Dos técnicos del Consorcio para la Recuperación de la Fauna de las Illes Balears (Cofib) fueron los encargados de acabar ayer, con disparos de arma de fuego, con el medio centenar de cabras domésticas que habitaban desde 1992 los riscos de es Vedrà, cuando los propietarios del islote lo repoblaron con cinco hembras y un macho después de casi 20 años de ausencia de estos animales, que causan daños graves en la flora endémica del peñón.

La directora general de Espacios Naturales y Biodiversidad de la conselleria balear de Medio Ambiente, Caterina Amengual, explicó que la decisión se tomó con el fin de tratar de recuperar la flora autóctona del peñón: «Es una cuestión de prioridades y la conservación de los ecosistemas es una prioridad, ya que tenemos la obligación de dignificar los espacios naturales». En el mismo sentido se expresó el conseller insular de Medio Ambiente, Miquel Vericad: «Nos felicitamos [por la decisión del Govern de eliminar las cabras], ya que tenemos el deber de proteger nuestro patrimonio, que hace singular a es Vedrà y a Ibiza».

Antes de tomar la decisión final se valoró la posibilidad de sacar las chivas con vida del islote, pero resultaba demasiado complicado, ya que la orografía del peñón lo hace casi imposible, remarcaron las dos conselleries de Medio Ambiente, balear e insular. Por este mismo motivo se ha optado por dejar los cadáveres en el peñón, ya que es Vedrà ni siquiera cuenta con un embarcadero que posibilite la operación. «Sacarlas del islote pondría en riesgo la seguridad de los trabajadores», afirmó Amengual.

Cuando se hizo pública la intención del Govern de acabar con las cabras surgió una iniciativa a través de la página web change.org para intentar frenar la operación. Amengual explicó ayer que el Govern se puso en contacto con una de las personas que emprendieron la recogida de firmas para «valorar sensibilidades» y «hacer un poco de pedagogía». «Les explicamos lo importante que es conservar el patrimonio natural y también que estas chivas no son propias del islote, sino que se trata de cabras domésticas (Capra aegagrus hircus)», señaló.

Vericad, por su parte, destacó que la posibilidad de llevarse los animales con vida de es Vedrà suponía una gran cantidad de inconvenientes y recordó también que hace un tiempo la población de cabras en el islote llegaba a los 80 ejemplares. La sequía del año pasado hizo que unas tres decenas murieran de sed, explicó el conseller.

Acabar con estas cerca de 50 cabras ha sido «un trabajo duro», relató Amengual una vez finalizada la tarea. Para llevarla a cabo, además de los dos técnicos del Cofib, entidad constituida por la conselleria balear de Medio Ambiente y la Fundación Natura Parc, participaron agentes de Medio Ambiente de Ibiza y personal de la Reserva Natural de es Vedrà, es Vedranell y los islotes de Ponent, que emplearon dos embarcaciones semirrígidas para llegar hasta el peñón.

En un principio estaba previsto comenzar la operación el miércoles, pero se descartó debido al mal tiempo. Finalmente, los tiradores lograron ayer acabar con todas las cabras, un trabajo que les ocupó desde las ocho de la mañana hasta las dos de la tarde. Los técnicos tienen previsto regresar hoy por la mañana para buscar en las cuevas y recovecos del peñón, por si queda alguna con vida.

Carta a los dueños

El Govern se ha hecho cargo de acabar con las cabras «de forma subsidiaria», recordó ayer Amengual. La conselleria balear de Medio Ambiente remitió en octubre del año pasado una carta a los propietarios de es Vedrà en la que se les preguntó si las cabras eran suyas y, en el caso de que así fuera, que se encargaran de retirarlas. Respondieron que no.

«No hay ningún propietario [de es Vedrà] que haya llevado allí las cabras, que pueden ser de cualquiera, aunque el Govern ha decidido amenazarnos a nosotros», declaró uno de los dueños de es Vedrà. Los dueños del islote, los «vedraners» acudían con sus llaüts al peñón la víspera del domingo de Pascua para matar a los machos. Las perseguían y lograban acorralarlas en un punto de es Vedrà donde se las inmovilizaba y sacrificaba con cuchillos. Después se las transportaba a Ibiza, donde se organizaba un festín.