Sudáfrica tiene a la Protea gigante como flor nacional; la Strelitzia, que podemos ver en muchos jardines de Vila, es todo un emblema en Madeira, y en Costa Rica están tan orgullosos de su orquídea guaria morada que la muestran en sus billetes. Si Ibiza y Formentera tuvieran que escoger una flor como símbolo de sus valores medioambientales, el molinet (Silene cambessedesii) sería una buena candidata para ello.

No es una gran orquídea tropical, sino una discreta flor rosada de cinco pétalos y el tamaño de una moneda de 20 céntimos. Sin embargo, es una de las joyas florísticas de las dunas de las islas, una superviviente en la arena, donde solemos encontrar la vegetación más extraordinaria y distintiva de las Pitiusas, la que revela la capacidad de especialización, adaptación y fortaleza que, en ambientes límite, puede tener hasta la flor de aspecto más delicado.

Molinet localizado en las dunas de ses Salines. Foto: Joan Costa

El molinet, cuyo nombre popular parece que se originó en Formentera al comparar sus pétalos bífidos como lengua de serpiente con las aspas de los molinos de viento, es endémico de Ibiza y Formentera y de un par de playas de Castellón. «En Castellón prácticamente ha desaparecido por la construcción», señala el experto en plantas Néstor Torres, que añade que en Ibiza «la presión humana también la está arrinconando».

En las dunas de ses Salines es fácil ahora encontrar la planta en plena floración, en la línea de los caminos de la costa y resguardada tras las cuerdas que marcan el límite de protección dunar. Tesoros de la flora pitiusa como el molinet justifican, precisamente, la pertinencia de tal cordón de seguridad ante la masificación de una playa que, aunque pueda no parecerlo, se ubica en pleno Parque Natural.

Silene vulgaris, la verdura que se usa en es cuinat, fotografiada en Sant Joan. Foto: Joan Costa

El biólogo Joan Carles Palerm señala que esta especie está catalogada en peligro de extinción en la Comunidad Valenciana, donde se cultivan, para su reintroducción, semillas obtenidas tanto en Castellón como en Eivissa y Formentera. En las islas y a pesar de la presión, las poblaciones no están en riesgo, «gracias, en gran medida, a la llegada de la Ley de Costas, que ha limitado el desarrollo urbano del litoral». Sin embargo, en una edición de los años 80 del Libro Rojo de Especies Amenazadas se recuerda que «en el arenal de Portinatx, donde vivía una importante colonia, hemos visto en mayo de 1984 tan sólo dos ejemplares. La destrucción de las dunas y el pisoteo intenso de los bañistas en una playa muy concurrida han llevado a la especie al límite de su existencia en esta localidad».

En 2004, según consta en el Libro Blanco de Protección de Especies de Baleares, «una población de Formentera se vio afectada por la actividad extractiva de una cantera ilegal». Todo tiene consecuencias. Hoy, las mejores poblaciones están en el sur de la isla de Ibiza y en la Pitiusa menor.

La Silene cambessedesii figura en la lista de especies sensibles a la alteración de su hábitat del Catálogo de Especies Amenazadas de les Illes Balears. Y no es la única del género que podemos encontrar en las islas, donde también, aunque ya no asociadas a los sistemas dunares, existen poblaciones de S. vulgaris, S. secundiflora y S. hifacensis. La primera de ellas es tal vez la más conocida de todas estas plantas, aunque es comúnmente conocida con el genérico nombre de ´verdura´, la que se utiliza para la elaboración del típico cuinat, plato tradicional de estos días de Semana Santa. Y la tercera especie también es un endemismo levantino-pitiuso, catalogado como vulnerable y presente en el islote de es Vedrà. S. secundiflora y S. hifacensis (Silene de Ifach) son relativamente fáciles de ver en es Amunts, en zonas rocosas y en acantilados.