Las últimas lluvias obligan a los operarios a trabajar entre el fango en buena parte de Vara de Rey. Desde fuera, las frondas de s´Alamera siguen donde siempre. El gran ficus cuya copa cubre la plaza a lo ancho casi completamente, dos plataneros que sobreviven al paso de las décadas frente a frente en el extremo de la plaza, el altísimo eucaliptus que se entrevé a lo lejos con sus ramas peladas después del verano.

Detrás de la valla verde hay excavadoras de pequeño tamaño en los laterales y un par de camiones cesta con la pluma extendida. Las tuberías de PVC se acumulan en varias pilas como barricadas. Entrar en el recinto chapoteando entre charcos refuerza esa sensación de sumergirse en el escenario de una catástrofe natural o un conflicto bélico. Hasta los troncos de los árboles están parapetados, protegidos por corcheras, mientras duren las hostilidades, para que no se lleven una dentellada de las excavadoras por error. En la plaza el enemigo es el tiempo y hay decenas de operarios con casco blanco y chaleco reflectante conjurados para tratar de derrotar al calendario y salir victoriosos en mayo. La batalla se libra aún en los laterales de la plaza, el espacio que se ganará para los peatones, mientras que en el centro, en la versión de s´Alamera con la que han convivido los vileros durante más de 70 años, las plantas están resguardadas también por una franja de tierra. La concejala de Medio Ambiente, Montse García, explica que las plantas sólo estarán expuestas al final, cuando se acometa el nuevo aglomerado de la parte central del paseo y les pongan alcorques. El trabajo de sus técnicos ha sido marcar «lo que no se puede perder bajo ningún concepto».

Sin álamos

Empezando por los plataneros ¿Saben que quedan sólo tres en s´Alamera? ¿Y que no hay constancia de que haya habido álamos en la rambla? Pero es una confusión muy habitual. Los tres son Platanus x hispanica, una «hibridación natural» que se produjo en la Península entre las variantes orientalis y occidentalis de un árbol ornamental usado desde antes de la Grecia Clásica -Hipócarates hizo su famoso juramento bajo uno-. El nombre puede conducir a engaño, porque no tiene nada que ver con la fruta sino que deriva del griego platis, que significa ´ancho´, seguramente referido a su amplia sombra, como explica el técnico de Medio Ambiente Enric Planells, una verdadera enciclopedia de la botánica vilera. Por esta cualidad, los peones camineros los plantaban intensivamente en las cunetas, para resguardar del sol a los carros.

Y ese es el origen del ejemplar más antiguo, el más cercano a la avenida de Ignasi Wallis. Según Planells, es un vestigio del camino sombreado que llegaba a la ciudad desde Sant Josep. Las otras dos forman parte de las hileras que se plantaron en torno a 1902, cuando se prepara la esplanada como plaza, para acoger la estatua de Vara de Rey que le daría nombre dos años más tarde. La archivera Fanny Tur considera que el paseo empezó a definirse en 1725, cuando el Ayuntamiento ordena plantar cuatro hileras de árboles desde la Marina hasta el inicio de la actual avenida de España. 150 años más tarde Tur cita la descripción de Claessens de Jong de la plaza, en la que, por supuesto, había ya plataneros.

Con los años estos árboles fueron muriendo y se sustituyeron por otras variedades. Sin ir más lejos, al inicio de la obra se tuvo que talar uno que estaba hueco y corría el peligro de caer. En los años 40 se aborda una gran reforma de la plaza para dotarla de baldosas y sus característicos bordillos elevados, y otro de los elementos emblemáticos, las adelfas (Nerium oleander).

Décadas después, los arbustos tienen «porte, más que arbóreo, arbustivo», explica Planells. Normalmente no forman tronco y si éstas lo tienen es por un concienzudo trabajo de poda para eliminar rebrotes y seleccionar. «Hubo la intención desde el primer día de mantenerlos», insiste.

