En el mismo lugar en el que, antes de la década de los 40, se levantaba el molino de na Ribes, llamado d'en Garroves en épocas aún más lejanas, el obispo Antoni Cardona Riera, es Bisbe Frit, administrador apostólico de Eivissa, ordenó levantar una imagen del Sagrado Corazón de Jesús sobre un monolito de veinte metros en recuerdo de la protección que en el lugar se le brindó durante la guerra. Y la estatua, Cristo con los brazos abiertos y el corazón en relieve en el pecho, logró cambiar el nombre de la colina, que, desde entonces es conocida como el puig del Cor de Jesús; Montecristo es la versión popular bastarda y en la Enciclopèdia d'Eivissa i Formentera se denomina a tal mote como un «topónimo aberrante», el resultado de haberse extendido la denominación dada a una urbanización construida en los años 70 en el lado Oeste del Cristo. Hoy también se denomina Montecristo a todo el polígono industrial cercano al Sagrado Corazón de Jesús, pero el único nombre aceptado para la colina es el de puig del Cor de Jesús.

El monumento, de 23 metros de altura y con una capilla al raso bajo el monolito, fue el agradecimiento del obispo, tanto a los vecinos como a Cristo, por haberle salvado la vida en el 36. Tras ser asaltada su casa en Dalt Vila, el sacerdote logró huir hacia Puig d'en Valls. Cuentan que disfrazado de payesa. Alcanzó el puig de na Ribes y los vecinos consiguieron ocultarlo durante semanas. Quizás meses. En ese año en el que se inició la Guerra Civil española, de la que se cumplen 80 años, 21 sacerdotes pitiusos perdieron la vida en las Pitiüses (sus nombres, uno por uno, se recuerdan en la web del obispado de Ibiza www.obispadodeibiza.es), por lo que debe entenderse que decir que los vecinos le salvaron la vida no es una exageración.

Incondicional de la devoción del Corazón de Jesús, al parecer muy en boga en la época, a juzgar por los monumentos que se levantaron por todo el país, Cardona Riera reunió limosnas y pidió ayuda a sacerdotes de fuera de la isla hasta conseguir el dinero para levantar la estatua. El lugar escogido no podía ser otro que aquel en el que se mantuvo oculto durante la guerra.

Se inauguró en 1947 y en la actualidad aún se celebra allí la Eucaristía, en la fiesta del Sagrado Corazón, una celebración que ha llegado a congregar a 300 fieles a los pies del Cristo, que lleva un pararrayos por corona. Y cada día, al anochecer, unos focos iluminan a Jesús y el monolito sobre el cual se eleva, en el que puede leerse la inscripción 'Adveniat regnum tuum'. A esa hora, chavales del barrio se reúnen en la escalinata o en los alrededores para fumarse unos cigarros y beber unas cervezas.

En el altar, las ofrendas recientes y los nombres y fechas grabados o pintados en la piedra revelan que la devoción al Cristo del corazón externo (al corazón del Hijo de Dios) se mantiene viva en Puig d'en Valls. España se consagró a él oficialmente en el año 1919. Hay flores, algunas de plástico, y plantas en macetas. Hay ositos de peluche, figuras de la Virgen, cirios y una herradura. Y un corazón de tela, oscuro, que recuerda a los que los soldados del bando nacional se cosían en la ropa para detener las balas; los llamaban 'detentes'. Y desde allí, desde la colina, el altar y la escalinata son también un magnífico mirador desde el que contemplar el pla de Vila y Puig d'en Valls, con Formentera en lontananza.