Antonio Colinas y su mujer, María José Marcos, abren con la hospitalidad que les caracteriza las puertas de su casa en Can Furnet de Jesús donde descansan después del ajetreo de los últimos meses. Sobre la mesa del salón reposan las galeradas del próximo libro del poeta, ´Lumbres´, una antología cuya publicación forma parte del XXV Premio Reina Sofía que recogerá en noviembre. El galardón incluye también una exposición sobre su obra, que recorrerá diez campus universitarios, y un curso monográfico sobre su figura en la Universidad de Salamanca.

Un álbum de fotografías, algunas completamente inéditas, también se incluirá en el volumen. En ellas se descubre a Colinas de niño en La Bañeza, de adolescente en Córdoba, con María José en 1968 en una de sus primeras citas, por supuesto en Ibiza (donde vivió 20 años y a donde regresa fiel cada verano) o acompañado por nombres tan importantes de las letras españolas como José Hierro, Rafael Alberti o María Zambrano. Entre ellas destaca su semblante afectado en el entierro del premio Nobel Vicente Aleixandre.

-En ´Memorias del estanque´ recuerda que intuyó la muerte de Aleixandre.

-Me desperté un día a las siete de la mañana pensando en él de manera obsesiva. Nunca se me hubiera ocurrido llamarle a las nueve de la mañana [en el libro explica que no estaba disponible hasta mediodía], pero le llamé desde una cabina de Vara de Rey a las nueve y cinco o nueve y diez. La asistenta me dijo: ´al señor lo han ingresado hoy a las siete de la mañana muy grave´. Me había enviado una postal hacía un tiempo que terminaba diciendo: ´hasta pronto´, pero había tachado ´pronto´ y había escrito ´hasta siempre´...

-Uno de los episodios que más impactan y a la vez divierten del libro es el de su detención en Corea del Norte en 2005, en un encuentro que organizó una fundación budista.

-Fue dentro de un encuentro por la paz mundial en Corea del Sur, en Seúl. Pasamos durante 48 horas a Corea del Norte, nos dividieron en tres grupos y a un grupo nos detuvieron y nos multaron. A unos porque se reían en la foto del pasaporte y a mí porque en la foto del visado aparecían unos libros de fondo. A todos los periodistas, que iban juntos en un autobús, los multaron por exceso de material porque llevaban cámaras y tuvieron que dejarlas. Nos llevaron hasta el hotel por una carretera que estaba electrificada a los dos lados y cuando salimos a pasear por la noche estábamos rodeados de soldados... cosas rarísimas. En la cena nos dieron una especie de orujo que nos provocó a todos algo así como alucinaciones [ríe].

-La publicación de su libro ´Memorias del estanque´ ha llegado en un año muy especial...

-Sí, ha habido cuatro cosas muy especiales: el libro ´Memorias del estanque´, el Premio Reina Sofía, la reedición de la ´Obra poética completa´ para España y América y ahora este libro, ´Lumbres´, que forma parte del premio.

-Una buena manera de celebrar su 70 cumpleaños.

-Dije en su día que había algo de cabalístico este año: 70 años, 70 libros y 50 años escribiendo.

-En el homenaje que le hizo el Ayuntamiento de Ibiza aseguró que estas buenas noticias le compensaban el sufrimiento con sus cervicales.

-Sufrí un proceso de vértigos el otoño pasado que estuvo muy unido a la creación del libro ´Memorias del estanque´, porque está escrito desde lo profundo de la psique, es un libro escrito muy desde el subconsciente. Cuando llegué a las 400 páginas María José me dijo ´tienes que parar´ porque este libro me estaba afectando. La creación es un proceso de sanación pero no debe uno ir muy lejos tampoco. Fue un año que empezó no muy bien y, bueno, la edad también influye porque, aunque no tengo problemas de corazón, antes me ponía en el jardín y estaba desde por la mañana hasta la noche y ahora me pongo a hacer un hoyo y... Los años se notan. Pero estoy contento, estoy bien.

