Por esas paradojas de la codicia humana, el afán por tenerlas en propiedad, como mascotas, ha mermado las poblaciones de tortuga terrestre de las islas. Aunque hoy su tenencia está prohibida, en las décadas de los 60 y 70, las dos especies de quelonio terrestre presentes en Baleares se extraían a centenares, principalmente de la isla de Mallorca, para un mercado peninsular de animales domésticos que hizo desaparecer poblaciones enteras. En esas décadas, ya era difícil hallar ejemplares de tortuga mediterránea (Testudo hermanni) y tortuga mora (Testudo graeca) en Ibiza y Formentera, aunque aún no se han dado por desaparecidas y hay referencias ocasionales pero reiteradas de su presencia en estado salvaje. En Eivissa, el Grup d’Estudis de la Naturalesa (GEN) cuenta con una cita reciente, de la última primavera, de una mora vista en es Fornàs, y el jefe del servicio de Protección de Especies de la conselleria balear de Medio Ambiente, Joan Mayol, señala que de vez en cuando aún se encuentran ejemplares de las dos especies, aunque advierte que «muchas de ellas pueden ser tortugas domésticas fugadas».

Ante la regresión de los testudínidos, el GEN ha creado un núcleo zoológico de la especie Testudo hermanni en la finca ecológica en custodia de Can Toni d’en Jaume Negre. En el futuro, y mientras se utiliza con fines educativos, este núcleo podría utilizarse para la reintroducción de la tortuga mediterránea en las Pitiüses. Joan Mayol ya califica el objetivo como «muy interesante» y añade que «habrá que ver cómo evoluciona esta colonia; yo, personalmente, creo que sería una idea viable, aunque es el Comité de Flora y Fauna de la Comunidad Autónoma el que deberá autorizar el proyecto». Asimismo, Mayol explica, como aval a la viabilidad del plan, que en los últimos años la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), referente mundial en la materia, «ha suavizado sus criterios de translocación de especies y se suele considerar aceptable siempre que se trate de una introducción benigna, que no puede afectar al resto de especies del lugar».

De hecho, hace poco más de un año se soltaron casi cincuenta ejemplares de tortuga mora, marcadas, en Formentera, considerada el último reducto de esta especie en las Pitiusas. Dos de ellas, sus caparazones en realidad, han acabado en una estantería de las oficinas de Medio Ambiente tras ser halladas muertas. Pero es pronto para evaluar resultados.

El biólogo Joan Carles Palerm, presidente del GEN, aclara, por su parte, que la elección de la especie Testudo hermanni para el experimento de los ecologistas en la finca de Can Toni d’en Jaume Negre se debe a que es la especie disponible en la única colonia en cautividad (al menos legal) existente en Ibiza, propiedad de un veterinario. Así, al dividirla, se reduce la densidad de población, si bien la intención del grupo ecologista es «duplicar y contar con las dos especies, quizás a medio plazo».

Estos dos quelonios terrestres se encuentran en la Lista Roja de los Vertebrados de Baleares. La subespecie balear de la tortuga mediterránea aparece con la categoría de ‘casi amenazada’, aunque a nivel mundial y nacional está clasificada como una especie ‘en peligro’. La tortuga mora, por su parte, figura en la categoría de ‘en peligro’ tanto a nivel balear como nacional; a nivel mundial está catalogada como ‘vulnerable’.

«No pueden considerarse extintas, pero les falta bien poco», resume Palerm la situación. También él pone en duda la mayor parte de los avistamientos de ejemplares de los últimos años y tiene referencias «de personas que poseen Testudo en su jardín desde hace décadas sin que se sepa cuál es su procedencia». A este respecto, Joan Mayol recuerda la prohibición de mantener a estos quelonios en cautividad pero explica que el Servicio de Protección de Especies tramita permisos de tenencia con la condición de que una parte de las crías se entregue a Medio Ambiente para proyectos de conservación. Mayol anima a los propietarios de tortugas de estas especies a comunicar su existencia a los agentes forestales, que podrán gestionarles esos permisos.

Especies protegidas

Como el verdadero lema de una tortuga, lento pero seguro, 35 años después de que un real decreto catalogara a las tortugas como especies protegidas y prohibiera su comercio, la posibilidad de recuperar las dos especies de testudínidos de las Pitiüses es un reto apasionante y una apuesta por la biodiversidad que, sin embargo, debe ir unida a una campaña de sensibilización que evite que el furtivismo dé al traste con el plan. «Para que un proyecto así tenga éxito, hay que evitar que este animal siga viéndose como una mascota» sentencian los expertos.