó la isla el año 81 aC pero no tardó en llegar Annius Luscus, enviado de Sul·la, con una gran flota y 5.000 hoplitas que le venció con la ayuda de un gran temporal que reventó las ligeras naves de Sertorio en los escollos costeros».

Los clásicos nos dejaron algunas otras anotaciones curiosas, caso de la donación que hizo la familia de un tal Lucius Cornelius Longus para construir el acueducto que daría agua al Municipius Flavius Ebusus. Y sabemos de otro notable, Cornelius Servius, que legó a la república ebusitana 90.000 sestercios para que se pagaran los tributos a Roma y no se gravara a la ciudad en tiempos de vacas flacas (CIB, 30, p. 52). Todo un detalle. Y poco más puedo decir, porque los documentos enmudecen tras estos apuntes. Posiblemente porque, controlado el mar occidental que era ya Mare Nostrum, los romanos se interesaron por otras geografías.