Ayer fue otro de esos días en los que el puerto de Vila operó a pleno rendimiento desde la madrugada, con las entradas y salidas de los barcos regulares a la Península mezclándose con las salidas cada vez más tardías de los cruceros. A las tres de la mañana, el ´Costa Fascinosa´ se cruzaba con el ´Sicilia´ de Baleària, y ya al amanecer llegaron desde Barcelona y Valencia el ´Zurbarán´, ´Nápoles´ y ´Juan J.Sister´, habituales en los pantalanes de es Botafoc. Junto a ellos amarraron ayer dos grandes cruceros: el ´MSC Armonia´ y el ´Crystal Symphony´, que, sumados al barco de carga ´Virot´, ocupaban toda la línea de atraque de los muelles de es Botafoc. Y cuando el primer ferry de línea regular salió rumbo a Barcelona su espacio fue ocupado inmediatamente por un tercer crucero, el ´Zenith´, que hoy sigue en puerto hasta las seis de la tarde.

De todos estos barcos, la novedad de ayer era el ´Crystal Symphony´, de 238 metros de eslora, propiedad de Crystal Cruises, que llegó ayer a las siete y media de la mañana con 900 pasajeros a bordo, atendidos permanentemente por una entrenada tripulación de 550 personas. Con las medidas, puentes e instalaciones del barco, cualquier viajero tiene una sensación de tranquilidad que no es nada habitual en los buques de más de 200 metros de otras navieras convencionales. Lo mismo sucede a quienes viajan en las suites de más de 200 metros cuadrados que lleva a bordo, aunque las dimensiones de las cabinas van bajando hasta llegar a las más económicas de 25 metros cuadrados. Sin embargo, sea en la clase que sea, ningún pasajero echa a faltar nada a bordo, ni en servicio ni en instalaciones, con diversos espacios comunes de exquisito diseño y varios restaurantes, entre los que destaca el japonés de la prestigiosa cadena Nobu, el primero embarcado, tras convencer al chef Nobu Matsuhisa que la idea de llevar su estilo al mar era una buena idea.

A lo largo del día, varios autobuses, automóviles de lujo y furgonetas privadas transportaron desde la zona del pantalán de es Botafoc a los pasajeros que habían contratado excursiones en el barco o a nivel particular: desde la inevitable subida a Dalt Vila a es Cubells, Sant Josep de sa Talaia o Can Costa. Otros se acercaron a realizar catas de vinos, algunos, atraídos por la historia de la posidonia se apuntaron a una salida de buceo y también un pequeño grupo, interesado por conocer Formentera, se embarcó en un velero para llegar hasta la otra isla, aprovechando la generosa escala hasta la una de la madrugada.

Una naviera innovadora

Crystal Cruises es una compañía en pleno periodo de renovación y que tuvo su primer contacto con España durante las olimpiadas de 1992. En esa época la planta hotelera de Barcelona no podía asumir el flujo de visitantes de unos juegos olímpicos y 15 barcos de pasaje funcionaron como hoteles flotantes durante algo más de dos semanas. Grandes empresas como Kodak, Time, Campofrio, IBM, Mercedes, Visa o Coca Cola fletaron esos barcos para recibir a sus vips, compromisos e invitados durante la duración de Barcelona´92.

Uno de ellos, el ´Crystal Harmony´, que por entonces llevaba solamente dos años navegando, se convirtió en la base de operaciones y hospitalidad de Coca-Cola por su capacidad, cercana al millar de personas. En sus camarotes y suites se alojaron desde los principales directivos de la corporación de Atlanta a celebridades del cine, el deporte o la ciencia invitados por el presidente de la compañía, pasando por simples consumidores habituales del refresco que habían ganado algún concurso.

Después, el ´Crystal Harmony´ combinó rutas en el Mediterráneo y norte de Europa con visitas al Caribe y también algunas estancias en Asia, pues aun teniendo sede social en Los Angeles, Crystal Cruises era una compañía de origen japonés, subsidiaria de la histórica naviera NYK Nippon Yusen Kaisha, fundada en 1870 como primera naviera nipona que realizó servicios regulares de pasaje en vapores y que hoy es una de las corporaciones marítimas más grandes del Planeta, especializada en el transporte de vehículos y contenedores, con una flota de 105 barcos y ocho en construcción.

La buena acogida del Harmony en el mercado de los cruceros de lujo llevó a la compañía a construir dos buques más con características similares: el ´Crystal Symphony´, que ayer estuvo en Ibiza, y el ´Crystal Serenity´, botados en 1995 y 2003, respectivamente.

La naviera NYK ha vendido Crystal a Genting Hong Kong, propietaria de otras dos compañías de barcos de turismo, y en otoño del año pasado presentó sus planes de expansión, que han sorprendido por ambiciosos y novedosos a sus competidores más directos: en diciembre incorporó un primer yate de exploración para 62 pasajeros y equipado con un submarino, mientras que en 2017 creará una división de cruceros fluviales de ultralujo y construirá tres nuevos buques de 100.000 toneladas para tan solo mil pasajeros en suites o incluso apartamentos en propiedad (en otras navieras, los barcos de este tonelaje suelen llevar hasta 3.500 cruceristas), con una ratio de un tripulante por pasajero, incluyendo como tripulantes a algunos aviadores, pues los barcos llevarán incluso un helicóptero permanente a bordo.

Como guinda de todas las novedades, un detalle aéreo más: los nuevos propietarios de Crystal ya han encargado al fabricante de aviones Boeing un 787 de tan sólo 60 asientos, en lugar de los 270 habituales, para realizar cruceros aéreos por todo el mundo, a lo que hay que añadir que estos días el otro gran barco de la empresa, el ´Serenity´ está navegando por primera vez por el norte de Canadá, aprovechando el deshielo, en un discutido viaje por tierras tan inexploradas como delicadas medioambientalmente.