­Agentes de la Policía Nacional han arrestado a un hombre de nacionalidad rumana al que se acusa de obligar a prostituirse a su pareja, una mujer de su misma nacionalidad, durante ocho años en casas de citas de Ibiza y del Alt Empordà, en Girona. La mujer, que tiene 30 años de edad, decidió poner final a la situación y para ello, el sábado de la semana pasada, llamó por teléfono a agentes ibicencos de la Brigada de Extranjería de la Policía Nacional, a los que había conocido este verano durante una operación que la comisaría de la isla llevó a cabo en un burdel de la ciudad de Ibiza.

En ese momento, tanto la mujer como su pareja y proxeneta se encontraban en Girona. El hombre fue detenido en la pequeña localidad gerundense de Vilabertrá y fue puesto a disposición del juzgado de guardia de La Jonquera. Tras tomarle declaración, el acusado quedó en libertad con cargos y se le impuso una orden de alejamiento respecto de su pareja y de la hija que tienen en común. Por su parte, los servicios sociales de Girona se han hecho cargo de la mujer y de la hija que tuvo con su presunto explotador sexual.

El acusado, de 41 años, traía a la mujer a Ibiza en los meses de temporada turística para que trabajara como prostituta, mientras que el resto del año lo hacía en Girona, explicó la Policía Nacional. Según las conclusiones de los investigadores, el detenido engañó su víctima haciéndole creer que estaba enamorado de ella. Juntos vinieron a España, donde ella descubrió las verdaderas intenciones de su pareja. El detenido no llevaba a cabo ninguna actividad laboral y vivía exclusivamente de la explotación sexual de su pareja, remarcó la Policía. Tras su detención, se le intervino cuenta con más de 20.000 euros en efectivo y un vehículo de lujo.

Según la denuncia, obligaba a la mujer a base de amenazas y golpe, amenazas que, tras del nacimiento de la hija de ambos, incluían también a la pequeña. Con el tiempo la situación se hizo insostenible y la mujer acabó pidiendo ayuda a los agentes ibicencos de la Brigada de Extranjería. En esta llamada la mujer se mostró absolutamente aterrorizada. Dijo en susurros que estaba retenida contra su voluntad y obligada a ejercer la prostitución en una población próxima a Figueras. La mujer manifestó «auténtico terror» por lo que pudiera pasarle tanto y a su hija, que tiene tres años.

Rápidamente, la Policía acudió al lugar desde el que llamó la denunciante, pero no la encontraron, ni a ella ni a la niña. Además, su teléfono no daba señal. Al día siguiente los agentes lograron contactar con ella, que, en voz baja, les dijo que iba a escapar de su pareja con su hija, que volvería a llamar cuando estuvieran a salvo, y cortó la comunicación sin aportar datos sobre su paradero.

Al mismo tiempo, los investigadores dieron con el sospechoso en una localidad gerundense y lo arrestaron. Acto seguido rescataron a la mujer y a la niña. La mujer presentó una denuncia formal y ambas ingresaron en una casa de acogida, donde se les proporcionó alojamiento y ayuda técnica y psicológica, informó la Policía.

La mujer posteriormente explicó que había contactado con la Policía de Ibiza porque tenía los teléfonos de los agentes especializados que la entrevistaron durante una inspección realizada el pasado verano en uno de los clubes de la isla en los que ella ejerció la prostitución. En esta entrevista los agentes le informaron de los recursos que tenía a su disposición, pero pese a todo estaba aterrorizada por lo que pudiera ocurrirle a ella y, especialmente a su hija, motivo por el que tardó tanto tiempo en pedir ayuda.

Por amor y miedo

Por amor y miedoLa mujer relató que conoció al detenido en Rumanía en 2008. Era un cliente habitual de la tienda en la que ella trabajaba como dependienta.

Comenzaron una relación y unos meses después la convenció para viajar a España en busca de una vida mejor. Se establecieron en Figueres.

Cuando, al poco tiempo, se les acabó el dinero, su pareja la convenció para que se prostituyera en un club de alterne; le prometió que sería temporal, y aceptó «por amor». Con el tiempo descubrió que su pareja ya había tenido a otra chica en esa misma situación y en el mismo burdel, y decidió dejar la prostitución. Entonces llegaron las amenazas y las agresiones, y ella, «por miedo», siguió prostituyéndose. La situación continuó así durante varios años. Ella, obligada a ser prostituta y él no trabajaba.

La mujer era prostituida «en condiciones de verdadera esclavitud», siempre bajo amenazas y palizas. Los agentes de la Policía se entrevistaron con personas que testificaron acerca de las palizas que recibía la mujer.

En 2013 se quedó embarazada de su explotador, y dejó de prostituirse temporalmente. Durante la gestación estuvo en Rumanía, regresó a España en cuanto dio a luz y de nuevo comenzó su explotación sexual, así como las agresiones y amenazas, que ahora recaían sobre todo sobre la niña. Precisamente fue esto lo que, definitivamente, la empujó a denunciar.