­Un total de 318 de los 1.902 alumnos que en el curso 2014/2015 estaban en 2º y 4º de ESO y que han participado en el estudio sobre educación afectivo sexual Sextima! llevado a cabo por el Cepca, el área de Salud y el Consell de Formentera habían mantenido relaciones sexuales con penetración. Esto representa el 17% de los estudiantes de estas edades, porcentaje que crece en el caso de los alumnos de 4º (de 15 a 16 años) hasta el 30,5% y baja entre los de 2º (de 13 a 14 años) hasta el 6,9%.

En concreto, la media de edad de inicio en las relaciones sexuales completas en las Pitiusas se sitúa en los 14,2 años, una cifra por debajo de la media española, que según la médico especialista del servicio de Planificación Familiar, Cristina Molina, ronda los 16 años. «Los muy precoces, los que tienen 12 o 13 años, bajan la media, pero en general se ve que por cursos son sexualmente activos en 4º; en 2º son muchos menos», afirma la directora del Cepca, Belén Alvite, que presentó ayer los resultados de la encuesta en rueda de prensa junto con Molina, las conselleres de Bienestar Social de Ibiza y Formentera, Lydia Jurado y Vanessa Parellada, respectivamente, y la directora médica de Atención Primaria, Carmen Santos.

Según la encuesta, a estas edades el 35% «no se han dado ni un beso», el 48% han tenido «contactos sexuales sin penetración: besos, caricias, masturbación solos o en pareja» y solo ese 17% ha mantenido relaciones completas, es decir, que «no es la mayoría».

Para Alvite, saber esto es «positivo» en tanto que permite disminuir la presión que sienten los chavales para iniciarse en ellas. Y es que a pesar de lo que los adolescentes comenten entre ellos y el mensaje que en ocasiones se lanza de que «todos los chicos lo están haciendo», la realidad es distinta, y así intentan transmitírselo.

Uno de los objetivos del estudio -con el que una vez conocido qué saben los chavales y qué les falta por conocer han ajustado el programa de educación afectivo sexual que imparten en los institutos (Sextima)- es retrasar el inicio de las relaciones sexuales. «Porque así les da tiempo a tener más información y a tener la maduración neurológica que les permita decir no a una relación sexual sin protección, pues con 13 años no saben medir el peligro, mientras que con 17 o 18 se lo piensan», sostiene Molina. En este sentido, Alvite agrega que más mayores también tienen «menos miedo a las reacciones de la familia» y, por ejemplo, en caso de embarazo cuanto más jóvenes «más se paralizan y no actúan».

Precisamente esa necesidad de retrasar el inicio se hace patente al observar cómo viven el antes y después de su primera relación sexual los chicos y las chicas, con grandes diferencias entre unos y otros.

Así, mientras las chicas explican haberlo hecho en primer lugar porque estaban enamoradas (67,5%), el principal motivo en los chicos era el deseo sexual (57,4%). Además, el 7,4% de ellas se sintió presionada por su pareja, mientras que en el caso de los chicos ese porcentaje disminuyó al 1,8%.

Preguntados sobre sus miedos antes, los chicos apuntaron primero el embarazo (35,5%) y, casi con la misma proporción, señalaron no tener miedo alguno (34,3%). En cambio, ellas afirmaron en el 62,5% tener miedo al embarazo, seguido del dolor (51,2%) y contraer alguna enfermedad (48,2%). Solo el 10,5% de las chicas dijo que no tenían miedo. Esa primera relación fue mayoritariamente improvisada, en el 70,8% de los casos y la edad de sus parejas era muy parecida a la suya, aunque algo superior en las parejas de las chicas. El 84,9% usó preservativo masculino como anticonceptivo y el 11%, nada.

Tras mantener la relación, los sentimientos o sensaciones fueron muy distintos en ellos y ellas: fueron más positivas para los chicos. Así, si ellos referían la satisfacción y el placer como los principales sentimientos que definían su estado de ánimo después, ellas además de confianza o bienestar hablaban de dolor (35,6%), miedo (22,1%), decepción (12,7%) e incluso culpa (10,1%).

Para Alvite, esto «se tiene que revertir» porque de lo contrario no se logrará que «hombres y mujeres tengan relaciones de pleno derecho». A este respecto, considera que el motivo por el que no resultan satisfactorias para las chicas se debe precisamente a que no estaban preparadas todavía para tenerlas, sino que se sentían presionadas.

Además del retraso del inicio de las relaciones, la responsable del Cepca apuntó a otros dos objetivos del estudio: conseguir la corresponsabilidad de ellos y ellas en el uso de los métodos anticonceptivos y que la familias «den un paso adelante y se den cuenta de que la sexualidad de sus hijos tienen que ver con ellos, porque además las consecuencias después hay que solucionarlas en familia».