Doctora en Psicopedagogía y profesora de la UIB,Rodríguez ha dirigido el protocolo de detección de alumnos con altas capacidades de Baleares, que se está implantando en los centros educativos y ofrece a profesores y psicólogos unas pautas comunes para identificar a estos niños.

- ¿Qué es el protocolo de detección de alumnos con altas capacidades intelectuales?

- La idea es establecer unas líneas comunes entre todos los educadores y psicólogos de los equipos y centros educativos para identificar de manera regular a los alumnos que tienen altas capacidades. Hasta ahora se hacía de forma un poco arbitraria, dependía de que el profesor o los padres advirtieran algún comportamiento o característica que les llamara la atención y solicitaran un diagnóstico. Lo que tratamos es que sea un proceso natural, igual que ocurre con niños que tienen otra característica que hace que el currículum ordinario no sea lo más adecuado para ellos.

- ¿Y por qué se pone en marcha ahora?¿Hay más sensibilidad en cuanto a la situación estos niños?

- Se había hablado hace mucho tiempo de hacerlo; somos la única comunidad española que no lo tiene. El cambio ha sido, tal vez, porque ahora hay más sensibilidad. Se empezó a trabajar con el Govern anterior y el nuevo también se ha comprometido a hacerlo. Es cuestión de prioridad, igual que en cualquier otra característica de un grupo de alumnos que no están atendidos como toca en las escuelas, pues ni se sabe que están a veces.

- Pero aún existe el estereotipo de que estos niños se valen por sí mismos y no necesitan ayuda.

- Efectivamente. El problema de trabajar con estos niños y no tener unas ideas básicas que todos compartamos es que hay información a veces errónea o no del todo cierta. Esto hace que los padres se angustien porque no saben qué va a pasar con sus hijos. O que a los profesores les apetezca poco [trabajar con ellos] porque les parece que es una carga de trabajo enorme o que salgan estereotipos del tipo ‘estos niños no necesitan ayuda’, ‘me van a poner en ridículo delante de los demás porque van a saber mucho’ o cosas que no tienen ningún fundamento ni nada que las respalde, simplemente el desconocimiento.

- ¿En qué fase de aplicación está el protocolo de detección?

- Este año se ha empezado a poner en primero de Primaria. La intención era llegar a todos los centros, públicos y concertados, pero no sabemos todavía el grado de generalización conseguido. Hemos empezado a dar la formación a los profesores para que vean a qué nos referimos, qué deben observar. Y después en enero empezarán a realizar las demandas [de diagnóstico] y el papeleo y todos los puntos que hay que hacer.

- ¿Y en los próximos años?

- El año que viene está previsto repetir primero de Primaria, porque van ingresando [más alumnos], y que se empiece en primero de Secundaria. En seis años el protocolo se habrá pasado a todos los niños escolarizados y la idea es que en cinco o seis cursos podamos decir que tenemos ya una población identificada de forma correcta y que nos hemos acostumbrado a hacerlo, que los profesores han aprendido cómo tienen que hacerlo. Y los profesores que no están en la parte de identificación habrán aprendido las estrategias educativas que necesitan a medida que los niños suben de curso.

- Y una vez detectados, ¿qué se va a hacer con estos alumnos?

- Se pasan a los equipos de orientación educativa y psicopedagógica o al departamento de orientación, que son los encargados de pasar [a los niños] las pruebas previstas. Si se confirma la identificación, se propone una intervención de cara al segundo curso, que viene sugerida por el equipo o el departamento. En estos momentos la legislación permitiría proponer una aceleración, que sería saltar un curso, o hacer algún cambio en el currículum [del alumno], que puede afectar a la metodología o contenidos, ser global de todo el curso o ser parcial en algunas materias... Eso dependerá de los resultados y de la observación; no todos los niños van a necesitar lo mismo.

- Sobre la aceleración, la presidenta de Actef lamentaba que en Baleares no se aplique.

- El problema de Baleares es, primero, que tenemos muy pocos [niños] identificados. Entonces, con los pocos que hay no a todos les irá bien una aceleración y aún se reduce más el posible número de niños que accedan. Por otro lado, la falta de conocimiento hace que sea una estrategia que dé más reparos poner en marcha que otras; un cambio en el currículum significa en el fondo que la niña o niño puede estar integrado en el grupo, con sus compañeros, y si se hace bien se puede sentir realmente muy satisfecho y motivado, pero una aceleración supone un cambio de grupo, de profesor, de ambiente... Yo creo que a medida que haya más casos, y por tanto más niños a los que les vaya bien la aceleración, y se vea cómo responden, esto también se normalizará.

