Imponente ante los embates de las olas los días de tormenta y sobre el espejo de las aguas los días de calma chicha, sa Foradada, el mayor de los dos islotes de ses Margalides, es en sí misma un ecosistema, una roca que no alcanza ni una hectárea ni sumándole es Picatxo (el segundo islote del conjunto) pero que alberga hasta 16 especies distintas de plantas, una de ellas endémica, su propia subespecie de lagartija (Podarcis pityusensis hedwigkamerae) y una subespecie de caracol, Trochoidea (Xerocrassa) ebusitana margaritae.

Fue el botánico alemán Heinrich Kuhbier, del jardín botánico de Bremen, quien, en los años 70, identificó una nueva especie de Euphorbia (una lechetrezna) tras conseguir acceder al peñasco desde el llaüt del pescador Pep Ferrer Prats, de Sant Josep. «Después de intentar por dos veces desembarcar infructuosamente en el islote, incluso con poca marejada, al fin, en el mes de mayo de 1974, las peñas fueron nuevamente visitadas y con mejores resultados», explica el botánico en un artículo que, años más tarde, publicó en la revista del Institut d'Estudis Eivissencs.

Ya el 19 de abril de 1976, tras dos semanas de mala mar, llegaron de nuevo al islote y pudieron recolectar ramas en flor, necesarias para poder determinar bien la especie. La planta recolectada era muy similar a todas las del género Euphorbia, pero con pequeños detalles que la diferenciaban con cada una de las que se iba comparando, por lo que, finalmente, se llegó a la conclusión de que se trataba de una especie distinta, una Euphorbia (una lletrera) que había evolucionado aislada en la roca: Euphorbia margalidiana.

La ´lletrera de ses Margalides´ está aún en peligro de extinción. Foto: Joan Costa

Ses Margalides, y concretamente sa Foradada, es un ecosistema, eso sí, en equilibrio, que podría verse seriamente afectado, por ejemplo, por una tempestad o por una plaga de gaviotas patiamarillas (Larus michahellis). Sin embargo, sobrevive y prospera en su fragilidad relativa, tan resistente como la roca que lo alberga. Los estudios que se han realizado apuntan, incluso, a que la planta endémica soporta mejor que otras especies la nitrificación del suelo que supone la presencia de gran cantidad de gaviotas. Y actualmente, para evitar el riesgo de una extinción de la E. margalidiana (algunos autores la consideran subespecie de la E. squamigera), diversos bancos de semillas y jardines botánicos cuentan con simiente o plantas vivas de la especie, entre ellos la finca de Can Marines (del Consell Insular), el Jardín Botánico de Sóller y el de Bonn. El Grup d'Estudis de la Naturalesa (GEN) también cuenta con ejemplares de esta lechetrezna en su finca en custodia, Can Toni d'en Jaume Negre.

Desde el año 2004, el Servicio de Protección de Especies de la conselleria balear de Medio Ambiente realiza un seguimiento de la población de lletrera de ses Margalides, catalogada como 'en peligro de extinción' en el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas. La población en el mismo islote de sa Foradada se ha triplicado desde los 200 ejemplares del primero recuento (llevado a cabo en 1982), hasta los últimos recuentos realizados, con hasta 650-700 individuos en 2011 y 600 en el último informe, del año 2014, aunque siempre hay que tener en cuenta que las cifras son aproximadas debido a la dificultad del acceso a algunas zonas del islote. Por si acaso, en 2005 se creó una población artificial en Illa Murada, un hábitat muy similar al de ses Margalides, donde se efectuó una segunda plantación en 2007 y otra el año pasado. Los responsables del Servicio de Protección de Especies consideran que la introducción se está consolidando «ya que se observan numerosas plántulas procedentes de germinaciones naturales a partir de las semillas de las plantas adultas existentes».

En este sentido, Joan Mayol, el biólogo responsable del departamento, considera que los trabajos de recuperación son un éxito y que, por tanto, ha disminuido la posibilidad de que la especie se extinga. Por ello, desde el Govern esperan que, en la próxima revisión, la UICN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza) reconozca que la población de E. margalidiana «está mejor que antes» y elimine esta planta de la lista de las cien especies más amenazadas del Mediterráneo.

Sa Foradada tiene 45 metros de altura máxima, forma de herradura abierta hacia nordeste y un arco bajo el que pueden pasar sólo embarcaciones pequeñas, mientras que el segundo islote es conocido como es Picatxo y sólo tiene once metros de altura. En él crece el Limonium ebusitanum (endémico de Eivissa), pero no la E. margalidiana. Ses Margalides, conocidas también como ses Balandres, son también una apreciada inmersión para los buceadores, especialmente por sus túneles y sus arcos repletos de anémonas amarillas.