-¿Qué es el ´turismo basura´ al que alude el título?

-Yo lo defino como aquel tipo de turismo que ya no solo está masificado sino que sus hábitos son completamente incompatibles con el bienestar colectivo y constituye, además, un peligro para el propio turista. Es turismo caracterizado por un abuso del alcohol, un abuso de las drogas y la juerga sin ningún tipo de control. Es peligroso para quien lo practica porque se caen el balcón y se matan o mueren de sobredosis... Y la otra característica fundamental es que provocan problemas de convivencia allá donde se implanta que, en su estadio más avanzado, provoca incluso la desertificación de residentes del lugar.

-El libro está estructurado en cuatro áreas del Mediterráneo: Lloret de Mar (y Salou), Barcelona, Sant Antoni y Magaluf. ¿Por qué estos cuatro puntos?

-Son cuatro áreas que van de menos a más conflictivas. En el primer grado están Lloret y Salou, donde hay turismo basura, pero está confinado en un espacio geográfico bastante determinado y el resto de estas poblaciones tiene un ritmo de vida bastante normal. Luego pasamos al casco antiguo de Barcelona, con los barrios del Raval, Barceloneta y Gòtic, que está en una fase más avanzada porque no solo hay una época concreta de turismo de borrachera sino que está provocando que muchos vecinos se tengan que marchar de sus casas por las molestias que provoca. Barrios completos. La tercera fase es el West End de Sant Antoni. El proceso de huida de la población residente está mucho más avanzado así como el proceso de sustitución de los comercios tradicionales por pizzerías, hamburgueserías, espacio de venta de tiques. En Sant Antoni se está sustituyendo la población residente de toda la vida por inmigrantes que son los que pueden aguantar con precios más bajos ese estilo de vida. Y luego está el estadio superior, que es Magaluf. Magaluf es la capital del turismo basura en España. Se diferencia de Sant Antoni en que prácticamente residentes hay muy pocos y en el predominio absoluto del turismo de borrachera. Así como en Sant Antoni se ve algún vestigio de vida normal, Magaluf es un parque temático del alcohol.

-¿Estas fases son progresivas? ¿Sant Antoni, que está en la fase tres, camina hacia la cuatro?

-Esa es la conclusión que yo he sacado. Si Sant Antoni sigue igual, dentro de diez años será Magaluf. Ante la ausencia de medidas, los que han tomado el control de Sant Antoni son los empresarios de la industria de la borrachera que, por cierto, ya ni siquiera son empresarios locales sino que son ingleses. En todos estos sitios, tanto en Barcelona como en Magaluf o Sant Antoni, hay un desembarco en masa de empresarios, sobre todo británicos, especializados en el turismo de borrachera. Si buscas pub crawls [circuitos turísticos que consisten en ir de bar en bar bebiendo grandes cantidades] en Internet hay empresas especializadas en las que las fotos y los vídeos son de gente borracha, por el suelo, vomitando entre contenedores... Y los clientes son gente de entre 18 y 25 años, no más.

-¿Estos jóvenes buscan este tipo de experiencia de vacaciones o es que se la encuentran?

-Hay dos tipos de casos: el caso de los que van a buscarlo, es decir, que quieren unas vacaciones para emborracharse hasta caerse por los suelos... pero luego hay muchos casos en los que estos chavales que se caen por el balcón y se matan sencillamente tuvieron la mala pata de ir a parar a Sant Antoni o a Magaluf. Eran chavales a los que sus padres les regalan un viaje a España tras acabar sus estudios. Es un viaje en grupo y piensan que van a estar bien. Ellos no tienen ni idea de a dónde van. Saben que hay playas, discotecas y diversión, evidentemente, pero no podían sospechar el grado de descontrol que hay. Muchos de esos chavales que van a los pub crawls sí saben que van a beber, pero no son borrachos empedernidos ni gente que se drogue y está comprobado. En el libro hay algún profesor que dice que muchos de estos que se matan son gente que ni siquiera se emborracha en su país de origen. Sí, salen con sus amigos, sí se toman dos o tres copas pero no son borrachos empedernidos...

-Es decir que ni beben ni se drogan hasta el extremo en otro entorno...

-Ni en ninguna otra circunstancia. Lo hacen aquí porque vienen aquí. Si tú estás en un grupo de gente que te llevan a emborracharte ¿qué haces? pues emborracharte. Llegas tambaleándote al hotel, abres la puerta del balcón, te caes y te matas. Si vemos los perfiles y las biografías de muchos de estos chavales que se matan cayéndose del balcón, vemos que tenían una trayectoria académica brillante, con aficiones ejemplares, gente sana que ha tenido la mala pata de caer aquí.

-Tal y como lo explica el pub crawl parece que ´induce´ o provoca estas muertes. Una responsabilidad que nadie asume.

-Lo que tienen que saber los bares que viven de emborrachar a los jóvenes, que son muchos de los de West End o Magaluf, es que están poniendo en peligro la vida de muchos jóvenes y no solo eso sino que están provocando la muerte de muchos de estos jóvenes cada verano. Cada año en Ibiza se están matando cinco o seis chavales al caerse por el balcón. Entre Mallorca y Ibiza han muerto 32 jóvenes por balconing desde 2010 a 2013. Es una inducción a emborracharse y matarse. Todo el mundo es libre de beber alcohol y drogarse, lo que no puede hacer un establecimiento es inducir a ello de una manera tan salvaje a través de unas webs que tendrían que estar prohibidas.

