Millones de conchas rotas esparcidas por la costa de Ibiza y Formentera. Son los restos de una actividad económica que los fenicios portaron a las islas y que los romanos controlaron y magnificaron como si se tratara de la extracción de oro. De hecho, el producto resultante, que da nombre a un color, era más caro de lo que podía serlo el oro. Son millones de conchas de moluscos que eran sacrificados para extraer de ellos un apreciado tinte púrpura que hizo que las telas exportadas desde las Pitiusas fueran apreciadas en todo el orbe mediterráneo.

La extracción de la púrpura fue una de las actividades más sobresalientes y singulares que se llevaron a cabo antiguamente en las islas y, sin embargo, hasta el año 2000 no se inició la investigación de los concheros, unos trabajos que finalizaron en 2008, principalmente por falta de financiación, sin que estos yacimientos hubieran revelado a los arqueólogos ni la mitad de su historia oculta. «Hay mucho trabajo por hacer, y el campo de investigación es inmenso».

El arqueólogo Benjamí Costa, director del Museo Arqueológico de Ibiza, fue uno de los integrantes del equipo que excavó y examinó los concheros a principios de este siglo y hoy considera que sólo se dio un primer paso en el conocimiento de la fabricación del tinte y la manufactura de tejidos a ella asociada. Según dice, la Xanga, donde se conserva un destacable y visible amontonamiento de conchas rotas, junto a las casetas varadero, sería un buen lugar en el que reiniciar las prospecciones. «Confío en que algún día se haga, sea por nosotros mismos o por nuevos equipos que aporten nuevos puntos de vista», señala el arqueólogo.

Hasta hace quince años, cuando empezó a investigarse el arte del tinte púrpura en las Pitiusas, sólo se conocían cinco yacimientos. Actualmente, la lista de concheros con restos de moluscos capaces de producir tinte púrpura, es extensa en la costa de las Pitiüses. Se han localizado más de 40 puntos del litoral en el que aparecen amontonamientos de conchas de especies purpúreas rotas de tal forma que permiten asegurar que fueron usadas para extraer tinte de ellas. Desde lugares como Caló d'en Serra o es Portitxol de Portinatx hasta Cala Saona, Punta Pedrera y es Caló de s'Oli. Prácticamente en todas las calas de la costa de Levante y sur de Ibiza, desde Sant Vicent a sa Caleta, se han hallado diversas cantidades de conchas rotas. En algunas calas se han descubierto varios concheros distintos y sólo en Formentera hay más de una decena de puntos con yacimientos, en todo el litoral, lo que supone una densidad aún mayor que la de Ibiza.

´Murex brandaris´ (izquierda) y ´Murex trunculus´ del yacimiento de sa Xanga. Foto: Joan Costa

La principal conclusión de las prospecciones que pudieron llevarse a cabo hasta 2008 en Canal d'en Martí, Cala Olivera o sa Xanga, es que, en época romana, la púrpura «tuvo que ser una actividad productiva con mucha entidad que, indudablemente, tuvo una importancia muy relevante en la economía de la isla». Son resultados de los trabajos llevados a cabo por Benjamí Costa y Carmen Alfaro, los dos principales investigadores de los restos de la púrpura en las Pitiusas.

El ´baphium´ estaba en Ibiza

Muestra de tal significación es la constancia escrita, en un importante documento del siglo IV d.C. (la ´Notitia Dignitatum´), de que en Balears existió un baphium, un área productora de púrpura bajo el mando de un procurator propio, encargado de controlar la producción destinada a los negocios del Emperador. Vista la riqueza de depósitos de moluscos en las Pitiusas y la ausencia de yacimientos en el resto de las islas, ningún experto duda de que el baphium estaba en Ibiza.

«Evaluar el volumen de la producción ebusitana, establecer su evolución histórica, determinar las técnicas de producción y deducir datos sobre su organización entre la producción de la isla son objetivos fundamentales para la investigación futura, que requerirán de proyectos de investigación específicos». Así lo señalan Costa y Alfaro en un artículo de 2012 titulado 'Algunes consideracions sobre l'extensió i cronologia de l'ars purpuraria a Ebusus', incluido en la publicación en la que se recogían los resultados de las IV Jornades d'Arqueologia de les Illes Balears (celebradas en 2010).

La producción del tinte no se explica sin una ganadería ovina para obtener lana y la estructura necesaria para su hilado, ya que parece improbable que la púrpura se exportara como producto independiente, porque «pierde rápidamente sus propiedades, se degrada», resalta Benjamí Costa, quien afirma que esta actividad textil asociada a la púrpura es una de las áreas en las que aún queda mucho por investigar. Las islas comerciaban con el producto final, ya teñido, y a llegar a tal convicción, para expertos como Benjamí Costa, contribuye otro dato histórico interesante: Diodoro de Sicilia alabó la calidad de la lana ibicenca en uno de los pasajes de su extensa obra, y si aquella lana era especial tenía que ser por estar ricamente teñida de púrpura.

La primera noticia de un conchero en Ibiza data de 1911, cuando Pérez Cabrero cita la existencia, en s'Illa Plana, en las proximidades del extremo meridional de la playa de Talamanca, de montones de fragmentos del molusco Murex trunculus que aparecen mezclados con restos de cerámica fenicia y griega y monedas de origen púnico. A mediados de siglo, otro autor, Mañá de Ángulo, afirma que la elaboración de púrpura debió ser «otra actividad sobresaliente» en la isla «a juzgar por la gran cantidad de conchas de murex recogidas en sus costas».

Mapa de los yacimientos purpurígenos de las Pitiusas realizado por los arqueólogos entre 2005 y 2007.

Lo recoge así Benjamí Costa en 'Purpureae vestes', las actas recopiladas del primer simposio internacional sobre textiles y tintes del Mediterráneo en época romana (celebrado en 2002). A pesar de esos primeros datos de principios del siglo XX y desaparecido el conquiller de s'Illa Plana por la urbanización, sólo hace quince años (ayer para quienes tienen como profesión bucear en la historia), que se inició la investigación de la producción de púrpura en Ibiza y Formentera, actividad en la que destacaron los fenicios y a la que los romanos imprimieron solemnidad. Joan Ramon, jefe de Arqueología del Consell, está de acuerdo en que los yacimientos purpúreos precisarían una mayor investigación, que, aunque el Consell no la descarta, «de momento, hay otras prioridades».

Las especies malacológicas purpurígenas más usadas, según revelan los restos, fueron Murex (Hexaplex) trunculus, Murex (Bolinus) brandaris y Purpura (Stramonita o Thais) haemastoma, y principalmente la primera de ellas. Las glándulas hipobraquiales de estos animales producen una mucosidad transparente que adquiere color por oxidación, al contacto con el aire. En las islas, son conocidos por el nombre de cornets y, aunque no es difícil verlos en la actualidad, el biólogo Xavier Mas destaca que «antes era muy fácil encontrar grandes grupos de estos gasterópodos, y a principios de verano podía verse con facilidad cómo el Hexaplex trunculus realizaba la puesta de huevos; se agrupaban en grandes concentraciones y depositaban unas masas globosas, que en Francia se comían».

Los cornets son comestibles, y ya los comían los fenicios, aunque en la actualidad las restricciones al marisqueo prohíben su recolección y los pescadores recreativos no pueden capturarlos.