La tromba de agua que cayó anteayer sobre Vila a partir de las siete y media de la tarde provocó que varias alcantarillas de la Marina saltasen por los aires y que las aguas fecales inundasen calles, sótanos y locales comerciales. Numerosos turistas abandonaron las terrazas al observar que junto a las mesas flotaban excrementos y que apestaba a suciedad, sobre todo en la calle de Cipriano Garijo, en la que se encuentran bares y restaurantes muy frecuentados en esta época del año.

«Las tuberías de las aguas residuales de la entrada del puerto se colapsaron. En vez de ir hacia fuera empezó a salir por los inodoros de los locales de las calles Cipriano Garijo y Barcelona. ¡Se montó gordísima!», denunció ayer Joaquín Manuel Senén, vicepresidente de la Asociación de Vecinos y Comerciantes del Puerto.

Senén recordó que en las obras del puerto se incluyó la separación de las tuberías de aguas pluviales y fecales. Las primeras funcionario bien pero las segundas se saturaron y se desbordaron, según explicaron ayer vecinos y comerciantes de la Marina, disgustados por las molestias ocasionadas, puesto que las calles se llenaron de suciedad y los negocios se quedaron vacíos.

Senén y otros comerciantes acudieron el martes, durante la tormenta, a observar el estado de las arquetas que se encuentran junto a la estatua del pescador. «Estaban colapsadas, por eso empezó a salir mierda por los inodoros», denunció el vicepresidente de la asociación. Avisaron a los bomberos y llamaron también a Aqualia, que movilizó a varios operarios.

«Tengo mi negocio en esa zona y puedo asegurar que las aguas fecales salían por los váteres y los sumideros de los bares», insistió Senén, que recordó que la separación de las canalizaciones se acometió para conectar la red de la Marina a la del alcantarillado de la ciudad y que el punto de unión se encuentra en la esquina en la que se ubica el bar Mar y Sol.

«El problema solo afectó a las aguas fecales porque el colector no daba abasto. Cuando se satura el sistema de bombeo, en vez de ir para abajo, devuelve las aguas residuales al puerto», explicó el vecino, que apuntó que las tuberías están separadas en algunas zonas, como en la calle de Cipriano Garijo, pero en otras no.

Reunión con el Consell y la APB

Rafa Ruiz, alcalde de Vila, se desplazó a la zona, habló por teléfono con el presidente de la Autoridad Portuaria de Balears (APB), Joan Gual, y se reunió con los máximos representantes de las asociaciones de vecinos y comerciantes del puerto y la Marina. También tenía previsto entrevistarse con los afectados, acompañado por otros concejales. «Probablemente hoy tendré sobre la mesa el informe de Aqualia y decidiremos si tenemos que actuar, porque los vecinos ya han sufrido bastante con las obras», comentó ayer Ruiz. «Esperaremos a tener todos los estudios para ver si el problema es consecuencia de las obras del puerto», añadió el alcalde, que anunció que a principios de septiembre abordarán la situación en un encuentro a tres bandas en Vila con el presidente del Consell de Ibiza, Vicent Torres, y con Joan Gual, que se desplazará a la isla.

«Los bomberos y los operarios de Aqualia trabajaron durante horas para achicar agua. Fue una tromba muy grande, ha sido noticia en los telediarios nacionales», apuntó Ruiz, que aseguró que el equipo de gobierno está muy preocupado por la situación de las canalizaciones.

El primer edil explicó que las tuberías funcionaron bien en la entrada del puerto, donde se encuentran bares como el Mar y Sol y Can Pou, pero que se desbordaron al final, sobre todo en la calle de Cipriano Garijo. «Es posible que exista un problema de conexión. Hay que acometer muchas inversiones en el sistema de saneamiento y no se ha hecho nada en años», añadió Ruiz, que recordó que el Gobierno destinará una partida en sus presupuestos para este fin. Ruiz insistió en que la tromba fue considerable y recordó que se produjeron problemas no solo en la Marina, sino en otras zonas como es Pratet.