Además, resultan interesantes por la paleta de colores de su floración «muy diversa, del blanco al rosa, incluso una con flores salmón». Y como esto sucede en verano, «a los turistas les encanta fotografiarlas», explica el técnico. Hay una veintena larga de ellas, salvo dos en mal estado que se cortaron al inicio de las obras. «Enseguida llaman si hay algún problema o si se va a hacer una poda», explica Eric Escalona, coordinador de Jardines.

El árbol más cuidado

Y las tipuanas, que hoy predominan. Aparecen en fotografías desde la segunda mitad de los 80, aunque resulta difícil precisar cuándo se plantaron. Hoy quedan 16 y, en un caso claro de cómo la misma planta puede molestar en un sitio y encajar perfectamente en otro. A Planells le parece una buena elección por «el efecto alfombra»: el árbol florece en primavera y sus característicos pétalos amarillos se desprenden formando un manto colorido. Cerca de la estatua está «el árbol más cuidado y trabajado de todo el paseo», una alta tipuana cuyos troncos están asegurados con abrazaderas: «Está rajado casi por enmedio», añade Escalona. Con las bridas se busca estabilizar la planta, que está donde se instalaba la carpa en el paseo.

Frente al antiguo Cine Serra se levanta hasta más de veinte metros del suelo otra rareza de s´Alamera, el Eucaliptus globulus. «Es singular porque es único, grande y antiguo, por lo que tiene una importancia capital». De nuevo es complicado establecer su edad.

Como la del enorme Ficus elastica, capaz de dar él sólo sombra a todo lo ancho de la plaza bajo su amplia circunferencia. Diario de Ibiza se congratulaba en abril de 1984 que por esos días se empezaron a sembrar con plantas y palmitos las jardineras de s´Alamera. Entre ellas debía estar el ficus enorme, pero no existe la certeza, en todo caso Planells asegura que el árbol tiene «décadas». «Por eso se respeta y se tiene tanto cuidado en mantenerlo», añade. Como tiene la corteza fina, se ha envuelto el tronco de rafia para evitar que las mismas corcheras lo dañen. Otro ejemplar mucho más pequeño, que además de estar en mal estado estorbaba las obras, se taló también.

En toda la plaza no quedan ni los arbustos de los setos que la envolvían, ni plantas florales ni el resto de variedades que le daban todo su esplendor, sólo unos restos de cintas de novia (Chlorophytum comosum, también llamadas malamadre) que decoraban los márgenes de la jardinera de los dragos, la joya de la corona de s´Alamera. Todo lo demás se ha trasplantado a otros jardines, incluso casi todas las cintas (que ahora decoran el pequeño parque junto a sa Nostra), o las esterlicias, cuyas flores imitan al pico de un ave tropical, que se llevaron al bulevar Abel Matutes. Según García, no se han perdido ni los pittosporum de los setos, sólo unos laureles que estaban «muy mal, ennegrecidos» por los años.

Montse García explica que la vegetación sufre mucho en la ciudad. De todas formas, Escalona alaba que quienes se ocuparon del vergel de Vara de Rey antes que él tuvieron «el acierto» de elegir especies mediterráneas -o de la Macaronesia como el drago o las esterlicias-, que se caracterizan por su resistencia y escasa demanda de agua. Algunas, como los palmitos, pueden volver a arraigar tras arrancarlas, «solo hay de quejar que cicatricen las heridas», explica.

El coordinador relata lo fácil que fue llevarse árboles que parecían delicados, como los olivos podados ´estilo bonsai´ que ahora están en la avenida de Santa Eulària: «Con la cuchara de la grúa en dos horas estaban de nuevo plantados». Puede que no vuelvan a su lugar, pero no se notará su ausencia porque está previsto plantar otros 40 árboles. Cerca del puerto, moreras estériles -sin fruto- y melias, con cuyo fruto se hacían cuentas de rosarios. En el otro extremo, sapindos para dar continuidad con la avenida de España. Más esmeraldas al joyero.