Si la masificación del litoral pitiuso y el anclaje sin control se habían convertido en los últimos años en la principal amenaza para las nacras, una especie protegida y muy asociada a las praderas de posidonia, ahora una misteriosa mortandad de ejemplares en el litoral ibicenco se ha sumado a la preocupación por este bivalvo y ha puesto en alerta a los expertos. Desde la costa Norte, desde Portinatx hasta las reservas de es Vedrà, es Vedranell i els illots de Ponent y también en el Este, en Santa Eulària y Talamanca, e incluso en Formentera, buceadores de toda la isla han manifestado este verano haber hallado nacras muertas en un número que podría considerarse inusual. Están vacías, de pie o ya caídas, pero con la concha pelada. No son nacras rotas por anclas ni por pulpos (sus principales depredadores) porque sus dos conchas están enteras. Desde cierta distancia, pueden parecer vivas, porque muchas siguen verticales, ancladas en el sustrato, pero al acercarse a ellas se descubre, entre sus valvas semiabiertas, un interior sin vida.

La bióloga Salud Deudero, del centro balear del Instituto Español de Oceanografía e investigadora principal del Proyecto Pinna para el estudio de la nacras, ha recibido en los últimos días las primeras noticias de la posible mortandad inusual de bivalvos. «Si es así, es urgente que se investiguen las causas de esta mortalidad de una especie protegida», ha señalado. De momento, es prematuro avanzar sus posibles causas o determinar si, realmente, lo observado por buceadores (incluso por bañistas en las playas) puede considerarse una mortandad alarmante de la especie.

Hay que tener en cuenta que muchos buceadores se acercan a las nacras (Pinna nobilis y enclotxa en catalán) para intentar descubrir en ellas la presencia de una interesante y pequeña gamba, la Pontonia pinnophylax, de un blanco transparente y huésped frecuente de estos bivalvos. Es decir, es muy habitual acercarse a las nacras esperando poder observar sus gambas, y, de esta forma, se explica también que los buceadores se hayan dado cuenta enseguida del inusual número de conchas vacías.

Hace una década, investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ya relacionaron muertes masivas de invertebrados bentónicos (los que habitan en el fondo) en el Mediterráneo relacionadas con la prolongación de las altas temperaturas estivales debido al calentamiento global. La pauta de incremento de la temperatura global, explicaban los científicos en un artículo en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), está aumentando la duración e intensidad de la estratificación en las aguas del Mediterráneo durante el periodo estival, lo que desencadena mortalidades masivas y ocasionales de gorgonias, corales, zoantarios, esponjas o bivalvos, como la que se registró en el Mediterráneo nordoccidental en 2003. El calentamiento global es en la actualidad uno de los factores que los científicos deben tener siempre en cuenta ante casos como la mortandad de nacras, pero es sólo un posible punto de partida.

Especie protegida

Entre los moluscos bivalvos, los que tienen dos valvas, dos conchas, usualmente simétricas y unidas por una bisagra, la nacra es un caso especial porque, a pesar de que resulta relativamente fácil observarla en las praderas de posidonia, se trata de una especie amenazada, endémica del Mediterráneo y fuertemente protegida, por lo que está prohibido extraer ejemplares del mar. En 1999 fue incluida en la categoría de ´Vulnerable´ del Catálogo Nacional de Especies Amenazadas. La enclotxa, que puede llegar a medir más de medio metro y vivir 20 años, es el bivalvo más grande del Mediterráneo y su conservación va íntimamente asociada a las praderas de Posidonia oceanica, el hábitat prioritario en los fondos marinos de las islas, de forma que «si la posidonia va mal, la nacra también», en palabras de Salud Deudero. Antaño, era usada para fabricar botones y representa un excelente bioindicador de los efectos de la acción humana sobre el medio marino; la nacra ya se usó para comprobar las concentraciones de hidrocarburos en la zona en la que se hundió el ´Don Pedro´, en 2007.

El Proyecto Pinna reveló, con datos recogidos en 2013, que Ibiza es la isla balear con menor densidad de nacras y con las poblaciones más amenazadas de esta especie, aunque aún es fácil y frecuente observarlas. Décadas atrás, la extracción de estos grandes moluscos como objetos decorativos pusieron en riesgo las poblaciones y obligaron a prohibir la captura de individuos, y hoy la masificación del litoral ibicenco y la destrucción de su hábitat son los nuevos desafíos para su supervivencia, a la espera de que se investigue la inusual mortandad de ejemplares detectada, sobre todo, desde el mes de agosto.