La especie Trapania lineata mide unos diez milímetros. Y cuando crees que ya has visto los nudibranquios más habituales que puedes encontrar en Ibiza y Formentera, un buen día, en es Frare de s'Espartar, prestas más atención de lo acostumbrado a la rugosa morfología de una esponja negra y descubres a este pequeño molusco sin concha, transparente, de luminosas rayas blancas y manchas amarillas en puntos como los rinóforos, esos cuernos que los nudibranquios poseen y que son órganos sensoriales. Es como haber cazado un pokémon que no tenías.

De hecho, los animales híbridos que Pokémon inventa no resultan ser tan fascinantes como los opistobranquios, un orden de moluscos de los que los nudibranquios son el suborden más popular. La realidad supera a la ficción.

«Es un grupo muy diversificado. En las costas españolas se conocen cerca de 400 especies de opistobranquios, de las cuales unas 200 son nudibranquios.

Lo que pasa es que la mayor parte de ellas son muy raras y se han encontrado en pocas ocasiones», explica José Templado, científico titular del CSIC en el Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid. Templado, dedicado a la investigación de la biodiversidad marina, reconoce que se dispone de muy pocos datos de la mayor parte de los opistobranquios existentes. Además, «los invertebrados marinos han sido poco estudiados en Balears en general y en Eivissa y Formentera en particular. Existen diversas publicaciones sueltas, pero se precisan muchos más estudios sobre los diferentes grupos».

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Pokémons marinos y venenosos

La Trapania lineata es una especie endémica del Mediterráneo, descrita en 1960 y poco estudiada, y aunque está citada como 'poco frecuente' en la mayoría de las publicaciones, una vez que se encuentra la primera, es relativamente fácil, a pesar de su minúsculo tamaño, hallarla en aguas de las reservas naturales de es Vedrà, es Vedranell i els illots de Ponent. Mucho más comunes, y más grandes, son la Flabellina affinis y la Cratena peregrina, probablemente las dos especies de nudibranquios más abundantes en el litoral Mediterráneo, incluso a poca profundidad, a menos de cinco metros. Estas dos especies pueden alcanzar un tamaño de unos cinco centímetros y en las múltiples ceratas que poseen, como un penacho de puntas, acumulan células urticantes de los hidrozoos de los que se alimentan.

Muchos opistobranquios son tóxicos porque acumulan en su cuerpo las toxinas de las esponjas, cnidarios, ascidias o algas de los que se alimentan; los espectaculares colores que muestran los nudibranquios son, de hecho, un aviso para posibles depredadores. «Todas estas sustancias que utilizan como mecanismo de defensa contra depredadores son muy estudiadas por los químicos», apunta Templado. 2Algunas pueden ser utilizadas como antifouling, y en algún caso se han observado características anticancerígenas, aunque en una especie del Indo-Pacífico», añade.

Una de las especies más comunes en aguas de las islas, y prácticamente la única que tiene un nombre popular, es la vaquita suiza (Peltodoris atromaculata), también endémica del Mediterráneo, inconfundible por sus colores de vaca y con un tamaño que puede alcanzar los 15 centímetros. Y si el color llamativo de la vaquita, blanca con manchas oscuras, puede parecer inadecuado para pasar inadvertida, hay que recordar que sus depredadores no ven el mundo como lo ven los humanos; la coloración de la Peltodoris atromaculata es disruptiva, lo que significa que sus manchas rompen la silueta del animal y se confunden con piedras o agujeros en la roca.

Llamativo y rollizo

Llamativo tanto por sus colores como por su tamaño, y también mediterráneo, es el rollizo Hypselodoris picta (renombrado recientemente como Felimare picta y también conocido como Hypselodoris elegans). Esta babosa marina, como a menudo son conocidos los nudibranquios, mide alrededor de veinte centímetros, y tal tamaño y sus manchas, de un amarillo intenso, hacen que sea sencillo distinguirla en el fondo marino, a menos de 50 metros de profundidad.

Podría pensarse que es una presa fácil de no ser porque precisamente su llamativo color indica su toxicidad, lo que técnicamente se denomina coloración aposemática y es el mismo sistema, por ejemplo, que usan las avispas y las abejas y que algunas inofensivas moscas imitan para engañar a los depredadores (mimetismo batesiano). De hecho, «prácticamente las únicas especies capaces de depredar sobre los opistobranquios son otros opistobranquios».

La palabra nudibranquio procede del hecho de que estos moluscos tienen las branquias en el exterior, formando un penacho de plumas muy característico en su parte trasera en la familia de los doriáceos, como los F. picta o los diferentes Felimare azules que existen.

Los aeolidáceos, como el C. peregrina o F. affinis, se caracterizan por las ceras o ceratas que cubren el dorso. Y en el grupo al que pertenecen ambas familias, los opistobranquios, moluscos que en su historia evolutiva han ido perdiendo la concha, se incluyen animales más grandes, como las liebres de mar, también presentes en aguas pitiusas, o los pelágicos ángeles de mar.

«Son animales tremendamente especializados y se reparten en todas las redes tróficas y en todos los hábitats», apunta el experto del CSIC. Hay también dos grupos que viven en el plancton y forman una parte importante del mismo, los thecosomados (herbívoros) y los gymnosomados (carnívoros). Y la principal amenaza de las poblaciones de todos estos moluscos es la destrucción y la alteración de ese entorno en el que habitan. En referencia al medio marino en general, Templado asegura que «el proceso de modificación y artificialización de la costa está determinando que prosperen las especies comunes y resistentes y desaparezcan las especies más raras, como los opistobranquios».

Al existir pocos estudios sobre las poblaciones, al ser especies raras y disponerse de pocos datos sobre ellas, tampoco puede medirse su estado real de amenaza ni puede incluirse alguno de sus nombres en los catálogos de especies protegidas.