- Pero dice en que no es una medida para todos los casos.

- No hay ninguna medida que sea buena para todo el mundo, eso sería volverlos a homogeneizar. Intentamos que se vean las diferencias entre los niños de un aula, que todo el mundo entienda que no todos van al mismo ritmo ni pueden aprender igual. Entonces, lo que no podemos hacer es crear entre los que van más rápido un solo grupo, porque sería absurdo decir: ‘‘Te hemos identificado pero todos vais a hacer exactamente lo mismo’’.

- En cuanto al cambio de metodología que comentaba, eso supondrá un plus de trabajo en los centros educativos.

- No necesariamente; los cambios de metodología sí pueden significar un poco de trabajo al principio porque uno se aferra a lo que está más acostumbrado. Pero ya llevamos muchos años de tener experiencias puntuales y los profesores siempre manifiestan muy buena actitud a estos cambios, que no son radicales y que no solamente se hacen para un niño sino para varios de la clase. Y al final implica también un aumento de su propia motivación porque salen de lo normal, investigan, aprenden.

- Entre estos cambios estaría introducir la creatividad en las aulas, que aborda en su conferencia de esta tarde. ¿Por qué es importante la creatividad?

- Yo creo que hay dos tipos de pensamiento imprescindibles para el futuro de nuestros hijos y nuestros alumnos. Uno es el pensamiento crítico, ser capaces de enfrentarse con la información y tener un pensamiento propio y razonado ante cualquier cosa, ya sea la compra de algo, una lectura o la política. Y otro es la creatividad, que es la capacidad de innovar, de pensar una solución distinta a cualquier problema, porque el ritmo del mundo es cada vez más acelerado y hoy la gente trabaja en campos que hace una generación no existían y nadie se había planteado que existieran. Entonces, ¿los niños que están en la escuela qué necesitarán cuando tengan 30 años y estén en el mercado laboral? Es muy difícil de predecir. Es probable que los conocimientos pasen a ser una herramienta y que se llegue a ellos de manera distinta, no por la transmisión oral de los profesores.

- ¿Y cómo se trabaja la creatividad en la escuela?

- En primer lugar se trabaja dándole un espacio, creyendo en ella y permitiendo a los niños usarla. De pequeños la creatividad es parte de nuestro pensamiento, una parte muy natural; los niños usan la imaginación, la creatividad, la fantasía con regularidad. Después nos vamos olvidando de hacerlo y eso es lo que hay que evitar. Hay que dejar un espacio en las escuelas para que se siga estimulando la creatividad y valorarla, porque no sirve que un niño dé una respuesta diferente y que después por eso tenga una mala calificación o se diga que su trabajo no funciona. Aparte se puede trabajar con programas específicos o a través de pequeñas intervenciones, cambios metodológicos, etcétera.

- ¿Y en la familia?

- Lo mismo. Damos algunas sugerencias de pequeños hábitos que se pueden incorporar, rutinas incluso, que van a permitir que los hijos empiecen a desarrollar este pensamiento y vean que es aceptado y valorado.

- ¿Puede poner algún ejemplo?

- Empezar ellos por ser modelos del pensamiento creativo. Intentar no hacer las rutinas diarias exactamente igual siempre y no caer en frases del tipo: ‘‘Siempre se ha hecho así’’, ‘‘es lo que toca’’ o ‘‘porque yo lo digo’’, porque refuerzan la idea de que nada se debe mover. Empezar a dejar ciertas decisiones en manos de sus hijos, hablaremos de qué tipo y hasta dónde. Y jugar con ellos, que hay juegos que estimulan la parte más de originalidad.

- Y esto es para todos los niños, no solo los de altas capacidades...

- Por supuesto. A todos les va a venir bien. No sabemos a qué se va a dedicar nadie en un futuro, cómo serán las relaciones personales o qué necesitará la sociedad. Todo está en permanente cambio y esta actitud es la que permitirá que ese cambio se acepte, se valore y que, en definitiva, se forme parte de él y no se sea solo un receptor que no pueda participar de ninguna manera más que pasivamente.