La isla más al norte del conjunto de ses Bledes es también la más exterior de las reservas de los islotes. Probablemente por ello es uno de los mejores lugares de Ibiza para el avistamiento de especies pelágicas. Lugar de paso de rorcuales y cachalotes, cuentan que, antiguamente, en la zona se capturaban ballenas y atunes. Na Plana es un islote con cierta forma de hoz en el que se erige uno de los tres faros con los que cuentan los islotes de Poniente, desde es Vedrà a sa Conillera. Fue inaugurado en 1927 y, aunque pueda parecer poco espectacular, se levanta sobre un prominente acantilado de más de veinte metros de altura que le confiere un aspecto sobrecogedor.

El faro de na Plana es una de las señales marítimas que se construyeron entre 1926 y 1927, aplicando los avances del inventor sueco Gustaf Dalén en los iniciales sistemas automáticos de encendido y apagado, con gas acetileno como combustible, que permitieron diseñar un plan barato con el que balizar la costa balear.

Inicialmente la torre medía cuatro metros, pero en 1972 se reformó y ahora mide el doble. Foto: Joan Costa

Con este plan, del año 1924, se instalaron también las balizas de s'Espardell y es Vedrà (que años después pasaría a ser faro, al aumentar el alcance de su luz). Gustaf Dalén había obtenido el premio Nobel de Física en 1912, precisamente por inventar la forma de encender y apagar farolas de manera automática, una invención que le costó la vista, ya que se quedó ciego en la explosión acaecida durante uno de los experimentos.

En cualquier caso, sus avances técnicos fueron los responsables de que en los años 20 pudieran ya construirse faros automáticos, faros sin fareros, lo que abarató tanto el coste de las construcciones, que ya no necesitaban viviendas adosadas, como el gasto en personal.

Inicialmente, la torre de na Plana tenía cuatro metros de altura, pero en 1972 se reformó y se elevó al doble de su tamaño inicial. Cuenta con unas escaleras para subir a su linterna, que emite un grupo de tres destellos de luz blanca cada quince segundos, una cadencia que, en la distancia, la distingue del cercano faro de sa Conillera. Las barras del balcón superior llevan unos años rotas, dobladas, en el lado que mira hacia el acantilado.

Na Plana resulta una roca inhóspita, seca, pero rodeada de aguas rebosantes de vida y de una serie de esculls, de pequeñas rocas (que conforman el grupo de esculls d'en Ramón y el gran escull des Cap Vermell) que se han convertido en inmersiones muy apreciadas por los buceadores, donde son frecuentes las barracudas y la observación de grandes pelágicos. Y si la superficie del islote resulta ser desértica y pedregosa, tal imagen oculta algunas riquezas biológicas, porque además de la gran cantidad de gaviotas y otras aves marinas que anidan en los acantilados, na Plana cuenta con poblaciones de una subespecie de lagartija Podarcis pityusensis y habita en ses Bledes, asimismo, una subespecie de escarabajo endémico que se llama Asida mater ssp cunicularia, que también puede encontrarse en s'Espartar y sa Conillera.