-¿Los pub crawls están permitidos por la ley?

-Están prohibidos pero se hace la vista gorda, como con tantísimas otras cosas. Las ordenanzas lo prohíben todo, pero en la vida real se permite todo. En Sant Antoni hay ordenanzas como para forrar una casa pero no se cumple casi nada. El pub crawl es una actividad prohibida en casi todos los municipios turísticos españoles pero se sigue realizando. En lugar de prohibirlo, en algún lugar lo regulan, como por ejemplo en Calvià, donde tiene que haber unos monitores, un número máximo de asistentes, no sé si incluso algún sanitario. Pero yo, que estuve allí, no vi que se cumpliese nada de eso. Muchas de estas actividades están prohibidas pero se toleran y hay una permisividad total.

-¿Cree que esta situación es reversible?

-Lo que es increíble es la potencia que tiene esta industria para implantarse y desafiar las normas que existen.

Una potencia ante la cual las instituciones públicas son totalmente ineficaces. En Sant Antoni estamos hartos de verlo. Se pasan por el forro cualquier ley de obligado cumplimiento. Las administraciones públicas son las que tienen que actuar con decisión pero, de los cientos de denuncias que se ponen cada verano contra prostitución, tráfico de drogas, horarios de cierre que no se cumplen y ruidos, al final las sanciones son ínfimas, una proporción ínfima. Se abre expediente pero acaban en la basura.

-¿Por qué pasa esto?

-Es un misterio. Yo lo atribuyo al pasotismo institucional, aunque los políticos en cuestión te dicen que no tienen medios para tramitar esa avalancha de denuncias. A ver, lo que no puede ser es que haya medios para tramitar la avalancha de licencias urbanísticas con las que se está urbanizando Ibiza a pasos agigantados y que requiere bastante tramitación y, en cambio, no haya medios para obligar a cerrar bares de borrachera que están destruyendo nuestra imagen y poniendo en riesgo la vida de jóvenes. Hay una sensación de que ´se puede hacer todo´ que es lo que anima a que esto continúe así. Las pocas sanciones fuertes han sido por parte de la Justicia. Hace poco sancionaron por ruidos de manera bastante fuerte a un bar de Sant Antoni. El Ayuntamiento puede clausurar pero no vemos que hayan clausurado nada. Hay una dejación de funciones, tienen las competencias pero no tienen voluntad. Llevamos 40 años con esa lacra que es el West End.

-¿El West tiene ya 4o años?

-Sí, sí, está anquilosado ahí. Ibiza va de ´lujo y supercalidad´ y tenemos todo un pueblo, Sant Antoni, que en verano es un manicomio al aire libre. Y en invierno es un lugar abandonado.

-¿Cómo ha sido la experiencia de visitar estos lugares?

-Esto nace de una curiosidad personal, porque al final el periodismo es eso, curiosidad por saber cómo son las cosas. Quería saber hasta qué punto el West End era más o menos desastre que Magaluf, más o menos que Lloret. Situarlo. Fui a estos sitios para verlo. Ya me gustaría a mí que Sant Antoni fuese Lloret de Mar. Allí, en la avenida de las discotecas, delante de cada una hay furgones de los Mossos d´Esquadra mientras la Policía Local patrulla a pie todas las calles de la zona de las discotecas. Y el resto del pueblo está inmaculado. El día que veamos esto en Sant Antoni parecerá un milagro. En Salou el problema lo tienen con el Saloufest, que es un desmadre total pero se circunscribe a una época y un espacio concreto. En Barcelona, te vas a la Barceloneta y otros barrios y la gente está asustada. Se van porque no pueden aguantar los ruidos de los grupos que hacen fiesta hasta las seis de la mañana. Una vecina me decía que, estando en su balcón, le vomitó uno encima desde el balcón de arriba o que se quejan y, en represalia, les rompen los cristales. Es un verdadero problema que los alojamientos turísticos se metan en bloques de pisos donde reside gente.

-Pues aquí el Govern quiere legalizar el alquiler vacacional de pisos...

-Barceló [Biel Barceló, el conseller de Turismo] debería darse un paseo por la Barceloneta, por el Gòtic, el Raval, para ver lo que está pasando y que intentara vivir en uno de esos pisos...

-Y luego visitó Magaluf...

-...que supera ampliamente a Sant Antoni porque es como un Disneyworld dedicado a los borrachos. En Sant Antoni hay muchas bodegas pero tienen sus botellas dentro... en Magaluf las bodegas las tienen en la acera, en enormes palés recién descargados del barco. Hasta diez palés de alcohol en la acera, no puedes ni pasar. Los souvenirs venden alcohol, los estancos son macroestancos y macrobodegas al mismo tiempo... No sé, es una cosa increíble. Todo orientado a esto. Intentas buscar la parte residencial de Magaluf pero no existe. Hay algunos edificios en los que viven residentes pero no sé ni cómo se puede vivir ahí.

-Habrá visto de todo...

-Se te ponen los pelos de punta pensado en que un hijo tuyo pueda ir ahí. Todos nos hemos desmadrado en la vida pero... ese exceso y esa inducción generalizada a emborracharte y drogarte, eso es otra cosa. De Magaluf recuerdo ver a una madre con un cochecito con un bebé sorteando borrachos a las dos de la madrugada en Punta Ballena al lado de una terraza con unas cuarentonas desmadradas que agitaban consoladores subidas encima de la mesa. Son escenas de otro mundo.