Escuchamos el canto de las cigarras macho llamando a las hembras durante todo el verano, pero contemplar y fotografiar a estos insectos espantadizos y desconfiados, que además pasan desapercibidos con su coloración críptica, no es tan sencillo; muchos habrán escuchado cantar a las cigarras toda su vida mientras desconocen cuál es realmente su aspecto, aunque es un insecto de llamativas alas y de considerable tamaño, que alcanza seis centímetros de longitud. La cigarra común (Cicada orni, cigala en catalán y chicharra en buena parte de la Península) y la Cicada argentea, algo más pequeña y menos abundante, son las únicas representante de su género y familia en las Pitiusas, según aseguran, aunque con reservas, los expertos en entomología de Balears.

El monótono e inconfundible sonido de las cigarras se expande ya por todos los rincones pitiusos, y aunque aún no se ha producido la auténtica eclosión de lo que podría considerarse el fenómeno entomológico del verano, los campos y bosques de las islas se están llenando de las primeras pruebas de que las cigarras han abandonado su estado larvario para pasar a ser insectos alados y cantores. Y una de esas pruebas es la muda que las ninfas de las cigarras dejan suspendida en ramas y espigas.

Lo primero que hay que saber de las cigarras es que su canto es realmente el sonido que producen las membranas vibratorias que el macho posee en su abdomen. Lo segundo es que estos hemípteros tienen un ciclo vital fascinante y único y pasan la mayor parte de su vida, cuestión de años, como ninfas en el subsuelo, hasta que, al llegar el momento de la reproducción, salen al exterior, trepan a plantas o árboles y se transforman en cigarras adultas (muda imaginal), con unas enormes y membranosas alas.

En el lugar en el que se produce la metamorfosis dejan una ‘carcasa’ característica, una muda, que probablemente tiene mucho que ver con los orígenes de la leyenda de que estos hemípteros revientan de tanto cantar.

La Cicada orni parece ser la especie más representativa de los cicácidos en Balears, una familia con miles de especies, pero hay que señalar también la presencia de otra familia de insectos hemípteros que son conocidos como cigarras del aliso o cigarras espumadoras (debido a la espuma blanca en la que se protegen las ninfas y que puede observarse a menudo en los tallos de las plantas). Estas cigarras del aliso (del género Aphrophora) son abundantes, pero apenas miden un centímetro, así que pasan fácilmente desapercibidas. La forma de la cabeza, con los ojos muy separados, es lo que más asemeja a estas minúsculas cigarras de los insectos de seis centímetros que cantan durante todo el verano.

En realidad, si los expertos hablan con reservas del número de especies de cigarras que existen en el archipiélago es porque todos los grupos de invertebrados están muy poco estudiados en las islas. Biólogos como el presidente del Grup d’Estudis de la Naturalesa, Joan Carles Palerm, consideran que es un campo al que deberían dedicarse mayores esfuerzos. Palerm propone «crear becas de investigación para trabajos de fin de carrera que permitieran ir rellenando estos huecos en la información que tenemos sobre los invertebrados».

Las cigarras no muerden ni pican ni suponen plaga alguna para ningún cultivo. Sólo cantan. Durante unas semanas al año, el zumbido de cientos de ellas durante el día contribuye a aumentar la sensación de un verano abrasador. Cuando ellas dejen de cantar, el verano también acabará.