Un total de 46 personas recibieron asistencia en 2015 en el Centre d´Atenciò a les Drogodependències (CAD) del Consell por abuso o dependencia del cannabis. Pese a que la cifra no es muy elevada respecto al volumen total de pacientes, pues solo representa el 6,2%, la coordinadora del servicio, Marina Lloves, alerta de que sí «hay un aumento importante» en comparación con años anteriores.

En concreto, en el último año aumentaron un 21,1%, al pasar de los 38 pacientes atendidos por adicción a esta sustancia en 2014 a los 46 de 2015. «Estamos en una tendencia al alza. Cada año van aumentando más, cuando al principio prácticamente nadie venía por problemas con cannabis», afirma Lloves.

De acuerdo con los datos facilitados desde este servicio, que se remontan al año 2004, tan solo en tres ocasiones se ha superado la treintena de pacientes y en dos se ha pasado de 40, tal y como se aprecia en el gráfico que ilustra esta información. Y precisamente esto pasó en los tres últimos años: en 2013 fueron atendidas 41 personas -casi el doble que el año anterior-, en 2014 habían sido 38 y las 46 de 2015.

Para Lloves, la causa de este aumento puede ser que «ha bajado la edad de inicio de consumo» de esta droga. «Cuanto más joven se empieza a consumir cannabis, es más fácil que dé problemas», dice Lloves. En este sentido, explica que en la adolescencia el cerebro y las conexiones neuronales son «más vulnerables, no están totalmente formadas», de modo que hay «mayor riesgo» de que con el tiempo aparezcan complicaciones psiquiátricas o de otro tipo.

Percepción baja del riesgo

«Tampoco vamos a demonizar, no todo el mundo que entra en contacto con el cannabis va a tener problemas», matiza y señala que en realidad «con el consumo tan extendido que hay de cannabis el porcentaje de los que tienen problemas no es muy alto». No obstante, agrega: «Pero sí que es cierto que hay una percepción muy baja del riesgo del consumo de cannabis entre la juventud, parece que fuera menos nocivo que el tabaco y que otras drogas y, como se ha normalizado, al haber más gente consumiéndolo, hay más posibilidad de que le dé problemas a más personas».

En relación a esto llama precisamente la atención que la edad de los pacientes tratados en el servicio disminuye en el caso del cannabis. Así, si entre las otras drogas la edad media más baja entre los pacientes son los 37 años de los hombres con abuso de cocaína, en el cannabis se reduce hasta los 31. Para las mujeres, sin embargo, la edad media son 40 y sucede igual en cannabis y en la cocaína.

Al CAD no llegan chicos y chicas más jóvenes aunque inicien pronto el consumo ya que, en primer lugar, «para acudir debe haber dado problemas» la ingesta de esa sustancia, y en segundo, Lloves subraya que no es «el sitio adecuado». Para los jóvenes está el Centre d´Estudi i Prevenció de Conductres Addictives (Cepca).

«El Cepca tiene un programa para adolescentes que empiezan a tener contacto con las drogas; es preventivo y los más jovencitos van allí», indica la coordinadora del CAD, que agrega que en ese servicio «hacen una labor más preventiva, de información y de asesoramiento a la familia y al propio adolescente». «Nosotros los vemos ya más mayores, cuando han tenido problemas» por ese abuso, apostilla.

Menos con problemática judicial

En cuanto a los problemas derivados del consumo de drogas, Lloves resalta que ha disminuido el volumen de pacientes con problemática judicial atendidos el pasado año en el servicio, y resalta el hecho que de las personas en tratamiento por abuso de cannabis, el 35% habían tenido este tipo de problemática.

«De los 46 pacientes, 16 tenían problemas jurídico penales, lo que también puede ser otra causa por la que aumenta la solicitud de tratamiento, por decirlo así», sostiene la coordinadora del CAD, que agrega que por ello se ven «condicionados» para acudir al servicio.

Y es que hay quienes acceden al tratamiento antes de llegar a juicio -«suelen venir por consejo de su abogado», apunta- de manera que el estar realizándolo les pueda servir para tener beneficios en caso de condena. «A lo mejor si no hubieran tenido un problema judicial no habrían venido a tratamiento. Pero bueno, sea lo que sea por lo que acuden, a muchos les va muy bien, porque consigues que con eso se acerquen al dispositivo asistencial y hagan un poco de reflexión sobre sus hábitos y un cambio», sostiene.

En total, los pacientes del CAD con problemática jurídico-penal fueron el pasado año 127, casi 40 menos que en 2014, cuando se contabilizaron 165.

Junto a los 16 que eran consumidores de cannabis había 64 que tenían dependencia de cocaína; 26 con adicción a la heroína, siete con abuso de alcohol y cuatro más de anfetaminas y drogas.