Hace tres años que Juan González Armengol llegó a la presidencia de Semes y desde entonces su reivindicación básica ha sido que Urgencias sea una especialidad. Sobre ello habló ayer en la inauguración oficial de las XIII Jornadas de Medicina de Urgencias y Emergencias que se han celebrado en el hospital Can Misses.

-¿Por qué es tan importante que Urgencias sea especialidad?

-Ha sido una de las conclusiones del primer informe conjunto y único de los defensores del pueblo sobre urgencias hospitalarias. Que los profesionales sean personas formadas es una garantía de seguridad en la atención de los pacientes. Eso también lo dice el Consejo Económico y Social en su informe de 2015. Además, es una especialidad que existe en la mayoría de los países desarrollados y jurídicamente existe en la Unión Europea, que es un club al que pertenecemos de forma voluntaria y que nos obliga, por ley. En 2005 se hizo una directiva con las especialidades y sus tiempos necesarios de formación y una de ellas es Urgencias.

-¿Por qué aquí está costando?

-Esto es un ejemplo de qué significa que haya gente en las administraciones con una idea propia de lo que son las cosas y que actúan como les da la gana. Por eso hemos ido al Tribunal Supremo. España tiene muchas ventajas. Hace un sol estupendo, tenemos unas playas magníficas y la comida es espectacular, pero pasan estas cosas. [Ríe]

-¿Esto es lo que pasa cuando los políticos lidian con la sanidad?

-No se puede usar la influencia que pueda tener en la Administración en contra de derechos fundamentales, por eso hemos recurrido al Supremo, pero deberíamos haberlo evitado. Tal y como va el mundo debes formar a una persona, no para trabajar en un sitio concreto, en la aldea de Astérix, sino en todo el mundo, en países como Canadá, Reino Unido, Estados Unidos, países árabes, del sureste asiático... Con la titulación que tenemos aquí de urgencias no puedo trabajar fuera de España. No puedo trabajar ni en algunos sitios de España.

-¿Perdón?

-En Andalucía, por ejemplo, no puedo trabajar porque no existe la categoría que está reconocida en todo el Estado. Es una discriminación que va en contra de derechos constitucionales elementales y derechos universales.

-Cuando hablan de la especialidad habrá quien piense que no están capacitados para atender pacientes.

-Somos españoles, no lo olvidemos. Esto es importante y bueno. Venimos de una formación heterogénea y nos autocapacitamos por medios propios a lo largo del tiempo en las competencias que debemos tener para abordar las patologías de los pacientes. Deberían ser las propias administraciones las que reconocieran ese esfuerzo de tantos años.

-¿En qué cambiaría la especialidad la atención a los pacientes?

-No cambiaría de un día para otro, sería progresivo. Habría que reconocer la cualificación de las personas que trabajan, de forma paulatina. Eso tardaría un tiempo. Lo normal es que con el tiempo hubiera cambios sustanciales. Entre los pocos estudios que hay sobre seguridad en Urgencias destaca el de Evadur que afirma que un 12% de los eventos adversos de Urgencias se deben a deficiencias en la formación.

-¿Por qué los servicios de Urgencias son los que más información generan por saturación y quejas?

-Los servicios de Urgencias hospitalarios son como la selección española, todo el mundo tiene su alineación. Todos, buenas personas, malas o malísimas interpretan a su antojo esos servicios. Eso implica diferencias administrativas importantes, de trato y laborales. Los servicios de Urgencias deberían estar al mismo nivel administrativo que los demás y eso varía en las diferentes comunidades. En Cataluña está reconocida esta condición y en Andalucía también, pero es variable. Hay quien interpreta que en un sitio en el que caben 20 pacientes caben 120. Si no estás al mismo nivel administrativo para decir que no... Las urgencias hospitalarias no se saturan porque acuda más o menos gente, sino porque pacientes que tienen que ingresar, permanecen ahí.

-¿Por qué?

-Una de las razones es administrativa. ¿Tú interpretarías que en un quirófano en el que cabe una persona haya cinco? No. ¿Que en una sala de hospitalización para dos pacientes haya cinco? No. Pues eso es lo que pasa en Urgencias. Igual hay que pactar en España o en diferentes comunidades qué es aceptable socialmente. Entiendo el mundo de la gestión, me pongo en su lugar, pero hay que pactar qué es razonable. ¿Lo es que un paciente esté siete días en Urgencias? ¿Un día? ¿Dos? Eso se pacta partiendo de una igualdad administrativa.

-¿En Urgencias cabe aquello a lo que no llegan los demás servicios?

-Las Urgencias hospitalarias son, en primer lugar, un termómetro social. Y en segundo, una red de seguridad. El sistema sanitario es bastante bueno, pero tiene sus fallos y defectos y los servicios de Urgencias se convierten en su red de seguridad. Un ejemplo típico: se acusa los pacientes, pero la mayoría de los que generan más trabajo e ingresos son vulnerables, de ahí la inquietud de los defensores del pueblo, que acuden de forma recurrente. Pero es que van la misma cantidad de veces o más a su médico de Atención Primaria. Es una atención asociada a la fragilidad social.

-De ahí que los gerentes reclamen un recurso más específico para estos pacientes.

