El Carpobrotus es, claramente, la planta invasora más problemática en las Pitiusas, asegura el biólogo Joan Carles Palerm, presidente del Grup d´Estudis de sa Naturalesa (GEN). Más conocido como pata de gall, uña de gato y patata frita, esta planta compite y desplaza especies nativas y endémicas, principalmente en el litoral, e instituciones y ecologistas realizan periódicas limpiezas para detener su expansión. La experta en especies invasoras Anna Traveset, del Imedea (Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados), también cita el género Carpobrotus como la principal amenaza para la flora autóctona.

El oxalis ha teñido de amarillo los campos pitiusos. Foto: Joan Costa

Sin embargo, Eva Moragues, técnico del Servicio de Protección de Especies de la conselleria balear de Medio Ambiente, asegura que actualmente su máxima preocupación es el avance de una gramínea, el Pennisetum (coa de moix en Mallorca), que suele encontrarse en los márgenes de carreteras y que se expande, por ejemplo, cerca del aeropuerto y en la autovía de Sant Antoni. «Es el inicio de la expansión de esta planta, que detectamos hace un par de años, y, cuanto antes, hay que comenzar a implicar a los diferentes sectores en su control y erradicación», explica, y añade que, aunque aún falta un mapa de distribución detallado con el que empezar a trabajar, su departamento ya ha contactado con el servicio de Carreteras del Consell de Ibiza para que sepan identificar esta planta y puedan eliminarla cuando se encuentren con ella cuando realizan tareas de limpieza de las cunetas.

En Ibiza y Formentera, Medio Ambiente, a través del Ibanat, ya ha actuado en trece zonas, principalmente en el litoral de la Red Natura 2000, para detener la proliferación de plantas como el Agave sp. (pita), la Opuntia sp. (figuera de pic), la Arundo donax (caña), la Kalanchoe daigremontiana (espinazo del diablo), el Carpobrotus sp., la Yucca sp. y la Lantana camara (banderas) en zonas como es Amunts, es Cavallet, ses Salines, es Codolar, ses Illetes, sa Roqueta y Cala Saona. Algunas de estas especies son erróneamente consideradas propias de la isla, como la figuera de pic o la caña, por su abundancia, pero pueden competir y desplazar especies autóctonas.

Kalanchoe fotografiado en sa Revista. Foto: Joan Costa

Muy similar al Carpobrotus, tanto por su aspecto como por su capacidad dañina, es la Disphyma crassifolium (flor del migdia). Aunque menos extendida en la isla, su erradicación suele ir unida al Carpobrotus en las campañas que se realizan. No hay dudas a la hora de clasificar como invasoras estas plantas ornamentales tan apreciadas en los jardines y tan dañinas en el ecosistema. Sin embargo, la colonización de nuevos hábitats y la consideración con la que los expertos valoran a las especies exóticas es un tema complejo con múltiples variables y diversos criterios, dependiendo del grado de peligrosidad del invasor (medido por su abundancia y su capacidad de desplazar especies autóctonas), la época en la que se produjo la colonización y la zona concreta en la que se analiza la supuesta invasión. Y, a partir de ahí, y a efectos de calcular los riesgos, ciertos colonizadores (especies alóctonas) son considerados especies exóticas invasoras y en otros casos se habla de especies naturalizadas o espontáneas, aclimatadas a un ambiente que no es el original pero que pueden volverse invasoras si proliferan tanto como para amenazar otras especies. Cuestión de grados. A fin de cuentas, incluso el algarrobo y la higuera, tan identificados hoy con el paisaje pitiuso, son especies introducidas, aunque de introducción antigua. «Principalmente, hay que ser precavidos con aquellas que ya tienen un comportamiento invasor en otras zonas fuera de Balears», señala Moragues.

La flor del Carpobrotus, apreciada en jardinería. Foto: Joan Costa

El abundante vinagrillo

Una especie no nativa pero ya familiar en los campos pitiusos, es el vinagrillo o vinagrella (Oxalis pes-caprae), una hierba de origen africano cuyas semillas llegaron a Balears a finales del siglo XIX mezcladas con simiente para cultivos y que, según el Govern, es la especie introducida más abundante y más dispersa en las islas. Aunque resulta familiar y se antoja extraño verla como una especie invasora, lo cierto es que el vinagrillo ha saturado de amarillo campos que probablemente no eran así antaño. Palerm señala que «seguro que los campos pitiusos eran muy distintos antes de su llegada, con muchas más amapolas, por ejemplo». Más rojos y menos amarillos. Esta especie, explica, no parece haber desplazado endemismos; sólo especies ruderales y adventicias en cuya conservación hay escaso interés aunque puedan resultar importantes ecológicamente.

