­Dos aparcamientos al final de Platja d´en Bossa para personas con discapacidad. Una pasarela de madera para que puedan llegar a la playa en silla de ruedas. Una plataforma para dejarlas sin que se hundan en la arena y poderse cambiar a la silla anfibia con la que llegar al mar. Todo parece estar previsto para que puedan darse un baño salvo por un pequeño detalle: la silla anfibia la tiene el vigilante, frente a la torre, y ésta se encuentra demasiado lejos de la plataforma como para que las personas con discapacidad puedan avisarle.

Es la situación con la que se encontró la semana pasada una madre que acudió con su hijo, de doce años y más de 20 kilos de peso, en silla de ruedas, a disfrutar de un día de playa. «El año pasado movieron la torre de vigilancia, que estaba junto a esta plataforma. La pusieron más lejos», apunta esta mujer, que asegura que el verano pasado ya denunció este problema en el Ayuntamiento de Sant Josep. Al haberlo ya advertido, confiaba en que se hubiera puesto alguna solución, por eso se sorprendió al ver que no era así. «¿De qué sirven los aparcamientos, la pasarela y la plataforma si no tienes manera de llegar hasta la silla anfibia?», se pregunta, decepcionada.

«Si vas con un niño pequeño no puedes dejarlo solo para ir a buscar al socorrista, tampoco puedes llevarlo en brazos porque pesa demasiado y no tienes manera de llamar al vigilante para que te traiga la silla porque no hay ningún teléfono y a gritos es imposible que te escuche. Si eres un adulto y vas solo no puedes meter la silla de ruedas por la arena para llegar allí porque se hunde», critica esta mujer, que no consiguió ponerse en contacto con nadie de la empresa que gestiona el servicio, que el Ayuntamiento de Sant Josep tiene subcontratado con GSS.

La madre confiaba en que en algún momento el socorrista pasara por allí cerca, «pero en tres horas ni se acercó», lamenta esta mujer, que también critica que no se le diera ninguna explicación de por qué habían alejado la torre de vigilancia. Eso sí, tiene sus sospechas: «Me da que un local de la zona quería poner tumbonas y les molestaba la torre».

La mujer denuncia, además, la falta de mantenimiento de este espacio: «Falta un trozo de hormigón que comunique el aparcamiento con la plataforma». De la misma manera, critica que al haber alejado la torre, ahora nadie controla la plataforma para sillas de ruedas, de manera que cuando el fin de semana pasado llegó allí se encontró que estaba llena de bicicletas aparcadas. «Cuando el vigilante estaba al lado, esto no pasaba», indica.

Sortear hamacas y sombrillas

Una portavoz del Ayuntamiento de Sant Josep señaló que la torre se ha movido unos metros, aunque aseguró que está «en el mismo sitio». Sin embargo, basta acercarse a la playa para ver que se encuentra bastante alejada de la pérgola reservada para personas con movilidad reducida y que, además, decenas de hamacas y sombrillas de un restaurante se interponen entre ambos espacios. Difícil hacerse ver y, mucho menos, oír debido al elevado número de personas que llenan ya la playa. Para llegar a la torre es necesario sortear las tumbonas y pasar por los estrechos pasillos que quedan entre las filas, tarea imposible para una silla de ruedas y agotadora para alguien cargando a un niño o adolescente en brazos.

El Ayuntamiento reconoció que la empresa concesionaria del servicio no ha instalado un teléfono en la plataforma de madera para que las personas puedan comunicarse directamente con el socorrista, como está especificado en el pliego de condiciones, apuntó esta portavoz. El Consistorio ya ha pedido a GSS (cuyo contrato con el Ayuntamiento de Sant Josep finaliza este año) que solvente el problema, aunque desconoce cuándo se instalará este teléfono.

En el caso de las bicicletas que aparcan en la zona reservada, el Ayuntamiento afirma que es un problema de «incivismo» de la gente y pide a los usuarios que llamen a la Policía para que las retire y multe a sus propietarios. De la misma manera, asegura que «no está claro» que entre las funciones del socorrista se encuentre la de controlar que nadie aparque las bicicletas en el espacio reservado.