La vida de José Humberto Sánchez da «para una película» que a Manuel Vega Alocén, el director del centro penitenciario de Ibiza, le costó ver al principio. Es un relato que combina géneros: con persecución política, muchos viajes, la crónica de un descenso a los infiernos y el renacer de un hombre que se refugia en Ibiza para encontrarse a sí mismo. Pero sobre todo tiene a un protagonista, un tipo pequeño y compacto que encerraba una historia que merecía ser contada.

Esa historia es casi un epitafio, porque José Humberto, que vivió en la isla sus últimos diez años, murió en 2014, con 84 años vividos intensamente. Y parte de su vida en letras la llegó a ver escrita, porque Vega Alocén explica que le enseñó algunos capítulos de su libro ´El testimonio de José Humberto Sánchez´ mientras estaba ingresado en la residencia asistida Reina Sofía tras caerse en su casa y romperse una rodilla. Convaleciente le dijo que «era como si volviera a vivir» esos momentos de su vida. No llegó a ver su testimonio acabado; se marchó seis meses a Hamburgo y solo volvió para dejar definitivamente esta existencia, un 24 de junio, en una cama de Can Misses.

El tercero de seis hermanos

Su historia comienza en Bolivia, en la ciudad de Potosí, en 1930, y es el tercero de seis hermanos. Pierde a su padre, un almeriense emigrado, a los diez años y la familia empieza a pasar dificultades. Así que decide meterse en el ejército para aliviar la carga que soporta su madre y buscando lograr su sueño de convertirse en ingeniero.

Tras cuatro años, graduado como teniente y cuando debía empezar a estudiar la especialidad, la Revolución Nacional le coge en el bando equivocado y, sin saberlo, está a punto de participar en un asalto contra la sede presidencial orquestado por los mandos al frente del Colegio Militar de Ingeniería. A pesar de que llega a lograr un salvoconducto del nuevo presidente, Víctor Paz Estenssoro, después de cenar con él tras una sorprendente peripecia, la persecución a que se ve sometido le harán abandonar el país para no volver.

Su siguiente parada será Brasil, como exiliado y con lo puesto. Pero logra salir de la miseria con dos empleos e incluso la Marina le propone espiar al movimiento estudiantil en Río de Janeiro.

Se plantea ordenarse sacerdote

Tras topar con una mujer que pide limosna, empieza a preocuparse por la desigualdad social y se plantea ordenarse sacerdote. Se irá a Barcelona, donde contacta con los jesuitas de Sarrià. Pero tiene dudas «porque le gustaban mucho las mujeres», así que se marcha a pensárselo trabajando como voluntario en «la leprosería más antigua de Europa», en la localidad alicantina de Fontilles. Vega Alocén recalca que en esa época la lepra era «una enfermedad incurable», pero en el libro Sánchez describe aquellos años como «los mejores» de su vida, cuando aprende que el aspecto y la apariencia son secundarios en la persona.

Ultimátum de los jesuitas

Pero los jesuitas le lanzan un ultimátum y como su interés por el otro sexo no ha decrecido, se verá forzado a dejar Fontilles para seguir viaje a Holanda. Es una parada corta. No tiene papeles, aunque consigue varios trabajos irregulares. Está muy cerca ya de su sueño, de Alemania, un país «conocido por su técnica».

Empieza descargando barcos en los muelles de Hamburgo después de conseguir un permiso de trabajo. Más adelante trabajará como electricista en Siemens y AEG. Retoma los estudios pero solo cursa dos años, no puede con todo y deja los libros. Además llegará a cónsul general de Bolivia en la ciudad alemana; no cobra un sueldo pero se lleva una comisión por las transacciones.

En Hamburgo conoce a Rosemarie y forma una familia. Tiene un hijo que a los dos años sufre una grave pulmonía mientras él está en un viaje de representación por el país.

