Los italianos la conocen como estrella serpiente, a lo que hace referencia su nombre científico y que describe bien las formas que adoptan los brazos de esta estrella de mar y que la diferencian de casi todas las estrellas que pueden encontrarse en las islas; la estrella púrpura (Ophidiaster ophidianus), la de largos brazos, puede verse exhibiendo posturas que parecen imposibles sobre las rocas o sobre las esponjas. Retuerce y adapta sus brazos, como cinco serpientes, casi como un pulpo lo hace con sus tentáculos. Es, a pesar de considerarse una especie amenazada, uno de los asteroideos más fáciles de contemplar en aguas pitiusas, donde la variedad de esta clase de equinodermos permite encontrar con frecuencia al menos cinco especies distintas.

Todas las estrellas están protegidas para evitar su recolección como simples objetos decorativos; su venta en tiendas de souvenirs ha llevado a sus poblaciones al borde del colapso. Pero la estrella púrpura, en concreto, goza de una protección singular. Está incluida en el listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial, al igual que otros dos equinodermos también presentes en Eivissa y Formentera: el erizo de púas largas (Centrostephanus longispinus) y la estrella de capitán pequeña (Asterina pancerii). Y se especifica que las poblaciones de estrella púrpura que están protegidas son las del Mediterráneo (pueden encontrarse en la costa oriental atlántica de la Península y hasta el Golfo de Guinea). También está en la lista de especies marinas protegidas de Balears y es uno de los taxones citados en el protocolo sobre Zonas Especialmente Protegidas y Diversidad Biológica del Mediterráneo.

Al contrario que la estrella común, de color pardo o verdoso y aspecto acorazado, la púrpura, que puede encontrarse desde aguas superficiales hasta grandes profundidades, es aterciopelada y suave, y su color varía del carmín intenso al púrpura. En el primer caso, cuando tira a carmín, podría confundirse con las otras dos estrellas rojas frecuentes en las islas, pero éstas dos son más pequeñas (unos 20-25 centímetros frente a los 40 de la púrpura) y en su aspecto y simetría son más parecidas a la estrella de mar que todo el mundo dibujaría si le pidieran que lo hiciera; ningún niño dibujaría una estrella cuyos brazos se retorcieran como serpientes.

Las estrellas de mar son tan familiares que solemos prestar poca atención a sus peculiaridades, a las amenazas que penden sobre ellas y a las diferencias que existen entre especies, pero son animales fascinantes, unos depredadores eficaces y voraces con una sorprendente capacidad de regeneración que les permite volver a formar por completo cualquier extremidad perdida. Incluso hay especies que pueden regenerarse por completo a partir de uno de sus brazos. Y esto último supone una curiosa reproducción por gemación, ya que, mientras del brazo arrancado surgirá una nueva estrella, la estrella de brazo cercenado seguirá viviendo y regenerará su extremidad. Dos por una.