Una especie de interés ya citada y que sirve como ejemplo del criterio de la época de introducción de la especie es la caña, que llegó desde Asia entre los siglos XV y XVI, por lo que raya la frontera entre arqueófitos (especies introducidas antes del año 1500) y neófitos (introducidas después de esa fecha). Al ser su introducción tan antigua y formar parte indisoluble del paisaje isleño, se considera ya una especie nativa. Sin embargo, Joan Carles Palerm explica que la caña, en realidad, y debido a los cambios en el uso del suelo, el abandono de la agricultura y la desaparición de artes tradicionales en las que se emplea esta planta, «está desplazando rápidamente a las especies y hábitats de ribera, causando un daño importante». En este sentido, destaca que está desplazando a la adelfa (Nerium oleander), el aloc (Vitex agnus-castus) y el mirto (Myrtus communis), entre otras plantas.

El adelfar (baladrar) es, por cierto, un hábitat prioritario en la directiva Hábitat de la UE, lo que implica que debería garantizarse su protección. «Se debe trabajar en el control y erradicación de la caña, aunque es muy difícil hacerlo», señala Palerm.

Eva Moragues también subraya que la caña es una invasora «muy difícil de controlar», que tiene un rizoma, un tallo subterráneo, que si no se arranca completamente, conserva la capacidad de rebrotar. Moragues advierte de que, al hablar de la erradicación de invasoras, siempre hay que plantearse si vale la pena el esfuerzo cuando se trata de una planta con tal capacidad de expansión. «Es muy importante tener un protocolo de actuación concreto que no sólo determine la forma más correcta de erradicar la especie invasora, sino también el grado de naturalidad del medio donde se actúa y el segumiento de la zona tratada para ir controlando los posibles rebrotes», aclara.

Cortando cañas invasoras en Sant Josep. Foto: Joan Costa

La caña es una de las tres plantas terrestres presentes en Ibiza y Formentera que pueden encontrarse en la lista mundial de las cien especies de flora y fauna más peligrosas del mundo por su capacidad invasiva. Las otras dos son la figuera de pic y la bandera española, que puede encontrarse en muchos jardines y que, fuera de ellos, desplaza a la flora autóctona en torrentes y en terrenos áridos. Incluso es fácil encontrarla cerca de las zonas habitadas del parque natural de ses Salines. Además, en esta lista de las cien plantas más peligrosas a nivel mundial se incluye una planta acuática también presente en las islas, la Caulerpa taxifolia, que pone en riesgo las praderas de Posidonia oceanica. Sin embargo, y aunque es ella la que se encuentra en la lista de las 100 más peligrosas, los expertos señalan que, al menos en las islas, la Caulerpa racemosa es más competitiva e implica un riesgo mayor.

En ninguno de estos catálogos se encuentra una planta llamada Kalanchoe daigremontiana, espinazo del diablo o aranto, una planta crasa originaria de Madagascar que supone un caso especial en esta relación de invasoras. El kalanchoe, que está naturalizado en zonas urbanas se ha revelado como una invasora «muy agresiva» en ses Salines. Durante una limpieza de residuos y control de especies invasoras llevada a cabo hace seis años por personal del Parque Natural y de la Fundación Deixalles se detectó que una situación «más grave de lo previsto, constatándose que la superficie afectada supera los 9000 m2, con grandes densidades en las zonas de la Revista-es Cavallet, y con afectación sobre la vegetación autóctona», según puede leerse en el artículo que con posterioridad se publicó en el boletín de la Societat d'Història Natural de les Baleares. En el texto también puede leerse que «la entrada en el medio natural se produce por eliminación incontrolada de restos de jardinería». De hecho, es muy sencillo localizar esta planta junto a las viviendas de sa Revista y observar cómo se ha iniciado su propagación desde los restos de poda eliminados por los vecinos. También hay referencias de su presencia en sa Canal y en es Corb Marí.