Francesc Josep Ribes Tur, a sus 13 años, quiere dedicar su vida a la artesanía tradicional ibicenca: «Prefiero estar en el corral con las gallinas y haciendo esto que no otra cosa», afirma mientras teje una atarraya. «Vendo cosas a profesores y compañeros en el instituto... Allí trec molts de sous», añade entre risas. Es el artesano más joven de la Associació Artesanal de Portmany, que ayer expuso el trabajo de sus miembros con motivo de las fiestas de Sant Bartomeu en es Molí d´en Simó.

A parte de Francesc Josep, Julio Alonso y Gloria Marín, una colombiana que vive en la isla desde hace tres años y da clases de ganchillo en el molino, el resto de los artesanos son personas jubiladas. «Cuando hacemos esto nos olvidamos del mundo y así conservamos la tradición», cuenta Pep Ramis. «Sobre el 20 de julio vamos al islote de s´Espartar a recoger material, hacemos el esparto, lo dejamos 40 días en el agua del mar y luego empezamos a trabajar», explica Ramis mientras confecciona un senalló que, según él, se termina aproximadamente tras 50 horas de trabajo.

«No se miran las horas gastadas en algo que se hace por gusto», reflexiona por su parte Agustí Ribes, que tiene 71 años y elabora pacientemente tambores de madera para intentar venderlos por 350 euros aproximadamente.

«Perseguimos preservar la artesanía tradicional y atraer a gente joven», declara Gloria Marín, secretaria de la asociación. Este verano, por primera vez, ella y Pepita Cardona Ramón, maestra de las espardenyes, han impartido breves cursos de artesanía para niños, a los que han asistido mayoritariamente niñas. Azul López, de ocho años, es una de sus alumnas, y cuenta que en el taller de trenzas «también había dos chicos».

Pese a estos nuevos aprendices, la mayoría de los artesanos tienen la sensación de que las manufacturas pagesas se va a extinguir. «Pensarlo me quita el sueño», exclama Catalina Ribes Torres al ser preguntada por este problema mientras elabora un mantón. «La verdad es que a mi hijo no le interesa para nada el esparto», lamenta Xico Tur Marí.

Sin embargo, nunca es tarde para aprender a tejer: «Yo aprendí a hacer cestas cuando me jubilé», recuerda Toni Bonet. «Cuando eres joven y trabajas no tienes tiempo para estas tonterías», añade.

El origen de Sant Bartomeu

Toni Bonet tiene 85 años «cumplidos» y es de los pocos que sabe alguna cosa acerca del origen de las fiestas de Sant Bartomeu: «Unos marineros sobrevivieron a un temporal gracias a Dios o a quién fuera y llegaron a Sant Antoni el día de Sant Bartomeu, por eso se celebran estas fiestas», relata Bonet. «Como se salvaron y habían estado tan cerca de morir decidieron celebrarlo cada año, además creo que había un capellán que se llamaba Bartomeu y eso ayudó bastante», concluye el artesano.

Así, la tarde de ayer transucrrió en es Molí d´en Simó entre recuerdos de viejas historias y conversaciones acerca de las labores artesanales.

Los vecinos también pudieron disfrutar de baile, música y tradición a cargo de sa Colla de Can Bonet, que ofreció una xacota pagesa. Y finalmente, como en toda buena fiesta, no pudo faltar el momento en el que los asistentes pudieron llenar sus estómagos con la degustación de unos buñuelos y otros aperitivos.