Tres taxistas ´pirata´ que aseguran hablar en nombre de gran parte de este ´colectivo´ sostienen en una entrevista que son «un medio de transporte necesario» en Ibiza. Los tres hombres, que están orgullosos de su trabajo aunque son conscientes de que es ilegal, explican que gracias a ellos los viajeros llegan a tiempo para embarcar en los vuelos, que evitan colas en lugares de gran afluencia como en el aeropuerto, Sant Antoni o las discotecas y que están disponibles las 24 horas al día. Afirman tener muchos clientes de confianza, incluidos bastantes famosos, que prefieren llamarles antes que a los legales, puesto que ofrecen un transporte mejor. Según ellos, la mayoría repite porque prestan un servicio de calidad.

El argentino C. A. trabaja desde hace 14 años durante dos meses en verano como taxista ´pirata´. El marroquí C. B. lleva nueve temporadas al volante durante cerca de tres meses, mientras que el resto del año busca empleos en obras. El hispano-alemán G. S., que estudió en un colegio de la isla, también se ha incorporado a este trabajo. Aunque sostienen que no estan en guerra con los legales, defienden que su oferta es más completa, entre otros motivos porque casi todos hablan inglés y la mayoría domina tres o cuatro idiomas.

Orgullosos de ser ´piratas´

El ´colectivo´ está formado por unas 200 personas en agosto, algunos con vehículos propios y otros con coches o furgonetas de alquiler. No tienen chóferes, como los legales, aunque apuntan que su disponibilidad es total y que no se niegan a efectuar ningún viaje, aunque no les sea rentable. «Si hace falta, vamos a cualquier punto de la isla y luego regresamos a casa. En cambio, un legal nunca va vacío, por lo que no se desplazan a determinados lugares», explican los ´piratas´, a los que no les importa que se les conozca con este nombre, e incluso les gusta. Asumen que su actividad es ilegal pero dicen que no son delincuentes, que solo infringen una norma.

Por todos estos motivos justifican que sus tarifas sean algo más caras. «No engañamos a nadie porque siempre pactamos el precio antes de que los viajeros suban al vehículo», aseguran. Por ejemplo, un trayecto desde el aeropuerto hasta Sant Antoni en un coche con capacidad para cuatro personas cuesta 40 euros, cuando un legal cobra entre 29 y 42 euros, según lo que marque el taxímetro, explica C. B. Si se trata de una furgoneta con capacidad para seis personas, el precio es de 60 euros, aunque apuntan que cobran por transporte, nunca por persona.

«No hay mafias, en una isla tan pequeña se enteraría todo el mundo», relatan los ´piratas´, que reconocen, no obstante, que tanto ellos como los legales cobran una comisión de 20 euros por llevar a un cliente a un club de alterne. Este dinero lo abonan los responsables del establecimiento y es una «costumbre» arraigada en la isla desde hace muchos años, explican. «Lo hacen todos, tanto los legales como nosotros», insisten.

También aseguran que no ofrecen drogas a los clientes y que nunca han robado a nadie. Incluso, G. S. explica en la entrevista que ha llamado varias veces a la Guardia Civil para denunciar robos en el aeropuerto o en la parada de taxis del Passeig de ses Fonts de Sant Antoni.

«Se hacen pasar por prostitutas o borrachos para robar a los turistas que están esperando», asegura este ´pirata´, que se ha ofrecido a la Benemérita para colaborar y grabar a los delincuentes. «Nunca hemos tenido información de un compañero que haya robado, serán personas que se hacen pasar por ´piratas´», sostienen.

En cuanto a las multas, explican que suelen utilizar coches viejos o de alquiler porque no pueden hacer frente a las sanciones por transporte ilegal, de 6.000 euros la primera vez o de 12.000 euros la segunda.

Además, critican que tienen que alquilar un vehículo que les cuesta 400 euros a la semana, la misma cantidad que abona de impuestos un legal. «Si las multas fuesen de 500 ó 600 euros, las pagaríamos», dicen.

«No hacemos la competencia a los taxistas legales, somos un complemento», insiste C. A. En cuanto a su modo de operar, funciona sobre todo el boca a boca, tienen muchos clientes fijos y solo dan su teléfono móvil a quien les inspira confianza. «Aprovechamos una laguna legal entre los taxistas y los chóferes y conseguimos que los clientes queden satisfechos», comenta el argentino.

Para demostrar su honradez, G. S. recuerda que un día llevó a una mujer mayor al aeropuerto. La cliente le dio un billete de cien euros y no tenía cambio, por lo que le pidió el teléfono y llevó después los 60 euros de cambio a unos familiares.

«Nuestro trabajo es hermoso y no estamos en conflicto con los legales. Solucionamos problemas, como la cola del aeropuerto, que es una vergüenza. Los recepcionistas de los hoteles están contentos con nosotros», concluye la entrevista C. A.