-Desde la primera página se intuye que el libro de memorias lo ha escrito en Ibiza.

-Sí, en una buena parte el libro está escrito en Ibiza. Las críticas dicen que el estanque es una alegoría literaria, un símbolo, pero es eso, un estanque, un safareig ibicenco. Yo no utilizo el estanque como el narciso que se refleja en él para mirarse sino que el estanque tiene que ver con la meditación. Ves que va cambiando de color a lo largo del día en función de la luz, que caen las hojas sobre él, la lluvia... y todo eso lleva un vacío, paradójicamente, que despierta la memoria. Es como si yo le preguntara al estanque y el estanque me respondiera.

-No sé si hay que hablar de ´destino´, pero la impresión que dan sus memorias es que su vida ha virado en función de hechos más o menos fortuitos...

-Sí, hay una frase que repito y es que no he ido a donde he querido sino a donde la vida me ha llevado. Una de las funciones del libro es dar respuesta a preguntas que siempre me hacen: por qué fuiste a Italia, por qué regresasteis de Italia, por qué a Ibiza, por qué a Salamanca y no a León y siempre hay explicaciones... El destino me ha llevado a esos sitios.

-¿Le ha provocado vértigo mostrarse en sus memorias, escribir sobre hechos duros [como la muerte de su primer hijo que incluso algunos amigos cercanos desconocían]?

-He tenido que desnudarme entre comillas en determinados momentos para contar cosas de las que no había hablado y de las que tampoco me gustaba hablar. Es un libro respetuoso en el sentido de que el lector no tiene que ir buscando chismorreos o a ver con quién me meto. Los lectores se sorprenden porque descubren a otro Antonio Colinas. No me imaginan volviendo en autostop de Londres a Barcelona porque se me acabó el dinero o participando en la manifestación de los catedráticos de 1965, que fue muy importante en la universidad y en la que acabé en unas barricadas tras las mesas de los comedores.

-En el libro sí que subyace un cierto resquemor porque hay personas que han confundido en usted la sensibilidad y el respeto a los demás con una cierta...

-...pasividad, sí. Al poco tiempo de llegar a la isla, en 1977 o 1978, escribí en el Diario de Ibiza un artículo sobre el famoso tópico de la gallina de los huevos de oro. Los temas medioambientales siempre me han preocupado y están en mis libros, en obras como los ´Tratados de Armonía´... A veces hay esta idea de que soy un autor lírico con una vida muy interiorizada. Me considero ideológicamente un independiente radical, muy a contracorriente siempre. Yo no he ignorado la realidad más viva. Nunca he estado en una torre de marfil.

-Es llamativo en el libro el peso de la cultura, la cantidad de referencias que hay sobre literatura, arte o música.

-Para mí la cultura no es solo decorado. Siempre debe ir acompañada de vida, debe ser un sustrato de vida. Después de la literatura y la poesía, la música juega un papel muy importante en mi vida. Siempre ha sido muy importante para mí también el cine. Del cine italiano, que conocí en mis años de Italia, me interesa todo. Esta es una de las cosas en las que hay disidencia con mi generación, porque Castellet [autor de la famosa y polémica antología ´Nueve novísimos poetas españoles´] estableció una serie de tópicos como que nos gusta el cine americano, la música pop, que éramos ´antimachadianos´ y yo he sido el único machadiano de la generación. Siempre lo he defendido.

-¿No encajar en una generación le ha puesto en una situación complicada?

-Sí, aunque las generaciones tienen una utilidad didáctica y, a la larga, lo que quedan son autores independientes.

-Ha apostado por un oficio apasionante pero también inestable y con altibajos económicos. ¿El premio en concreto [con una dotación de 42.100 euros] y con un gran prestigio supone un ´ha merecido la pena´?

