El artista norteamericano Tim Cairns, que reside en Ibiza por temporadas desde que era niño, recibió el pasado invierno un encargo muy singular. Se trataba de pintar a mano un vehículo clásico, un Rolls Royce Silver Shadow de 1980, por deseo de su propietario, Frederic Tichtinsky. El coche llegó un tiempo después desde París y Cairns se planteó partir de la idea de que fuera «un proceso intuitivo, las imágenes surgirían sin a priori, con el esquema básico de que el lado del corazón sería más luminoso, y el derecho, en contraste más oscuro. A partir de esta dicotomía inicial, ningún prejuicio que limitara la expresión directa del pintor con su subconsciente: automatismo», explica la crítica de arte Nuria del Río, que ha seguido todo el proceso.

Cairns comenzó su labor en mayo. Primero hubo que eliminar las 17 capas de pintura original del Rolls, quitar todos los lacados y volver a pintar con una imprimación que admitiera los colores con los que se iba a dibujar. Poco a poco fueron surgiendo formas, algunas figurativas, pero también formas geométricas, rayas, punteados, retículas, amebas... utilizando solo tres colores: plata, oro y blanco.

El trabajo artístico culminó el pasado 31 de agosto, aunque luego tuvo que continuar en un taller mecánico con la aplicación de un barniz para estabilizar los pigmentos y darles consistencia. El resultado fue presentado ayer por el artista y el propietario en Cala Martina, para sorpresa y admiración de amigos y curiosos.