El alcalde colgó un vídeo en su cuenta de Facebook en el que se ve agua cayendo a chorros por las murallas de Dalt Vila, con el siguiente comentario: «No pot ploure progressivamet en aquesta illa? Brutal!».

El martes por la noche la Policía Local atendió una docena de llamadas por inundaciones en la Marina. Además, los agentes actuaron en ocho puntos de la ciudad para señalar las alcantarillas que habían saltado. También se anegaron locales y sótanos en Talamanca, ses Figueretes y otras zonas. Un pino de grandes dimensiones cayó en la zona de es Soto. Quedó suspendido de un tendido eléctrico, por lo que se cortó el tráfico hasta que lo retiraron.

Entre las ocho de la tarde del miércoles y las tres y cuarto de la madrugada de ayer los bomberos trabajaron a destajo, sobre todo en la calle de Cipriano Garijo, donde se inundaron cuatro bares y un restaurante. «Reventó una alcantarilla y salía mierda», comentó ayer por la mañana un trabajador de uno de estos establecimientos, mientras limpiaba con sus compañeros la terraza y el interior.

Agua hasta las rodillas

«Bastantes clientes se fueron», añadió Álex, propietario del restaurante El Bucanero, en el que entraron aguas fecales, tanto en la terraza como en el interior. Ayer por la mañana seguían limpiando la cocina, que está en el sótano. Una empleada recordó que el agua les llegó hasta las rodillas. Álex calculó las pérdidas en unos 2.000 euros, puesto que la mayoría de los clientes se fueron cuando vieron heces flotando en la acera.

«Cada vez que pasaba un coche entraba el agua de lluvia», apuntó Didac Espin, responsable de la tienda Tom Tailor&Denim. En la calle de sa Creu se inundaron casi todos los locales, recordó el empresario, que tuvo que amontonar deprisa y corriendo la ropa, aunque no pudo evitar que se le mojaran cinco pantalones y dos bermudas. «El año pasado por estas fechas pasó lo mismo», recordó Espin. A las 20 horas, los bomberos aún achicaban en los bares del puerto, cubiertos por medio metro de agua.

El dueño de Can Pascual y un empleado trabajaban ayer a mediodía para limpiar su local, que se encuentra un metro por debajo del nivel de la acera. Cuando empezó a llover, corrió a una ferretería a comprar silicona y selló la puerta, pero no pudo evitar la inundación. Este hombre criticó al constructor que trabaja en una obra en la esquina de la vía, puesto que asegura no hizo nada para evitar la inundación en su local. El agua se filtró e inundó el bar Can Costa y Can Pascual, que se conoce como ´la tienda de las velas´, por lo que todos los clientes se marcharon.

Además, los locales de la plaza de Antoni Riquer permanecía al atardecer sin luz porque la tormenta de la mañana había dañado un transformador eléctrico, lo mismo que sucedió el martes por la noche. Muchos negocios funcionaban con transformadores portátiles.

Dos mujeres atropelladas

La tormenta generó un caos circulatorio en la ciudad el martes, cuando dos mujeres fueron atropelladas. La primera ingresó en la Policlínica del Rosario sobre las ocho y media de la tarde, tras ser arrollada en la calle de Vicent Serra i Orvay. La víctima, de 69 años, fue dada de alta aunque sufrió contusiones en la espalda y en la cadera, codo y mano derechos.

Casi a las nueve de la noche ingresó una mujer de 42 años a la que atropellaron en la calle del País Vasco, en ses Figueretes. También le dieron el alta después de atenderla de varios traumatismos.

Después de dos días de mal tiempo en Ibiza, la Agencia Estatal de Meteorología prevé un resto de semana tranquilo, con días soleados y sin precipitaciones, según se recoge en su página web www.aemet.es.