El color amarillento o crema de su sombrilla gelatinosa y la protuberencia redonda del centro, habitualmente de un tono más oscuro, explican el nombre popular de medusa 'huevo frito´. Esta aguamala, en su nomenclatura binominal Cotylorhiza tuberculata y también conocida como medusa del Mediterráneo, vive durante un año y su ciclo reproductivo la conduce hasta las costas a finales de verano y en otoño.

La temperatura es la única variable ambiental que controla su ciclo de vida y que puede explicar que la presencia de esta especie vaya en aumento, ya que los pólipos que se desarrollan hasta ser medusas no prosperan en aguas frías; inviernos de aguas templadas y primaveras adelantadas permiten augurar mayores poblaciones de medusas en verano y otoño. Y el progresivo calentamiento global origina, con mayor frecuencia, inviernos suaves y cortos. A tales conclusiones sobre un posible aumento del número de medusas llegaron ya hace seis años investigadores del Instituto de Ciencias Marinas de Andalucía (CSIC), que estuvieron tres años estudiando su biología y experimentando con ejemplares de esta especie en laboratorio.

Medusa fotografiada en el islote de s'Espartar. Foto: Joan Costa

Aunque en las Pitiusas su presencia es habitual, no lo son, al menos de momento, los enjambres que ya se han convertido en plagas en aguas del Mar Menor o en algunas otras zonas del Levante peninsular. Esta medusa es la segunda especie más abundante en aguas de Baleares, detrás de la conocida, común y urticante Pelagia noctiluca, y lo corrobora la herramienta de predicción de presencia de medusas en zonas de baño que el Govern balear puso en marcha ya en 2014 con la colaboración del CSIC. La tercera especie en orden de aparición es Rhizostoma pulmo (acalefo azul). Sólo la primera de ellas provoca verdaderos problemas por sus picaduras, no sólo por su abundancia sino también por su potencial urticante.

Cotylorhiza tuberculata tiene una baja densidad de células urticantes en unos brazos que además son muy cortos, lo que reduce su capacidad de lastimar accidentalmente a algún bañista; produce una irritación muy leve que sólo puede ser más grave en caso de reacción alérgica. Tiene ocho brazos cubiertos de pequeños tentáculos con extremos como botones de color blanco, azul o violeta, muy vistosos y que contribuyen a que esta especie sea muy fácil de identificar. Y aunque estas medusas son capaces de alimentarse de pequeños peces, los juveniles de muchas especies, como jureles, bogas o cirvioles, son inmunes a sus toxinas y suelen verse junto a ellas o incluso entre sus brazos, buscando protección de los depredadores. También conviven en simbiosis con algunas algas que, a menudo, viven en su interior y que explican que las medusas puedan presentar un color verdoso.

Las medusas adultas desaparecerán de las costas de Ibiza y Formentera en invierno, mientras la fase de pólipo sobrevive y se desarrolla en las rocas y, si la temperatura lo permite, se soltarán del sustrato a finales de primavera para transformarse propiamente en medusas. Esta especie es considerada endémica del mar Mediterráneo, aunque en la actualidad también puede observarse en el mar Rojo y en Canarias.