Cuando Dani Boluda y su pareja rompieron su relación, él necesitaba hablar con alguien de lo que le sucedía. «Mis amigos son chavales encantadores; para irme a tomar una caña es fantástico, pero si se trataba de profundizar un poco, era más complicado», explica. Recuerda que buscaba algún grupo de hombres con los que reunirse y que, ya que él es «un poquito tirado para adelante», pensó: «Si no lo hay, lo voy a crear yo». Con esa idea en la cabeza, conoció por casualidad a Susana Ripoll, presidenta de la asociación Mujeres anónimas que aman demasiado (Maqad), y conectaron, recuerda Ripoll. «Ella me explicó lo que hacían, yo lo que quería hacer, y así surgió la idea» de crear el grupo de apoyo para hombres anónimos llamado Hombro con Hombro, destaca.

Boluda no era el primero que se interesaba por los grupos de trabajo de Maqad, inspirados en los programas de anónimos de 12 pasos -«tipo alcohólicos anónimos, narcóticos anónimos, a los que manifestamos nuestro reconocimiento y gratitud», afirma Ripoll-. «A lo largo de estos años ha habido muchos hombres que han contactado con nosotras y nos han preguntando: Y el grupo de hombres, ¿para cuándo?», dice la presidenta, que agrega que la respuesta que ellas siempre les daban era la misma: «Nosotras nos animamos, nos unimos como iguales y pusimos esto en marcha. Y siempre les hemos animando a que se unan y formen su grupo propio, desde la asociación les ayudaremos».

Un formato diferente

De la mano de Boluda, llegó el momento. Explica que aunque el formato no es «igual», la experiencia de Maqad les ha servido «como gran base». «Desde el minuto cero hemos tenido un local donde empezar a reunirnos, y ellas nos han explicado cómo lo hacían, qué problemas han tenido y cómo han ido aprendiendo».

El punto de partida del grupo de apoyo ya de por sí es distinto. «Ellas tienen en la web un test para saber si eres una mujer que ama demasiado. Entonces te sientes identificada y vienes al grupo; sabes que tienes un problema y te pones a trabajar», explica. Sin embargo, apostilla: «Los hombres no tenemos problemas». «No siempre es así, evidentemente, pero sí es verdad que nos han educado, de forma general, para que si nos duele, sigamos adelante», afirma Boluda.

Y es que, señala, los hombres deben cumplir «con las cuatro P: ser productores, proveedores, protectores y potentes». «Y es una carga, porque cuando no puedes cumplir con alguna de ellas, piensas: Ya no soy un hombre», comenta y agrega que han pasado de ser «los machistas» a volverse «feministas» y están «un poco fuera de lugar».

Con todo ello, dice que Hombro con Hombro «no es tanto un grupo de hombres que tienen un problema y van a trabajarlo, aunque los habrá que sí, sino un grupo donde encontrar un espacio donde hablar». Los temas, indica, son «las cosas curiosas, las mochilas» que llevan a la espalda. Por ejemplo, hablan de por qué no van al médico. «¿Por qué cuidas más a tu coche que a ti?, ¿por qué sus revisiones las cumples y las tuyas no?», pregunta. Tratan la soledad, el miedo a la muerte, entre otras cuestiones. «Los hombres no tenemos miedo a la muerte, tenemos miedo a depender», apunta.

Una reunión semanal

El grupo empezó su andadura en enero y se reúne día a la semana en Sant Antoni. «Hay petición para abrir un par de grupos más, uno en Vila y otro en Santa Eulària», indica Boluda y avanza que ya está en marcha la apertura de uno fuera de Sant Antoni, aunque aún no saben dónde. Las sesiones se estructuran en base a una programación mensual y comienzan con «cinco o diez minutos» dedicados a leer un texto, ver un vídeo o escuchar un audio que sirven de introducción.

«A partir de ahí cada uno explica su experiencia, lo que ha vivido o le ha transmitido esa introducción», explica. Intervenir no es obligatorio y la premisa es que «ni se dan opiniones ni se juzga ni se expresan creencias», resaltan Boluda y Ripoll. «No es un debate. Tú explicas tu punto de vista y los demás el suyo», dice el representante del grupo de hombres. Con ello, se trata de que cada uno se conozca un poco más. «Se trata de entender esas cosas que te cuestan o que te pesan», agrega, y aclara que, como no son «terapeutas ni psicólogos», su función es «que como iguales cada uno viva su experiencia, la explique e intente sacar algo de ahí».

Aunque el caso de Boluda está ligado a una ruptura sentimental, la realidad de cada hombre que participa en el grupo es diferente: «Hay hombres en pareja, que no lo están, con hijos y sin hijos, homosexuales y heterosexuales, de diferentes religiones incluso». Por ahora, el día que más han participado eran ocho y Boluda dice que cuando pasen ese número su idea es dividirse «en diferentes grupos».

Cuando está en el grupo Boluda se siente «egoísta» por pensar que lo ha montando para él. «Suerte que los demás dicen lo mismo», añade. Y es que es algo, dice, que «te alimenta». «Para mí un miedo es la soledad. Y hablas, ves diferentes formas de verlo y empiezas a entender; sientes cómo van cambiando cosas en ti, cómo se liberan pesos», afirma este hombre, que cree que todo el mundo tiene «cosas que mejorar» y que hay que «perder el miedo a hablarlo, a airearlo, para intentar ser un poco más felices».