Los ecosistemas son tupidas redes de conexiones y asociaciones en las que todo puede tener consecuencias inesperadas. Tan incuestionable premisa tiene un ejemplo poco conocido pero llamativo en la simbiosis existente entre las populares sargantanes y una planta denominada en castellano olivillo y olivella o raspall en las islas (Cneorum tricoccon).

La existencia de lagartijas en Ibiza y Formentera explica la abundancia de esta planta en las Pitiusas de la misma manera que la escasez de lagartijas en Menorca y su desaparición en Mallorca tienen como consecuencia la reducida presencia de esta especie vegetal. Y es que son precisamente las lagartijas los más eficaces dispersores de las semillas de estas plantas; los animales comen los frutos, las semillas atraviesan su tracto digestivo y luego germinan. Con la particularidad añadida de que, según explica el biólogo Joan Carles Palerm, presidente del Grup d'Estudis de la Naturalesa (GEN), los reptiles son raros, en general, como agentes dispersores, aunque tal relación resulta más común en ecosistemas insulares, donde el número de especies es menor.

Un estudio del Imedea (Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados) sondeaba hace quince años la hipótesis del decrecimiento de poblaciones de Cneorum por la desaparición de lagartijas y llegaba a conclusiones interesantes sobre la presión evolutiva que los animales han ejercido sobre la planta; al tener que comerlos, las lagartijas escogen los frutos más pequeños y, con tal elección, han obligado al vegetal, a lo largo de los años, a adaptarse a los gustos reptiles. Todo ello significa que los ejemplares de Cneorum tricoccon de Ibiza producen frutos visiblemente más pequeños, en comparación con las que crecen en Mallorca o en Menorca.

Una planta de olivillo con sus frutos, de los que se alimentan las lagartijas. Foto: Joan Costa

«La introducción de carnívoros en las islas Baleares ha dado lugar a cambios importantes en la dinámica poblacional de muchas especies nativas. En las islas mayores (Mallorca y Menorca), los carnívoros parecen haber causado la extinción de lagartos endémicos que actuaban como los únicos dispersores de algunas plantas tales como C. tricoccon», puede leerse en el estudio, firmado por Nuria Riera, Anna Traveset y Oscar García. En Mallorca, las lagartijas se extinguieron con la llegada del ser humano y sus animales de compañía, que se convirtieron en los principales depredadores de los reptiles (los gatos son cazadores de lagartijas tan efectivos como las serpientes). Y se considera que tal extinción ha provocado directamente que C. tricoccon sea una especie escasa, al no contar con su más efectivo dispersor de semillas. Igualmente, los biólogos consideran que la desaparición de Podarcis lilfordi en Menorca (perviven subespecies en algunos islotes) ha llevado a la olivella casi a su extinción en esa isla.

La planta, que florece a partir del mes de abril y es abundante cerca de los torrentes, tiene unas pequeñas flores amarillas y produce unos frutos rojos que maduran de tres en tres (de ahí el nombre de la especie; tres cocos) y que se vuelven oscuros al secarse. La intensa sequía que sufren este año las islas ha provocado que en estos momentos sea ya difícil encontrar los frutos rojos que son más apetecibles para las lagartijas. Antaño, los niños realizaban collares con esos frutos y las ramas eran usadas como escobas para barrer las casas.