El fuerte contraste que existe entre las cruces negras y la cal blanca de las estaciones de los pasos del Via Crucis contribuye en gran medida a que estos elementos de la arquitectura rural pitiusa, por otra parte tan sencillos, resulten tan interesantes como pintorescos. Así se lo debieron parecer al Archiduque de Austria Luis Salvador, porque añadió dibujos y descripciones de varios de ellos en el relato de su viaje a las Pitiusas en el año 1867.

En algunos de esos dibujos aparecen cruces ya desaparecidas, como las que se hallaban junto al Portal Nou y recorrían extramuros; en la toponimia pitiusa se conserva el nombre de la Punta del Calvari, en la costa de es Soto, porque las cruces debían llegar hasta allí. También dibujó las cruces del Calvario de Sant Josep, Sant Carles y Sant Francesc Xavier, que se encontraban entonces fuera de los templos y que hoy se hallan en las fachadas.

Calvario de la iglesia de Sant Vicent. Foto: Joan Costa

El canónigo archivero Joan Marí Cardona lo recuerda en ´Els camins i les imatges de l´Arxiduc ahir i avui´ y en ´El camí de missa´, y en este último asegura que tanto las cruces de los pasos como el calvario «existen desde tiempos muy antiguos alrededor de las iglesias del campo», y da fe de ello con una referencia del año 1674 sobre los lindes de unos terrenos en Jesús: «Abarca desde la pared medianera que está en el patio de la iglesia y tira derecho hasta la puerta principal, en cuya pared están las cruces del Calvario».

Hay que puntualizar que el calvario es, concretamente, el conjunto de tres cruces que se encuentran en la fachada o el porxo de las iglesias, con excepciones como Sant Rafel y Santa Agnès, donde estas cruces están exentas al edificio, como antiguamente lo estuvieron muchas otras. Y suelen corresponder a las tres últimas estaciones de las 14 del Via Crucis. Y los pasos, cruces negras de madera, forja o pintadas sobre un muro blanco, un pilar o un monolito, representan el resto del recorrido en el camino exterior de la iglesia y que conducen hasta ella. Cada cruz del Via Crucis representa una de las etapas vividas por Jesucristo desde su condena, es decir, desde el pretorio de Pilato, hasta el monte Calvario. Y en cada una de ellas, durante la procesión del Viernes Santo, el sacerdote se detiene con los feligreses para explicar el relato correspondiente a cada momento de la Pasión de Cristo.

Las cruces de Sant Agustí. Foto: Joan Costa

El número de estaciones no ha sido el mismo a lo largo de los siglos, y fueron los franciscanos, que tuvieron convento en lo que hoy es la iglesia de Jesús, los que establecieron los 14 pasos, aunque Juan Pablo II, en 1991, creó un Via Crucis de 15 estaciones. En Ibiza y Formentera, es común que baile y música acompañen las celebraciones religiosas, según explica el canónigo de la catedral, Francesc Xavier Torres Peters, en la memoria de una conferencia ofrecida en 2004 durante las IV Jornades de Cultura Popular de las Pitiusas y que se titula ´Música Popular tradicional a l´església d´eivissa´. Asegura que la forma de las 14 estaciones está ya así fijada desde el siglo XVII en toda España y que «la implantación en Ibiza de los Pasos debe ser fruto de predicadores, misioneros o sacerdotes que los importaron desde el Principado de Cataluña». Destaca, asimismo, la música de los Passos curts y los Passos llargs que se celebran en sa Cala.

Los pasos y el Via Crucis, como elemento arquitectónico, están indisociablemente vinculados a las iglesias pitiusas, aunque no sean detalles exclusivos de las islas. E incluso protagonizan campañas de promoción del patrimonio; en los años 70, el calvario de Sant Miquel, en la fachada exterior del porxo y dentro del patio, fue la imagen de uno de los carteles publicitarios con más éxito de la época.

El calvario de Santa Agnè?s, exento a la iglesia. Foto: Joan Costa

También los calvarios de Sant Rafel, Sant Carles y Sant Mateu son muy conocidos dadas las numerosas fotografías promocionales de las islas que los reproducen. Los pasos que rodean las iglesias de Sant Jordi y de Santa Gertrudis, unidos a los muros del patio o incluso del templo, también son característicos, al igual que lo es el hecho de que en el Calvario de la segunda se representan cuatro cruces, una de ellas mucho mayor que las otras tres. En la pequeña parroquia de Sant Francesc, las cruces del Via Crucis son incluso más sencillas y más rústicas, ya que, al no disponer de pilares con crucifijos en el recorrido hasta la iglesia, están pintadas en piedras, repintadas a menudo y colocadas en el camino paralelo a los estanques para la procesión.