Si alguien se ha preguntado alguna vez por qué los flamencos adultos son de color rosa, aquí tiene la respuesta. Los estanques de ses Salines de Ibiza y Formentera están repletos de un pequeño y fascinante crustáceo branquiópodo que es el elemento fundamental de la cadena trófica de los estanques, el que garantiza la pureza de la sal, al mantener limpias las lagunas, y también el alimento preferido de los flamencos. Es la artemia, el camarón de salmuera, y solo su elevada población puede garantizar la limpieza de los estanques, por lo que hay empresas salineras que, si no disponen de ellos, los compran por toneladas. Ibiza nunca ha tenido que comprar crustáceos para mantener la calidad de su sal y alimentados a los flamencos.

Sin embargo, el técnico en cultivos acuícolas Joaquín Bermell-Scorcia considera que la densidad de artemia en los estanques no es lo elevada que debería ser. Bermell-Scorcia ha presentado al Govern balear un proyecto de cultivo del fitoplancton del que se alimentan las artemias y de cría del crustáceo que ya cuenta con el apoyo de Salinera Española. «Debería haber más artemia y durante todo el año, y si se recuperara la población, es probable que los flamencos criaran en la isla», asegura este experto que, a pesar de que aún espera la respuesta del Govern para poder instalar tanques en el Parque de ses Salines, ya experimenta con cultivos de fitoplancton en su domicilio.

La Artemia salina es la especie del género autóctona de la región mediterránea, aunque no la única que se ha detectado en los estanques pitiusos, explica el biólogo Francisco Amat, considerado uno de los tres mayores expertos del mundo en artemia y que ha desarrollado buena parte de su labor en el Instituto de Acuicultura de Torre de la Sal, del Consejo superior de Investigaciones Científicas (CSIC), trabajando con este organismo. En 1979, en su tesis doctoral, identificó los ejemplares de Eivissa como Artemia salina (obtenidos en laboratorio a partir de quistes o huevos). Posteriormente, ya en los 90, recogió nuevas muestras en los estanques y detectó que existían poblaciones de dos tipos, de la autóctona Artemia salina (bisexual) y de partenogenética diploide (poblaciones solo de hembras que se reproducen sin necesidad de que los huevos sean fertilizados y que han constituido una variedad aparte de cualquier especie).

Conservación de la artemia

En el año 2003, el Imedea (Institut Mediterrani d´Estudis Avançats), a instancias de la conselleria balear de Medio Ambiente, llevó a cabo un peritaje para determinar el grado de conservación de la artemia de las lagunas salinas de Balears. El objetivo era comprobar o descartar la presencia de una especie invasora, la Artemia franciscana, autóctona de América del Norte, Central y Caribe, que es la que usualmente se usa en acuicultura y en la acuariofilia y cuya posible presencia en España se puso de manifiesto ese mismo año en un congreso sobre especies invasoras, celebrado en León. Los quistes (huevos) de artemia son muy apreciados y muy utilizados en acuicultura porque poseen un efectivo mecanismo de diapausa que permite que puedan permanecer inactivos durante años y activarse por simple hidratación, produciendo larvas muy nutritivas para alimentar peces.

Durante las prospecciones, en las salinas de Ibiza y Formentera sólo se recogieron muestras de la especie A. salina, aunque el trabajo hace también referencia a la presencia de A.partenogenética citada por Francisco Amat. Descartada la presencia de la invasora, en el trabajo se señala, sin embargo, la necesidad de realizar «estudios a fondo del papel de los flamencos y otras aves consumidoras (y dispersoras) de quistes de artemia para saber si la Artemia franciscana podría llegar» a aguas pitiusas por ornitocoria.

Volviendo a su relación con los flamencos, y para ser más precisos, el característico color de estas aves se debe a una combinación de Artemia salina y Dunaliella salina, un alga planctónica que proporciona el tono rojizo de los estanques; la que Joaquín Bermell-Scorcia quiere cultivar en tanques en ses Salines. La artemia, que se alimenta del alga, al igual que también lo hacen los flamencos, concentra mayor cantidad de carotenos para volver rosadas las plumas de las aves, que parecen así más sanas y resultan más atractivas ante sus congéneres. Y, para ser más exactos, en el sistema intervienen también las arqueobacterias, organismos muy antiguos que viven en condiciones extremas y que también contribuyen al tono rosado que adquieren los estanques cuando la salinidad aumenta.

Esencial para el flamenco

En cualquier caso, la artemia es parte esencial de la dieta del flamenco rosado (Phoenicopterus roseus) y el organismo que mayormente le aporta los pigmentos carotinoides. A cambio, los flamencos son los principales vectores naturales para la dispersión de los quistes de artemia. Es decir, que transportan los quistes en sus patas de un lugar a otro.

Aunque mide un centímetro, puede verse, observando bien, en los estanques, de color rojizo y moviendo constantemente sus toracóporos, como las patas de las gambas. La Artemia salina es el habitante más específico de las salinas, aquel que no puede encontrarse en ningún otro lugar que no sea los estanques salinizados de Eivissa y Formentera. Porque este ser extraordinario, tan pequeño pero tan complejo, que ya existía en la época de los dinosaurios tal y como hoy es, posee el sistema osmorregulador conocido más impresionante del reino animal y que le permite prosperar en medios acuáticos de elevada salinidad. Incluso ha desarrollado dos formas de reproducción en función del grado de salinidad del agua y sus posibilidades de supervivencia en ella; en circunstancias normales son vivíparos pero ponen resistentes huevos cuando aumenta la salinidad. Su nombre, del griego artemía, significa óptima conservación. Y la FAO, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, considera además que este crustáceo, con proteínas de alta calidad y muy fácil de producir, podría ser una de las soluciones al hambre en el mundo.