Las mujeres nigerianas que ejercen la prostitución en Ibiza han sufrido, antes de llegar a España, «entre dos y diez violaciones» y, al menos, un aborto. Así de contundente se mostró Belén Matesanz, coordinadora de inclusión de Médicos del Mundo en Balears durante la primera de las tres charlas que ofreció ayer por la mañana en la segunda y última jornada del ciclo ´Prostitución y Salud´, celebradas en el hospital Can Misses. Matesanz, médica del Centro de atención sociosanitaria a personas que ejercen la prostitución ubicado en Palma, explicó que estas mujeres no sólo sufren unas dolencias y problemas físicos como consecuencia de este ejercicio, sino también psicológicas.

«Están expuestas a la violencia. El hombre paga y cree que tiene derecho a hacer lo que quiera con ellas», apuntó. A esto se suma la «dificultad» para crear una red de apoyo, ya que muchas de estas mujeres «están 20 días en Mallorca y luego otros 20 en Ibiza y luego otros 20 en otro lugar», indicó la médica, que señaló que uno de los primeros objetivos que persigue en la consulta es «rehumanizarlas» y que esto pasa, la mayoría de ocasiones, por utilizar con ellas su nombre real y no el que emplean como prostitutas. Entre las dolencias más habituales se encuentran la ansiedad, el insomnio, los embarazos no deseados, las enfermedades e infecciones de transmisión sexual, dolores abdominales y de cabeza, trastornos psicológicos, vaginismo y adicciones al alcohol y las drogas, a las que se enganchan debido al consumo habitual con los clientes. «Además del estigma social», apuntó Matesanz, que reiteró que la idea de dedicarse a la prostitución un tiempo para luego dejarlo «es un mito»: «Las que ejercen la prostitución de lujo, porque es difícil encontrar un empleo que les permita mantener ese ritmo de vida. Y las demás, por la falta de formación o porque van a una entrevista y el empresario era cliente o porque cuando encuentran por fin un trabajo acaba viniendo alguien que era cliente, lo dice y empiezan los cuchicheos».

Engaño y dobles vidas

Matesanz explicó que muchas mujeres ejercen la prostitución a espaldas de sus familiares: «Hay mujeres que se dedican a eso en Ibiza mientras sus maridos están en Valencia y creen que trabaja en un hotel». Además, indicó que en lugares pequeños como Ibiza, les cuesta acudir al centro de salud y confiarse a su médico porque comparten éste con familiares y conocidos. Otras, aseguró, llevan «dobles vidas» e, incluso, se engañan a sí mismas y llaman novios a sus proxenetas: «No piensan que su ´novio´ se pasa 24 horas tirado en el sofá mientras ellas se ven obligadas a prostituirse ni que sus ´novios´ las sacaron de Rumanía para plantarlas en una esquina de ses Figueretes». Matesanz indicó que estas últimas «buscan un Richard Gere que, como en ´Pretty woman´, las saque de la prostitución» y insistió en que, en la vida real, es algo que no ocurre: «Cuando pasado un tiempo una noche le dicen a su Richard Gere que no quieren sexo, éste les echa en cara que antes se acostaban con cualquiera que les pagara».

La médica apuntó a la «empatía» y la «escucha activa» como herramientas imprescindibles para atender a las mujeres que llegan a la consulta. «Cuesta ganarse su confianza y que se abran», indicó antes de confesar que ella cita a una mujer cada media hora aproximadamente, tiempo muy superior a los siete minutos por usuario de la sanidad pública. Matesanz indicó que en los últimos años se ha reducido el número de abortos practicados y consideró que las mujeres que ejercen la prostitución y a las que se practica una interrupción voluntaria del embarazo no deberían salir de la consulta sin un método anticonceptivo de larga duración (DIU, inyecciones, implante...).

Cristina Molina, del centro de planificación familiar de Es Viver, explicó que uno de los principales riesgos que acechan a estas mujeres es infectarse del virus del papiloma humano. Por eso, además de los anticonceptivos se les recomienda utilizar siempre preservativo y, además, que se pongan la vacuna del papiloma. En estos momentos se vacuna a las chicas de 14 años para prevenirlo, pero, explicó, se puede administrar en cualquier momento a cualquier persona para reducir el riesgo. Matesanz, por su parte, confesó que en su consulta no recomienda la vacuna: «Si una de estas mujeres necesita nueve meses para reunir los 60 euros que cuesta un DIU, cómo va a conseguir los 250 que cuesta la vacuna. Tiene un precio desorbitado». El personal de Es Viver explicó que han conseguido cambiar los cheques de alimentos de los servicios sociales por medicación. «¡Qué envidia!», espetó la médica de la ONG.

Molina insistió durante su charla, que inauguró la segunda jornada, en la necesidad de ofrecer información a estas mujeres para prevenir infecciones y enfermedades de transmisión sexual, especialmente el virus del papiloma humano, que puede derivar en un cáncer de cérvix. «El 90% usan preservativos con sus clientes, pero no con sus parejas», afirmó la ginecóloga, que recordó que este virus se transmite por el contacto de la piel y, especialmente, de las mucosas. Además, indicó que el contagio está relacionado con el número de parejas sexuales (un 8,9% en las personas que han tenido una, un 44,6% en las que han tenido diez), por lo que las mujeres que ejercen la prostitución son especialmente vulnerables.