El santuario de es Culleram tiene algo especial. Más allá de la certeza de que estaba dedicado a la diosa más importante del panteón púnico y de los misterios que aún, un siglo después de su descubrimiento, sin duda encierra, su singularidad radica en la gran cantidad de piezas originales que en él se encontraron. Destaca del inventario un millar de exvotos de forma acampanada que representan a la diosa y que son únicos en todos los yacimientos púnicos del Mediterráneo.

En todas esas figuras, que suponen el 86% del material hallado en la caverna, Tanit porta un manto alado, una representación desconocida en la isla, aunque, en realidad, las alas son uno de los atributos más frecuentes de esta divinidad, que las hereda de la gran diosa alada de la antigüedad, Isis, la reina de los dioses de la mitología egipcia.

Un trabajo llevado a cabo por investigadores del Museo Arqueológico de Eivissa y de la Universidad de Sevilla, financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación y que está previsto que se publique en breve, ha logrado catalogar un total de 1.422 piezas, dispersas en distintos museos y colecciones privadas, de las que 1.114 son terracotas y 958 de ellas son las figuras acampanadas ya citadas (si se suman los fragmentos hay más de dos mil exvotos).

Estas representaciones de Tanit, fabricadas con tierras de la isla, muestran, entre las alas plegadas de la diosa, motivos iconográficos como la flor de loto (el más frecuente y un motivo muy conocido en monedas acuñadas en la isla), la roseta, la palma, el creciente lunar o el caduceo, y algunas aún conservan restos de la pintura con la que eran decoradas.

Ofrendas con sacrificios

La teoría con más consenso sobre la cueva sostiene que todas estas figuras son representaciones de Tanit y eran piezas consagradas y adquiridas como ofrendas que, probablemente, eran quemadas y rotas en el transcurso de un ritual que incluía sacrificios de animales.

La seguridad de que es a esta deidad a la que estaba dedicado el santuario la aporta una pequeña placa de bronce que un payés encontró en el año 1923 y que tiene dos inscripciones: la más antigua, de finales del siglo V o IV a.C., apunta a la adoración de las divinidades asociadas Reshef-Melqart (anteriores a Tanit) y la del reverso, para el que seguramente se reutilizó una placa en desuso, indica que Tanit era la diosa tutelar del lugar y que había un grupo de sacerdotes a su servicio.

En esta inscripción puede leerse el nombre de ´Tanit la Poderosa y Gad´, y hoy -y este es un dato que se incluye en el trabajo que pronto verá la luz- se interpreta que Gad puede hacer referencia a una de las características de Tanit, traduciéndose como ´Tanit la Poderosa y de la buena fortuna´, teoría que refuerzan otras placas con inscripciones neopúnicas halladas en otros lugares del mundo y que aluden a la diosa como ´fortuna del cielo´, lo que conferiría a su culto carácter de oráculo. Es decir, es posible que en es Culleram no solo se pidiera a la diosa que las cosechas fueran prósperas sino que también se le podría preguntar si lo serían. Un misterio menos, quizás. Al menos uno más que parece resuelto.

El Museo Monográfico de Puig des Molins posee una copia de esta placa, ya que la original fue adquirida en 1929 por el Museo Arqueológico de Alicante. Y todos los intentos que se han hecho por recuperarla, explica el actual director del museo ibicenco, Benjamí Costa, han resultado infructuosos.

Costa considera que los museos arqueológicos deberían exponer piezas exclusivamente halladas en el lugar en el que tienen su sede. Sin embargo, buena parte de las piezas de es Culleram se hallan en museos de la Península y en colecciones privadas.

Figura única y desconcertante

Mayores problemas de interpretación entraña la figura quizás más desconcertante que se ha hallado en la caverna. Se trata de una terracota que parece totalmente ajena al culto de la cueva y que representa a un individuo, al parecer masculino, tocado con una especie de capucha con cuernos. No se conoce ninguna otra pieza similar en todo el orbe feniciopúnico y solo se puede especular sobre ella. Probablemente está fabricada en la isla, y solo quizás la encargara un devoto de la poco conocida deidad Baal de los dos Cuernos.

El cornudo está actualmente expuesto en el museo del Puig des Molins, ya que forma parte de la colección Sáinz de la Cuesta, la única serie del museo que incluye piezas de es Culleram; el resto de las obras se hallan guardadas en los almacenes del edificio y está previsto que sean expuestas cuando se reabra el museo arqueológico de Dalt Vila. Si se cumplen las previsiones, explica Benjamí Costa, las obras podrían comenzar en primavera y la sala ser inaugurada en tres años.

Las piezas de la colección Sáinz de la Cuesta, aunque pertenecen a distintos yacimientos, no pueden separarse de una manera arqueológicamente racional porque en la donación al Estado, en el año 1962, se exigió como requisito que todas las obras debían exponerse como un conjunto hasta que desapareciera el último de los nietos de Sáinz de la Cuesta. Actualmente, y para evitar situaciones como esta, no se admiten las donaciones condicionadas.

Monedas del dios Bes, pebeteros y restos de los cuchillos y vajilla que se usaban durante los rituales forman parte también del inventario de restos de es Culleram, de los que, asimismo, debe destacarse una veintena de figuras planas copiadas de originales greco-siciliotas relacionados con Deméter, lo cual podría hace sospechar que el culto a esta diosa griega se introdujera en el mundo púnico, pero es más probable (aunque este tema también divide a los investigadores) que se trate de un préstamo exclusivamente iconográfico; los moldes habrían llegado a Eivissa desde Sicilia y aquí las imágenes seguirían representando a Tanit, aclara Benjamí Costa.

Diosas entronizadas

La lista de piezas halladas en la gruta se completa con cuatro figuras de diosas entronizadas, dos medallones de oro y un fragmento de uno de plata y siete pesos de redes y un escandallo de plomo que se consideran ofrendas de pescadores para pedir a la diosa que las capturas fueran buenas.

La cueva de es Culleram fue declarada Bien de Interés Cultural en 1994 y es propiedad del Consell desde el 97.

Y aunque fueron los siglos III y II a. C. los años de apogeo del santuario y que su culto acabó, probablemente, al hundirse la gruta por causas naturales, en la actualidad aún son muchos los visitantes que dejan sobre una roca, a modo de altar, lo que ellos entienden como ofrendas.