-Todo premio que sea serio, como este, es un estímulo para seguir. Soy un escritor autónomo jubilado, pero mientras cabeza y corazón funcionen voy a seguir escribiendo. No concibo escribir un libro y tener que meterlo en un cajón... Ahí tenemos que entrar en el tema que estamos viviendo los escritores autónomos jubilados. Que no podemos ganar más de 600 euros al mes porque en el momento en el que lo superamos nos empiezan a descontar de la pensión. Como es mi caso. Ya me están descontando.

-Incalificable.

-Disparatado, sí. Hay otros escritores que ingresan cantidades mayores porque venden más y que incluso han sido multados. Gamoneda tiene una pensión buena y ha dicho que va a dejar de escribir y que sigue con su pensión... pero este tema se va a arreglar porque ha habido ya una reunión con todos los grupos en la comisión de Cultura del Parlamento. Es una situación disparatada que no pasa en ningún otro país de Europa y se solucionará... pero por el momento estamos sin gobierno.

-Al menos este premio le da un buen respiro en este sentido.

-Me preguntan a qué voy a destinar el dinero y les respondo que a mi vida doméstica, a mí, a mi familia y a mis hijos.

-¿Estas ´Memorias del Estanque´ habrían sido las mismas escritas después de saber que le concedían el Reina Sofía?

-Pues no lo sé, es una buena pregunta. En la medida en la que ha brotado todo mucho desde el subconsciente, quién sabe. A lo mejor el premio me habría... Es que el premio me ha bloqueado un poco. Es una conmoción. Estaba de viaje, el teléfono cuatro días sonando, el correo bloqueado... También es un premio que tiene mucho eco en América y me han llamado de los periódicos de allí. Así como el verano pasado escribía de la madrugada a la noche, este verano no estoy escribiendo tanto... aunque tengo proyectos y sí escribo alguna cosa...

-Es momento de disfrutar.

-Aunque escribo mucho no soy un escritor que escriba siempre. Voy escribiendo ensayos, hago traducciones... Pero entre libro y libro de creación pasan años a veces. En el libro de memorias cuento que llevaba tres años sin escribir y que al día siguiente de la muerte de mi padre salí con el coche, vagando sin rumbo, y vino ese primer verso de un libro nuevo que fue ´Tiempo y abismo´. Es el misterio del primer verso. Ese primer verso que los antiguos decían que dictaban los dioses. Lo que siempre he tenido es una voz y no la voy a cambiar, a cada autor le está destinado buscar su voz.

-En el Diario de León titularon ´El Reina Sofía hace justicia con Antonio Colinas´. ¿Está de acuerdo con este titular?

-Una de las frases que se repitió mucho cuando apareció la noticia del premio fue ´ya era hora´. Yo sabía que llevaba cuatro o cinco años en la ´finalísima´ porque todo eso pasaba a la calle. El jurado es muy numeroso, de 18 miembros, y todo eso estaba en el aire. También están los seguidores más fervorosos de mi obra que decían ´ya tenías que tener este premio´ y ahora dicen que ´lo siguiente es el Cervantes´ y yo les digo que no, que a esto ya le llaman ´el Cervantes de la poesía´ [ríe].

-Pero también hay quien dice que el Reina Sofía avanza el Cervantes como los Globos de Oro con los Óscar.

-Sí, algunos lo dicen, que ahora en dos años, el Cervantes, pero no se puede pensar así. Yo escribo para trabajar y para ser. Para desarrollarme... y lo otro se dará por añadidura. Sin duda un premio es un gran estímulo y una gran ayuda para un joven o para una persona, como es mi caso, digamos madura. En ambos extremos el premio es un estímulo y una ayuda.

„Y hablando de estímulos y ayudas, ¿qué papel ha jugado en su vida su mujer María José, que lo acompaña desde hace tantos años (casi 50 desde que se conocieron)?

