Los niños pitiusos acceden a la tecnología prácticamente al nacer, pero la edad de tener su primer dispositivo móvil o abrir perfiles en las redes sociales depende de otros factores como la madurez y la responsabilidad del pequeño. Las nuevas tecnologías y los usos derivados de las mismas como son las redes sociales suponen una gran oportunidad para padres y pequeños, pero la falta de control o un acceso prematuro pueden provocar situaciones de riesgo que son fácilmente evitables con una serie de pautas para padres y tutores.

A pesar de que la mayoría de redes sociales establecen como edad legal mínima para abrir un perfil los 13 años de edad, lo cierto es que la mayoría de niños ibicencos abren sus primeros perfiles sociales antes incluso de los 10 años. Así lo concluía en 2014 un estudio del Centre d’Estudi i Prevenció de Conductes Addictives (CEPCA) del Consell de Eivissa sobre el uso de las nuevas tecnologías en la población escolar del tercer ciclo de primaria, es decir, en alumnos de entre 10 y 12 años, que reveló que la edad media de acceso al primer teléfono móvil en Ibiza es de 9,3 años, mientras que con 9,6 años se introducen en la red social Facebook.

Actualmente, el mayor riesgo se centra en las familias con gran salto intergeneracional en lo que al conocimiento y manejo de las nuevas tecnologías se refiere, ya que muchos padres que no manejan con soltura estas plataformas y dispositivos se sienten incapaces de detectar y controlar conductas equivocadas en sus hijos. La brecha digital entre padres e hijos quedó demostrada en el mismo estudio de 2014, cuando señalaba que el 63,6% de los padres piensa que sus hijos usa el móvil principalmente para hacer o recibir llamadas, mientras que los pequeños declararon utilizar sobre todo el programa de mensajería instantánea WhatsApp.

Sin embargo, y lejos de alimentar miedos o recelos sobre el uso de nuevas tecnologías, éstas son en general positivas, siempre que se utilicen con moderación, sobre todo en las primeras etapas de desarrollo del niño. Debemos procurar eliminar de nuestras mentes esa imagen aparentemente simpática del bebé que, sin saber hablar, sabe manejar con soltura una tablet o un smartphone, ya que lejos de ser positivo para el niño puede ser todo lo contrario.

De acuerdo con varios estudios, y entre ellos alguno de la Sociedad Americana de Pediatría, o de la mismísima Clínica Mayo, hasta los tres años no deberían estar en contacto con estas tecnologías en ningún momento y desde luego no a modo de ‘niñera’ virtual para evitar que lloren o mantenerles calmados un rato. Eso es sin duda muy cómodo para los padres, pero no significa que sea beneficioso para los niños. Antes de los 3 años los pequeños tienen una importante etapa de desarrollo psicomotor, sensorial, cognitivo y emocional para la que las nuevas tecnologías no van a resultar de ayuda por ahora.

A partir de los tres años y de forma progresiva, no es en absoluto negativo que se vaya produciendo una introducción guiada y compartida, donde los padres realicen un uso responsable, sirvan de ejemplo y compartan actividades con sus hijos en las que los smartphones o las tablets sean una herramienta útil que se utiliza de forma racional y que, en ningún caso, sustituye a otras actividades como el juego, el deporte, las actividades al aire libre o la lectura.

Presión social

Centrándonos en concreto en las redes sociales, la autorización paterna se ve en muchas ocasiones condicionada por la denominada ‘presión social’ (aquella que ejercen los compañeros y amigos de nuestros hijos que sí disponen de smartphones y perfiles en redes sociales, y que por miedo a que nuestros hijos se sientan desplazados precipitan la autorización paterna). Normalmente la fecha en la que los padres claudican coincide con el paso a la educación secundaria (ESO), o el salto del colegio al instituto, cuando los jóvenes comienzan a crear grupos de WhatsApp y la mayoría ya dispone de perfiles sociales.

No existe una edad universal recomendada para abrir perfiles sociales y que sea válida para todos los niños o jóvenes. Los padres deben evaluar el nivel de madurez de cada niño, ver si es responsable, si cumple con sus obligaciones, si baja el rendimiento escolar o si hace un uso racional de éstas tecnologías. Y la labor de control debe continuar de forma permanente, sin llegar a vulnerar la privacidad del niño, es responsabilidad de los padres controlar por ejemplo las apps que descargan en su teléfono, las horas de uso o saber detectar posibles casos de acoso escolar.

Recomendaciones

Os dejo algunas buenas prácticas que sin duda os ayudarán a mantener unas pautas para que el uso de estas plataformas sea positivo:

1. No permitamos que los jóvenes menores de 16 años se lleven el smartphone a la cama, establezcamos una hora de apagado que debe respetarse.

2. Introduzcamos el uso de estos dispositivos de forma progresiva (empezando los fines de semana para ir ampliando el tiempo de utilización, según se haga un uso responsable del mismo, pero siempre estableciendo límites).

3. Concienciemos a nuestros hijos de la importancia de que el smartphone permanezca apagado en el colegio.

4. El ordenador debe estar en una zona común de la casa como el salón, para evitar situaciones de uso descontrolado o indebido.

5. Supervisa el tipo de contenido que tus hijos comparten en la red, explícales aspectos como la privacidad.

6. Revisa que los contactos de tus hijos en las redes sociales sean de verdad personas conocidas.

7. como siempre, mucho sentido común, acudamos a pedagogos profesionales ante cualquier duda

8. y ¡demos ejemplo! Somos el principal espejo en el que nuestros hijos se miran.