Fabricar ropa, construir carreteras, probar hongos que lo disuelvan o crear bacterias que se los coman, inventar artilugios como aspiradoras para recogerlos y reducir el consumo de bolsas de plástico o incluso prohibir su entrega en los comercios y fabricar, como alternativa, botellas a base de algas biodegradables. Se están estudiando a lo largo y ancho del planeta numerosas opciones para paliar un problema global que unas islas, rodeadas de agua por definición, sufren de una forma visible, diaria y manifiesta e indecentemente evidente; el plástico invade las costas, mata vida marina de forma directa y entra en la cadena trófica.

Y los temporales que han anunciado la llegada del otoño y las corrientes han hecho aún más visible el problema al acercar a las costas pitiusas grandes cantidades de basura flotante. Es Vedrà y es Vedranell, por su situación y un año más, son un punto de acumulación de muchos de estos residuos. Las aguas de s'Olleta des Vedranell, concretamente, al ser una rada muy cerrada y abierta al sur, se convierten, ya desde el mes de septiembre, en una sopa de plásticos y medusas, en la que bancos de peces y toda una variedad de fauna marina cazan unos y otras sin lograr distinguirlos.

Sin embargo, en estos meses en los que los temporales arrastran residuos hasta las costas de manera constante, las barcas de limpieza de la Agencia Balear del Agua y la Calidad Ambiental (Abaqua) ya han acabado su temporada. Desde el mes de junio y hasta septiembre, las ocho barcas de limpieza del litoral que trabajan en Ibiza recogieron 7.202,65 kilos de plástico flotante, mientras que las dos que faenan en Formentera retiraron 615,33 kilos. Algo menos de ocho toneladas de plásticos que, curiosamente, no suponen el grueso del total de basura que se recoge en estas islas, excepto, precisamente, en las costas del municipio de Sant Josep, donde el 64% de la basura es plástico.

Nudos de redes y pla?sticos en la pared de s'Olleta. Foto: Joan Costa

Y los animales

En Formentera, el patrón de una de estas embarcaciones tuvo que rescatar a una tortuga atrapada en trozos de plástico, lo que constituye un buen ejemplo del efecto más visible y directo de esta contaminación. Y, sin menospreciar la cantidad sumada, este material representa sólo el 22% de una tarta de basura en la que el 43% son trozos de madera, menos dañinos para el medio ambiente, y el 24% ramas y vegetación. En total, en Formentera se recogieron 2.804,15 kilos de residuos y en Ibiza la cantidad se elevó a 16.817,42; de ellos, el 43% fueron plásticos y el 28 % madera. La media diaria ha sido de 137,47 kilos de basura recogida en Eivissa esta temporada y de 22,98 kilos en Formentera.

Hay que destacar, empero, que estas barcas no pueden recoger los llamados microplásticos, las pequeñas partículas fabricadas ya en forma de gránulos o resultantes de la degradación de otros objetos, más difíciles de limpiar y retirar de los mares y las que mayoritariamente entran en la cadena trófica al ingerirlas organismos marinos de cualquier tamaño.

Sopa de pla?stico en s'Olleta des Vedranell. Foto: Joan Costa

La amenaza en forma de microesferas

Esos microplásticos sí han sido objetivo fundamental del estudio que el CSIC ha llevado a cabo dentro del Proyecto Nixe III, desarrollado desde el año 2010 y en el que se han recreado los viajes por el Mediterráneo del Archiduque Luis Salvador en los siglos XIX y principios del XX, con el objetivo de comparar sus descripciones con el estado actual de este mar. El archiduque estuvo por primera vez en las islas en 1867 y en los años siguientes navegó por el Mediterráneo en su yate ´Nixe´. De estos viajes dejó escrita una extensa obra en la que se incluye una monografía sobre Eivissa y Formentera titulada 'Die alten Pitiusen' (1869). En la recreación de estos viajes, desde Balears hasta los mares Jónico y Adriático, el CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas) ha llegado a la conclusión de que «en menos de cien años, los residuos plásticos han pasado a formar parte del ecosistema marino».

En todas las muestras recogidas con redes especiales en la superficie se han hallado microplásticos, declara Luis F. Ruiz-Orejón, investigador del CSIC en el Centro de Estudios Avanzados de Blanes. «Las basuras flotantes o residuos que encontramos estuvieron compuestos por un 97% de plásticos, y en su mayoría eran restos inferiores a 5 mm, considerados microplásticos», explica. De hecho, el muestreo revela que las partículas más abundantes medían alrededor de un milímetro, es decir, habían sufrido ya el proceso de fragmentación que los objetos de este material sufren en los océanos y que no sólo dificulta su retirada por los servicios de limpieza, sino que más fácilmente entran a formar parte del ecosistema.

Barca de limpieza frente a s'illa des Bosc. Foto: Joan Costa

A esta fragmentación se suman las microesferas plásticas que ya son creadas expresamente de un tamaño reducido para exfoliantes, detergentes o pastas dentífricas. En este sentido, Ruiz-Orejón destaca la «grave amenaza» que esta presencia plástica minúscula supone tanto para el ecosistema marino como por «sus consecuencias en la salud humana y en las actividades económicas». Las investigaciones demuestran que los organismos que consumen plásticos experimentan cambios en su desarrollo, al tiempo que aumenta su tasa de mortalidad. Y los contaminantes se acumulan en la cadena alimentaria.

Un informe de Greenpeace en el que se recopilan datos de diversos estudios científicos revela la presencia de esta materia en 170 especies marinas, entre ellas mejillones, ostras, atunes y caballa. Se han encontrado incluso en el fitoplancton, y en el Libro Rojo de los Peces de Balears se recuerda que se ha detectado acumulación de plásticos en organismos microscópicos como los copépodos. El año pasado, el centro balear del Instituto Español de Oceanografía (IEO) realizó una revisión bibliográfica de los trabajos científicos existentes desde 1986 sobre cómo se ven afectados los organismos marinos por la basura y contabilizó 79. En la actualidad, no puede alegarse el desconocimiento de las consecuencias para explicar el aumento de la infestación de plásticos.

«A partir de nuestros datos, hemos podido estimar que existe una mayor concentración de partículas cuanto más cerca de la costa estemos. Posteriormente , otros autores también han comprobado procesos similares», explica Ruiz-Orejón. Los datos concretos recogidos en Balears durante el Proyecto Nixe III aún no han sido publicados, aunque se espera que lo sean el próximo año. A nivel general, los datos del CSIC apuntan a una media de 147.500 partículas de plástico por kilómetro cuadrado. Con tal cifra, las cantidades que las mareas llevan hasta las orillas durante los temporales, o las que recogen las barcas de limpieza, y la partículas de plástico que ya forman parte de la arena resultan menos sorprendentes. Y respecto a las soluciones más efectivas a esta peligrosa invasión plástica, el investigador del CSIC cree que es importante lograr una mayor concienciación ciudadana y reducir considerablemente «el abuso del uso de plásticos, especialmente en los diseñados para usar y tirar. Esa es la primera medida que hay que adoptar para evitar que el plástico acabe en nuestro ecosistema». La mejor política de gestión de residuos es no producirlos. En definitiva, la mejor y más sencilla contribución que puede hacerse a la protección de la vida marina en el Mediterráneo es reducir el consumo de plásticos y reconsiderar la filosofía de usar y tirar.