„Rilke decía una frase que me encanta, que un amor son dos soledades que se respetan y se reverencian. María José ha tenido un papel primordial, que se puede ver en mis memorias, desde ese primer encuentro en un tren en el que hablamos de literatura y discutimos sobre ´Sueño de amor´ que yo decía que era de Schubert y ella sostenía que era de Lizst. Esa misma noche la llamé desde Madrid y me puso el tocadiscos. Era de Lizst. Y la invité a un concierto a las dos semanas, era otoño del... [María José apunta que fue después de la Semana Santa de 1967]. Qué voy a decir de ella que no sea una loa. Ella es extrovertida, yo soy muy introvertido. Ella tiene el don de la comunicación, mi mundo es más interior. Ella es una persona muy realista y a la vez muy sensible. Nos hemos complementado mucho.

-En el libro subraya la dureza del oficio de traductor, no siempre suficientemente bien reconocido y tampoco bien pagado.

-[Asiente] La traducción es el más duro de los trabajos intelectuales cuando se hace profesionalmente. Cuando traduces ocho o diez horas la cabeza te echa humo. He traducido poesía sobre todo, ha sido una parte importante de mi trabajo. Incluso hay una tesis publicada por la universidad de León ´Antonio Colinas traductor´ de la profesora Gilda Calleja. Y me dieron el Premio Nacional de Traducción en Italia, que fue un hito muy importante, por la obra completa de Salvatore Quasimodo.

-Cuántas cosas que contar...

-Toda una vida... Cuando le di el original de las memorias a la editora me dijo: ´esto no son unas memorias, esto es una vida´.

-Lo que no cabe duda es que quienes le conocemos escuchamos su voz al leer el libro. Es usted completamente.

-Es un libro sin máscaras. A veces en las memorias se cuentan cosas que no son realidad o que no se han vivido. Todo lo que se cuenta en mis memorias es verdad. Me detengo bastante en la Ibiza de los años 70 porque fue una etapa muy especial. Había una gran unidad y un universalismo en la cultura. Teníamos un grupo de traductores que nos reuníamos los lunes en el Pereyra, por la noche íbamos al Cine club, comíamos por el puerto... Unos días que me han quedado en la memoria.

-Es inevitable preguntarle, a usted que conoce la isla desde 1977, cómo la encuentra ahora.

-Siempre he dicho que Ibiza es una isla de dimensiones mínimas y que, en función de esas dimensiones, hay que programar. Hace falta crecimiento cero y una mente que coordine, incluso por encima de los gobiernos... como ocurrió con César Manrique en Lanzarote. Cuando llegamos a Can Furnet, cuando compramos esta casa en la que primero estábamos en alquiler, todo estaba indiviso, no se podían construir muros más altos que 80 centímetros, podías pasar de casa a casa. Era otro mundo. Nos conocíamos todos. [María José añade que el gran problema de Ibiza es «la circulación»]. Aunque en estos años hay cosas que han cambiado también para bien, como mejores servicios sanitarios, o las conexiones con la Península...

-Durante años le han repetido: ´Tú ahí en Ibiza no haces nada, verdad?´, como si la isla fuera una república de vagancia y ocio.

-Para muchos Ibiza son las discotecas y, como mucho, la moda. Es la visión que se tiene. No se tiene en cuenta que hay una Ibiza del mundo campesino, de los bosques, de la arqueología... Hasta Alberti dijo que en ningún otro lugar del Mediterráneo hay unas murallas como las de Dalt Vila. Aparecen en mi libro ´Ibiza, la nave de piedra´, que salió en los momentos en los que se gestionaba el tema de Ibiza Patrimonio de la Humanidad. También escribí el libro ´Ibiza´ con Concha García Campoy...

-¿Ha contribuido usted a ampliar la imagen de Ibiza fuera de clichés en determinados foros?

-Es una de las cosas que me dice la gente cuando lee el libro: que no sabían que existía esa Ibiza. Yo le debo mucho a Ibiza. Creo, modestamente, que he cooperado a difundir una imagen de Ibiza distinta del cliché, la Ibiza esencial que he llevado conmigo a todos los lugares a los que he ido. Basta asomarse a cualquier de mis libros para ver qué Ibiza es.