Ellos nunca han estado en un botellón pero responden con rotundidad a en qué consiste y por qué hay chavales que lo hacen: «Es un grupo de adolescentes que llevan bebidas alcohólicas y se las toman»; «se hace en los lugares públicos, en los parques»; «es una alternativa de ocio poco saludable que hace gente que no tiene nada mejor que hacer porque no hay otra alternativa. Suele ser gente que pasa de todo».

Son las explicaciones de alumnos de sexto de Primaria y primero de Secundaria de los colegios e institutos de Sant Antoni, que ayer participaron en el primer consell de menores que organiza el consistorio, y que estuvo moderado por las ediles de Servicios Sociales, Neus Marí, y Juventud, Ainara Sánchez, y que contó con la asistencia de personal que elabora el Plan Municipal sobre Drogas.

«¿Habéis estado alguna vez en un botellón?», preguntó Marí. «No», aseguraron los menores al unísono, una respuesta que dieron también cuando les consultó si en el futuro querrían estar en uno. Pese a ello, los chavales estaban realmente informados de las consecuencias del botellón, las causas y las maneras en que se podría prevenir.

Así, aseguraron que el consumo de alcohol «en casos muy graves puede llevar a un coma etílico porque el cuerpo no está preparado para consumir tanto» y, en el resto, produce «resaca, pérdidas de control que pueden hacer perder la vida en un accidente o que puede conducir a acciones que después perjudican», comentaron. «¿Todos tenéis claro que está mal?», preguntaron las ediles, a lo que coincidieron en que sí. Incluso hubo una menor que comentó el caso de la niña de Madrid que falleció por consumo de alcohol.

Botellón y estar con los amigos

Para ellos, «divertirse, estar con los amigos y olvidar» son algunas de las causas del botellón, además de la falta de alternativas de ocio. Por ello, creen que una de las soluciones es precisamente incrementar dichas alternativas y contar con espacios donde hacer otras actividades en grupo, con los amigos.

Pero no son las únicas posibles soluciones, sino que hicieron hincapié en tres cuestiones clave: venta de alcohol, vigilancia y responsabilidad de chavales y sus padres.

Respecto a la venta de alcohol, expusieron la necesidad de reducirla, de impedir que «los súper vendan tanto», de prohibir la venta ilegal y de la obligatoriedad de solicitar el DNI a quien compra. Aquí, las ediles les explicaron que, por ejemplo, pedir el carné es obligatorio por ley. «Pero no se cumple», se dijo entre el público del salón de plenos, donde se sentaban profesores. «Lo que hacen es que mandan a uno de los mayores de 18 años y lo compra», explicó un niño sobre cómo se elude ese control.

En cuanto a la vigilancia, pidieron que esta aumente e incluso que se coloquen cámaras para controlar si hay menores haciendo botellón. «Pero no hay que decir dónde están, porque si no, lo sabrán», advirtieron. Además, solicitaron la presencia de más patrullas de la Policía y que se mejore el control en las zonas donde se suele llevar a cabo esta práctica.

Sobre la responsabilidad, recomendaron a los chavales separarse de su grupo de amigos si «ven que pueden llegar a eso». También reclamaron que, en lugar de poner multas a quienes pillan bebiendo en la calle, les obliguen a hacer trabajos sociales. «Porque la multa se paga y se vuelve a hacer», comentó uno de los menores. Y reclamaron «que los padres se responsabilicen de los actos de sus hijos» y demandaron hacer charlas con los progenitores para abordar las consecuencias del botellón y hacerles sugerencias.

Las alternativas de ocio

Además, como los estudiantes habían hecho hincapié en la falta de alternativas de ocio, les preguntaron por qué propuestas podían hacer ellos a este respecto. Rutas de senderismo y acampadas durante la noche; juegos nocturnos; más deporte y ocio por la tarde «porque así están más cansados y tendrán menos ganas de salir, aunque hay quien siempre quiere salir», afirmó un menor; hacer fiestas para menores «porque algo positivo del botellón es estar con los amigos, y se podrían hacer fiestas para eso», señaló otro.

Los menores no solo plantearon alternativas de ocio para la noche, sino que durante el encuentro comentaron sus intereses, las actividades lúdicas y deportivas que practican y plantearon numerosas peticiones para mejorar la oferta en este sentido.

Sus propuestas fueron numerosas y variadas, algunas más realistas que otras: una feria de atracciones «en condiciones» o un parque de atracciones - «vamos a hacer una propuesta a Port Aventura», bromeó una de las ediles-; actividades que permitan disfrutar del bosque; talleres de teatro, de robótica o de cocina; más deportes y espacios en los que se pueda practicar sin pertenecer a ningún equipo; un campeonato de fútbol playa; competiciones de baile de todo tipo; un lugar para practicar patinaje sobre hielo -«como aquí hace bastante calor es un poco complicado», apuntó una de las concejalas-; hacer «una discoteca para niños con distintas salas para diferentes edades»; organizar una fiesta de fin de curso para todos los estudiantes que acaban sexto de Primaria, para que se puedan conocer antes de ir al instituto.

«Todo lo que decís lo apuntamos para ver qué podemos hacer», aseguró Sánchez, quien finalizado el encuentro les animó a seguir en contacto con el Consistorio.

Este consell fue una de las dos actividades organizadas por el Ayuntamiento con motivo del Día Mundial sin Alcohol. María Ángeles Villalba, educadora que participa en la redacción del segundo Plan Municipal de Drogas, señaló que el objetivo era «dar voz a los jóvenes», de manera que este proyecto se ajuste a su realidad. «En el primer plan había objetivos que no respondían a la problemática del botellón. Queremos dar voz a los jóvenes», dijo Villalba, quien añadió que en dos, tres o cuatro años estos chicos serán los que se enfrenten al botellón y quieren conocer qué actividades de ocio les resultan atractivas para intentar prevenir su práctica.