Apenas llevaba tres meses saliendo con su novio cuando éste llamó a su jefe para pedirle unos días. Quería darle una sorpresa y llevársela de vacaciones. Ella se enfadó. Podría habérselo dicho y haber pedido ella esos días. Su compañera de trabajo, «una señora mayor», no entendió su enojo. «Cuánto te quiere, mira lo que ha hecho por ti», le dijo. Era la primera señal. Después de eso siguieron una boda y 16 años de malos tratos. Ese hombre, «en aras» de que la amaba ocupó todo su espacio, no le dejó tiempo «ni para pensar», no tenía vida y decidió «dirigir» la suya, la llamaba -«y entonces no había móviles»- a todas horas, incluso al bar en el que tomaba café con las compañeras de trabajo, se presentaba en los fines de semana con sus amigas a los que no había sido invitado... Y de su entorno, siempre la misma respuesta: «La quería tanto...»

Es una de las historias reales, de mujeres de Ibiza, que la asociación Mujeres Anónimas que Aman Demasiado (Maqad) ha grabado con fines educativos. Aunque la voz está distorsionada para que no las reconozcan (la isla es muy pequeña) la emoción de recordar traspasa el audio. Suspiros. Silencios. Voces entrecortadas.

«Queremos ayudar a ver que hay salida. Que se puede asumir la responsabilidad de decir ´basta´ y, a partir de ese momento, cambiar tu vida», apunta Susana Ripoll, presidenta de Maqad. Eso sí, advierte: «El camino no es fácil ni corto». Toñi, secretaria de la asociación, asiente. Las dos hablan por experiencia propia. Saben lo que es estar en una relación que te hace daño. Y lo que es salir de ella. Y no sólo de la relación, sino salir de la parte de ellas mismas que les impulsa a acabar una y otra vez con hombres del mismo perfil.

Ayuda «entre iguales»

Ripoll explica que la labor de la asociación es «de prevención», intentar evitar esas relaciones. Además, insisten en que no hay atención profesional y que el trabajo que realizan es «entre iguales». En las sesiones, que duran alrededor de 90 minutos, reflexionan y se hacen preguntas sobre temas concretos, todos ellos extraídos del libro del que toma el nombre la asociación, escrito por Robin Norwood.

A estas sesiones llegó Toñi hace años. Aún se le revuelve algo por dentro cuando recuerda todo por lo que ha pasado. Se separó y cayó en una relación aún peor. Negaba lo que le ocurría. Incluso cuando llegaron los golpes. Una de sus parejas le dio un puñetazo en sus primeros días. Luego le hizo un regalo. Y le perdonó. «Quieres creerle», comenta Toñi, que asegura que ahora, después de llegar a la asociación, es capaz de ver lo que antes no veía: «He salido adelante». «Hay que ser muy valiente para pedir ayuda. Hay que rascar mucho en ti misma, ser muy sincera», indica.

Ripoll afirma que no es casualidad que haya mujeres que siempre establezcan relaciones con maltratadores. Son patrones de conducta que se complementan: «En muchos casos esos hombres te ofrecen la oportunidad de ponerte tu capa de salvadora y crees que vas a ayudarles a cambiar». «Lo que no han conseguido 20.000 profesionales lo vas a conseguir tú con tu amor», ironiza.

«¿Qué llevó a una chica inteligente, independiente, divertida y casi guapa a vivir quince años de angustia, desconfianza, ignorancia, desconsideración y abandono emocional? ¿Por qué no pude renunciar a algo que me produjo tanto dolor?», se pregunta otra de las afectadas en las grabaciones de la asociación. Esos porqués, el porqué de cada una, intentan buscar en las sesiones. «Te obliga a ir muy atrás, a la niñez», explica la presidenta. Ella, en su caso, ha llegado a la conclusión de que en su familia, para que su padre se fijara en ella y la quisiera, adoptó el rol de «buena». Y es el rol que adoptaba con su pareja.

Señales de alarma

Ripoll explica que hay una serie de señales de «alarma». Por ejemplo, afirma que si la mujer sufre en una relación «no es amor». «Puede estar obsesionada», explica. También que justifique siempre sus comportamientos, actitudes y pensamientos o que la mujer, cuando lee libros de autoayuda, piense siempre en las reflexiones que le serían útiles a él para cambiar. Que siempre hable de él o comience casi todas las frases con ´Él...´ también es un síntoma de alerta, aunque el más grave es cuando la relación de pareja «perjudica la salud física y emocional de la mujer». La presidenta de la asociación señala que desde fuera «es fácil» ver estas señales, pero que es difícil verlas desde dentro de la relación. Ahora las dos aseguran que son capaces de distinguirlas: «Ahora las veo enseguida y huyo, no quiero eso». «Veía las señales la primera semana, me decía que estaba mal, pero lo veía todo distorsionado», explica una de las víctimas en las grabaciones. «El dolor no se llama amor», afirma otra.

Muchas de las mujeres que recurren a la asociación llegan a ella hartas de llorar, cansadas de sufrir y con la intención de asumir la responsabilidad de tomar las riendas de su vida. No sólo por ellas, también por quienes tienen cerca. «Las familias sufren», recalca la presidenta, que explica que en ocasiones es necesario, incluso, alejarse de sus allegados durante un tiempo.

Para acudir a las reuniones no es necesario hablar. De hecho, la mayoría de las mujeres, en sus primeras sesiones, no comparten sus experiencias, sólo escuchan. Oír a otras mujeres explicando que han pasado por los mismo las acaba animando a abrirse. «Eso acaba llegando», asegura Toñi. Verbalizar lo que les ocurre hace que tomen conciencia, que empiecen a verlo con la distancia necesaria para decir basta.

«Explicárselo a alguien te da mucha vergüenza. Además, eres una víctima y sientes que la gente no te entiende, por eso escuchar a otras mujeres que están pasando lo mismo te ayuda. Sientes que estás más unida a esas mujeres que a gente de tu entorno», apunta Toñi. «Ves que no estás sola. Somos muchas las que pasamos por eso», insiste.

El «descanso»

Toñi recuerda la sensación de «descanso» que le produjo tomar la decisión de salir de esas relaciones. «Ocultas la verdad, sientes dolor, no sabes quién eres. Es increíblemente duro, pero te dices que puedes con todo. Y es un descanso reconocer que no, que eso no debe ser así y que no tienes porqué poder con todo», añade.

Susana asiente. Ellas dos llevan años en la asociación porque quieren ayudar a otras mujeres. Pero desde 2008 han sido muchas las que han participado en las sesiones. Cuando se les pregunta si de verdad se puede salir de esas relaciones de violencia la respuesta es clara: «¡Aquí nos tienes!». Algunas de las víctimas de violencia que han pasado por la asociación lo confirman. «Ahora he abierto los ojos, pero 15 años de mi vida han sido un martirio». «Estaba anulada. Lo veo ahora, antes no lo veía». «Ahora la única que manda en mi vida soy yo». «Fui víctima y no quiero ser víctima más. Soy dueña de mi vida».