El presidente de la asociación de restaurantes y concesionarios de la zona marítimo terrestre de Sant Josep, Toni Marí Moreres, pronostica que «entre 50 y 60 personas irán a la calle» esta temporada en las playas del municipio tras la disparatada subida de precios en la subasta de los lotes de hamacas y sombrillas para los dos próximos años, por los que el Ayuntamiento espera ingresar 9,2 millones de euros.

Al pagar «hasta tres veces más por las concesiones», el presidente de los hamaqueros advierte de que los adjudicatarios tendrán que reducir costes, y aligerar plantilla es una de las vías más fáciles. Marí calcula que las concesiones dan trabajo a alrededor «de 200 personas por lo menos» actualmente, así que se perderán una cuarta parte de los empleos.

«No queda otra», justifica. Él mismo, que no tuvo rivales para llevarse los cuatro lotes de hamacas que se licitaban delante de su restaurante de Cala Jondal, prescindirá de al menos tres de los 14 empleados que mantenía. «No sé qué pasó, casualidades de la vida o suerte», dice para explicar cómo pudo llevarse esas concesiones en primera puja: «No sé a quién dar las gracias», asegura.

El negocio del alquiler de hamacas «se ha acabado» en Sant Josep, porque con los canones que habrá que abonar al Ayuntamiento no quedará margen: «No se puede pagar una hamaca a 1.000 euros [de canon] y hay de 2.000 y 3.000, en absoluto». Las tumbonas se han convertido «en un servicio» que ofrece a sus clientes un beach club o un restaurante cercano: «El que no tenga ese negocio detrás, está muerto», concluye.

A la pérdida de su medio de vida para las familias que han perdido las concesiones Moreres añade otra consecuencia: «Muchas tenían empleados desde hacía 15 o 20 años y ahora tendrán que indemnizarles por despido con esa antigüedad».

Subastas, mejor a mano alzada

A pesar de las críticas, Marí defiende que la subasta se hiciera «a mano alzada», porque «con el sistema de sobre cerrado, y con el dinero que puso este señor de Canarias -se refiere al empresario Mahy Marrero, pendiente de sentencia por el hallazgo de 450 kilos de coca ocultos en un barco a su nombre- sería el dueño de todas las playas de Sant Josep». Porque Marí está seguro de que nadie habría pujado tan alto como el canario.

«Si él no hubiera acudido a la subasta no se habrían pagado hasta tres veces más caros los lotes, lo distorsionó todo», insiste Marí. También «habría habido paz y cada cual habría conservado sus lotes», ello a pesar de que Marrero no es quien más concesiones se adjudicó, aunque sí mantuvo los duelos más intensos en la subasta. «El resto habrían respetado lo de cada uno», cree Marí.

Hasta los lotes que no han cambiado de manos ha sido a costa de un elevado desembolso, y eso tiene consecuencias: «No se puede pagar este dinero y seguir con el mismo personal. Ya estaba previsto que pasaría esto», asegura el presidente de los concesionarios, que llevaba 10 meses negociando el pliego con el Ayuntamiento y ya advirtió de lo que sucedería.

Por ello cree que para las próximas adjudicaciones el Ayuntamiento debería tratar de valorar otros aspectos en la adjudicación «y no solo la oferta económica más alta» para evitar que continúe una escalada «absurda» de precios que perjudicará «el servicio que se da en las playas». «Prefiero que el que tiene las hamacas desde hace 40 años las mantenga y no que venga un especulador y se lo lleve», aunque de estas familias ya no quedan muchas tras la última subasta.

Marí discrepa «profundamente» de los que ya reclaman más controles este verano: «¿Somos ladrones que nos tengan que vigilar?», pregunta. «No puedo tolerar» que se presuponga que se descontrolará el número de hamacas o que su alquiler se cobre por encima de lo permitido, afirma. «Otra cosa es que alguien aparte una hamaca dentro de la concesión para poner su toalla; es como si en la terraza de un paseo quitas una silla para ponerte con tu taburete», justifica.

El presidente de los concesionarios destaca el servicio de empresarios como él, que contratan seguridad privada «para evitar robos y la venta ambulante» en sus negocios. «Nadie habla de esto», insiste: «La mala imagen de Ibiza no la damos nosotros, sino cuando una pareja se va a nadar y al salir del agua se encuentra sin nada».