­La mayoría vienen avisados. Los turoperadores, incluso los hoteles, se han ocupado de informar a sus clientes de que a partir de julio tendrán que pagar entre medio euro y dos por cada noche que pasen en Ibiza. Y no les parece mal. Da igual la categoría del hotel donde se alojen. «Invertir en el medio ambiente y para mantener el turismo creo que será bueno. Y más países deberían hacer lo mismo», según decía el libanés Jamil Khzam, recién llegado al hotel Fenicia Prestige, en Santa Eulària.

En recepción le informaron del cargo adicional y le explicaron el destino del nuevo impuesto. Jamal se muestra tan entusiasta que incluso cree que en su país, que no recibe tantos visitantes, deberían copiar la idea «porque necesitan el dinero de esos impuestos». Él y su pareja pasarán una semana en la isla, que les supondrá contribuir con algo más de 30 euros a las arcas del Govern: «No es demasiado, pero me gustaría que el dinero se gastara como toca, que no acabe en manos de políticos corruptos, no sé si en España pasan estas cosas».

«Algunos turistas vienen y arruinan el entorno, así que está bien aportar», decía Emma Evans en la recepción de los apartamentos Nereida. Jack Allman, que viaja con ella, añade que los 14 euros adicionales que pagarán por su semana en la isla «están bien». «No es mucho dinero», puntualiza Emma. Es su primera estancia en Ibiza y les parece «justo» ayudar a preservarla.

Felicia Popescu, que contrató a última hora su estancia en el Royal Plaza, no tenía «ni idea» del nuevo tributo. Reconocía haber leído algo en la red del asunto, «pero como no era mucho no le di importancia», señalaba. Un euro y medio más pagará por tratarse de un hotel de cuatro estrellas. «Un impuesto más no me parece mal, sobre todo si es para pagar un poquito para que todo esté mejor», reflexionó.

Al otro lado del mostrador, el veterano recepcionista José Hernández dice que han cambiado mucho las cosas desde la primera ecotasa, porque este tipo de impuestos se han hecho más normales y los visitantes están más acostumbrados a pagarlos. A pesar de todo, los turistas también entonces «estaban bastante conformes» con el impuesto, y sólo recuerda que protestaran «algunos mallorquines» por tener que pagar también. De todas formas, les vuelve a tocar a los recepcionistas «el mal trago» de actuar como recaudadores para el Govern. «Lo lógico» sería pagar en el aeropuerto o el puerto, piensa.

Es lo mismo que critica Pedro Matutes, al frente de la cadena Sirenis Hotels, que califica de «injusto» un impuesto del que se escapa todo el que contribuye a engordar el negocio de la oferta turística ilegal. Pero tampoco le gusta el concepto del tributo: «Nos obligan a robar legalmente», dice.

Sin olvidar que los hoteles han tenido que preparar sus programas de registro para cobrar el impuesto y que el refuerzo de personal para escanear pasaportes -han de verificar la edad de sus huéspedes- y cobrar el impuesto lo tienen que asumir sin compensación.

El director del Sirenis Seaview, Anders Kronstrand, explica que en los hoteles como este, que trabajan con grupos organizados y familias, el ´check in´ se complicó y mucho. «Tienes en la cola a padres con niños dormidos en sus brazos después de un viaje largo», explicaba ayer.

Por eso, para tratar de agilizar algo la operación, ayer dispuso siete recepcionistas tras el mostrador para la entrada de un grupo de un centenar de turistas, dos más de lo habitual.

Xenia Kingma, del Nereida, explica que cada ´check in´ supone cinco minutos por habitación, y que han optado por reforzar la recepción con un ayudante para imprimir los recibos. La directora del apartotel, Pilar Gómez, apunta que han optado por cobrar por anticipado para evitar que un huésped disconforme «se marche sin pagarlo».

El Ibiza Gran Hotel incluye el tributo en el check out. Sus clientes, que pagarán 2,2 euros más por noche, «se preocupan por otras cosas» durante su estancia. Aunque a dos de ellos, Marta y Gerard, les parece que un nuevo impuesto «siempre es complicado». Desconocían el nuevo tributo, pero están invitados en el hotel y pagarán de su bolsillo.