A la vuelta, en el hospital, lo encuentra atado de pies y manos a la cama. Se lo lleva a casa y empieza a darle vueltas a cómo sujetar un paciente sin que sufra. Así surge su primer invento, la faja de seguridad.

Tras cesar en el consulado, buscará como rentabilizar el invento y en 1969 crea Segufix, empresa que se convertirá en multinacional y le reportará su fortuna. También crea el botón magnético de seguridad y las correas que se usan en los geriátricos y hospitales. Se convierte en un hombre rico, pero se siente «vacío por dentro», confiesa. Pierde la fe y se hunde en una vorágine de alcohol, drogas y prostitución. Una experiencia mística en Pensilvania, en un teatro, evita que se destruya irremisiblemente.

Voluntario y trabajador

Durante años, José Humberto combina voluntariado, su trabajo incansable en la empresa y la labor pastoral, hasta que en 2003, con 73 años, su vida «se hunde». Las discusiones con su mujer por la educación de los hijos del matrimonio les llevan a separarse y él deja la empresa para siempre.

Vega Alocén recuerda una de las máximas de su protagonista: «Cuando en la vida se toman decisiones trascendentes hay que cortar y empezar de nuevo en otro sitio». Y el primer lugar que le viene a la cabeza para su siguiente etapa es Ibiza, por una empleada que contaba «maravillas» de la isla, donde tenía un piso.

Así que José Humberto llegó a la isla para unos días que «al final fueron diez años». Se alojó en el hotel Los Molinos y le encantaron tanto las vistas que «se fue a una inmobiliaria para comprar un apartamento con la misma panorámica». Así eligió un séptimo piso en ses Figueretes para la que sería la última etapa de su vida.

En la isla empezó a colaborar con los voluntarios de la prisión como uno más: «No le daba ninguna importancia a la vida que había llevado», asegura el escritor, que está convencido de que «era un genio», no solo por sus inventos, sino también por algunas teorías suyas.

Vega Alocén cita la teoría según la cual en la mano «todos llevamos marcado el número 18», y en el libro se explica por qué. Esa cifra se descompone en el 9, que es «el número de Cristo» y aparece reiteradamente en el texto, y hasta en el paisaje: nueve islotes veía desde la ventana de su apartamento, en la Isla de las Nueve Lunas que decía José Humberto.

El encuentro con su biógrafo

Él y el director de la cárcel se conocieron en la presentación del último libro de Margarita Vallejo-Nágera, ´El mensajero de la noche´, que trata la historia de un peligroso preso inglés que tuvo una experiencia mística que le hizo convertirse en monje. Sánchez se acercó a Vega Alocén y le dijo que a él le había ocurrido algo parecido.

Vega Alocén no le dio más importancia a aquel encuentro hasta que lo empezó a tratar más. Como miembro de la pastoral que visita a los internos, José Humberto se reunió con el alcaide para intercambiar impresiones en varias ocasiones y este empezó a entrever la apasionante peripecia que había vivido aquel hombre no muy alto, compacto, con la barba recortada de forma sencilla y siempre vestido sin pretensiones, incluso con algún lamparón en la camisa.

Así, le propuso plasmar su vida en un libro, lo que José Humberto aceptó. Vega Alocén, además de recoger su historia, la comprobó y le investigó. Y fue por eso que descubrió que no solo era un hombre con un pasado apasionante, sino que también era rico. «Nunca hablaba de negocios, me tuve que enterar», recuerda el autor. Para su personaje, lo material pasó a ser secundario, lo importante fue «la transformación que sufrió».

´El testimonio de José Humberto Sánchez´ (editorial Círculo Rojo) es la segunda obra biográfica de Vega Alocén tras ´La huida del teniente Alili Messaud´, también editada por Círculo Rojo, que narra la huida del oficial argelino en un helicóptero que aterrizó en Ibiza en 1998 y que ya va por su segunda edición.

El prolífico director del centro penitenciario de Ibiza ya tiene preparado otro libro bajo el brazo, en este caso de autoayuda.