-No es nada nuevo. Hay muchas estrategias de atención a crónicos y hay que evaluar y dirigir los recursos en función del tipo de pacientes. No es lo mismo un señor joven, de 65 años, con dos o tres patologías crónicas completamente independiente que otro de 90 años muy dependiente para su actividad normal que ni siquiera tiene un entorno familiar cercano. Hay que redirigir los esfuerzos y hay que decidir la forma en que se hace como sociedad. Poner todos los medios para cuando esté muy enfermo... Pues no, igual debe haber personas que los llamen regularmente cuando están sanos. Hay que redirigir los recursos de la forma más eficaz posible para que estos pacientes estén atendidos al mejor nivel: mantenerlos en su casa y en Atención Primaria el mayor tiempo posible. Y si de vez en cuando necesitan llegar a Urgencias, pues para eso estamos. Hay que dejar de opinar sobre lo que es mejor y medir los resultados de la estrategia y el dinero que se está destinando a eso.

-¿Se invierte suficiente?

-Creo que se ha invertido mucho dinero. Pero hay fallos en algunos sitios y en algunos conceptos. En la Comunidad de Madrid, por ejemplo, se ha invertido mucho dinero. En espacios, en obras y en algunos sitios puede faltar personal. Depende de la comunidad y del hospital y del entorno, pero durante muchos años se ha invertido mucho dinero.

-¿Los recortes han afectado especialmente a Urgencias?

-Como al resto del sistema. Luego puede afectar más en algunos sectores, por ejemplo en vacaciones. En zonas de costa o con turismo, como puede ser Eivissa, alguien puede interpretar que no hace falta reforzar en verano, pero sí. La verdad es que la curva de uso de este servicio se ha aplanado bastante porque quienes lo usan, en general, son pacientes vulnerables que acuden tanto en invierno como en verano. En invierno, con el frío, y en verano, con el calor, se agudizan sus patologías.

-Cuando se denuncia la saturación de Urgencias la respuesta más habitual de las gerencias es que los pacientes usamos mal estos servicios.

-Hay que hacer una llamada al uso racional del sistema sanitario en su conjunto y también de Urgencias. Independientemente de que se den situaciones de abuso, te hago una pregunta muy sencilla: ¿Cuando estás a las tres de la mañana en la cama con tu pareja, calentita, te apetece ir a pasear por Urgencias?

-Evidentemente, no.

-Es lo que responderá la mayoría de gente que conozco. Vemos pacientes que usan las urgencias de forma inadecuada, pero el servicio no se satura por estos pacientes.

-En general, ¿se gestionan bien estos servicios?

-Como todo en la vida: los hay que muy mal y los hay que muy bien. Hay tendencias de gestión universales y hay bastante publicado sobre lo que se tiene que hacer: una mesa a primera hora de la mañana, prever los ingresos que habrá a lo largo del día, clasificar a los pacientes para atender primero a los que llegan más graves... Hay una serie de estándares en los que nos movemos todos y luego otros conceptos que funcionan fuera de España, más asociados a costes, y que aquí no hemos asumido aún. En esto, como en otras cosas, vamos al ralentí.

-Como presidente de la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias, ¿cuál es la peor situación que ha vivido?

-El 11M. Es lo más dramático que he visto. Espero no volver a ver algo así.

-¿Alguna vez se ha sentido desbordado en Urgencias?

-Hay situaciones que, objetivamente, son poco manejables. Otra cosa es la sensación de no poder manejarlas. Esa sensación, por mi personalidad, no la tengo. Eso no significa que sea bueno.

-¿Hay que repensar los servicios de Urgencias?

-¡No, por favor!

-Veo que le da miedito...

-Cada vez que aparece alguien por la puerta anunciando que va a hacer un plan pienso: «No, por favor». Por favor, que no vuelvan a interpretar, que no hable nadie de hacer un plan de choque. No, porque acabamos hablando de lo mismo y sugiriendo las mismas cosas, que son las que tienen cierta evidencia. Hay que profundizar en esa evidencia para hablar con un poco de criterio. Hay gente especialmente peligrosa, ésa que ha trabajado durante un mes o tres meses y luego tienen un rango gestor. A esos hay que ponerles esposas y cadenas. Son muy peligrosos.

-Vaya.

-Sí. Si necesito aprender algo de un servicio de ginecología hablaré con alguien que trabaje en este servicio, con diferentes tipos de hospitales. Esto, en Urgencias ya se ha hecho. Y mil veces. Una cosa es innovar y otra, las ocurrencias. Hay gente con una capacidad de ocurrencia... Todo el mundo tiene derecho a opinar, respeto todas las opiniones, hasta las de los ocurrentes, pero hay profesionales que conocen muy bien su trabajo. Las urgencias españolas tienen mucho prestigio, nuestra revista es la tercera del mundo en impacto. Hay un criterio profesional para ayudar a la gestión y al político a no tener ocurrencias. Si se dejan, que no es siempre. Y no se trata de gastar más dinero. Hay sitios que necesitan más personal y otros en los que hay que adecuar la estructura del espacio. Insisto: hay que opinar con criterio. Los ocurrentes, sea un político, un consejero o lo que sea, son estupendos para tomar cañas e irse por ahí de juerga, pero no más. Las ocurrencias, de cañas.